No puedo añadir mucho más salvo, de nuevo, recomendar esta brutal película. Espero que sea un gran éxito de taquilla para que podamos disfrutar de más películas como esta.
Vamos a ver: argumento poco creíble, escenas de acción encadenadas y actrices que desafían las leyes de la física. Sí, esto es una película de Andy Sidaris.
Las agentes Donna (Dona Speir) y Taryn (Hope Marie Carlton) acaban de desmantelar una banda de traficantes de droga cuando reciben el encargo de transportar medicamentos para un hospital infantil con su avioneta. Tras cumplir el encargo, Donna y Taryn se ven atrapadas por una tormenta y se estrellan en una isla aparentemente deshabitada. Esta isla se convertirá en el punto de reunión de militares y criminales cuando se sepa que es el lugar donde está enterrado un cargamento de oro perdido en la Segunda Guerra Mundial. Y Donna y Taryn se encuentran justo en medio de la pelea para hacerse con el oro.
Esta es la última aparición de Hope Marie Carlton como Taryn, es una lástima que sea en la película más floja hasta el momento de Andy Sidaris. Tras las locuras de sus anteriores títulos, Savage Beach (1989) resulta algo decepcionante. Tiene un guion innecesariamente complicado que hace que hasta la parte final de la película no se encuentran todos los personajes en la isla liándose a tiros. Además, un ridículo maquillaje para envejecer a Michael Mikasa, cuando interpreta al guerrero japonés que vive en la isla, te saca continuamente de la cinta y provoca que escenas supuestamente dramáticas resulten cómicas.
Debido al toque japonés, en esta película hay más escenas de artes marciales que en anteriores filmes del director, lo que le añade interés ya que, en su mayor parte, las escenas de acción son más típicas (nada de patinadores asesinos ni cosas por el estilo). El principal problema de este film es que es bastante normal, una típica cinta de acción de la época, sin caer en la locura de las primeras películas de Sidaris.
He escrito un largo artículo sobre la saga Viernes 13 para Underbrain Mgz que llega hasta la recientemente cancelada nueva secuela, que se hubiera estrenado este año. Hay algunos datos históricos nuevos que he incluido en este artículo que no sabía cuando escribí los de este blog, así que podéis considerarlo una versión actualizada y mejorada de lo que escribí aquí en su momento. Lo podéis leer aquí:
No soy muy amante de la nostalgia. Para que una película me guste y me interese ha de ser algo más que un simple ejercicio nostálgico, además de tener que tocar esa tecla muy bien. Justo como lo hace Beyond the Gates (Jackson Stewart, 2016).
Gordon Hardesty (Graham Skipper) regresa al hogar familiar acompañado de su novia Margot McKenzie (Brea Grant). Allí, Gordon se reencuentra con su hermano John (Chase Williamson), después de mucho tiempo sin verse. El motivo del regreso de Gordon es que el padre de ambos (Henry LeBlanc) lleva un tiempo desaparecido y han decidido cerrar el videoclub que poseía el padre. Haciendo limpieza, descubren que lo último que estaba haciendo su padre era jugar a un extraño juego llamado Beyond the Gates, uno de esos antiguos juegos interactivos que iban acompañados de una cinta de vídeo. Sin ser conscientes de lo que están haciendo, los hermanos empiezan a jugar y pronto se encuentran atrapados por el aterrador juego. La única manera de escapar es seguir jugando hasta el final.
Probablemente los más jóvenes no lo recuerden, o lo desconozcan, pero estos juegos con VHS fueron bastante populares en su momento. Recuerdo que, durante una fiesta en el colegio, un grupo nos reunimos en una clase vacía para jugar al Atmosfear, un juego de terror no muy distinto al que aparece en Beyond the Gates. La verdad es que el juego no me pareció nada del otro mundo, pero era divertido jugar con un grupo de gente entregado: se ponía todo a oscuras y se intentaba crear una atmósfera de miedo adecuada al juego. Por eso no me fue difícil identificarme con los protagonistas de esta película y me trajo buenos recuerdos. De todos modos, como ya he indicado al principio, esta película me ha gustado por algo más que simple nostalgia.
El film tiene momentos de terror sangriento muy bien conseguidos, que resultan efectivos por la implicación que se siente por los protagonistas. Jackson Stewart establece muy bien los personajes y la distanciada relación de los dos hermanos resulta creíble. Siempre he creído que para que el terror funcione has de tener personajes que resulten simpáticos al espectador, como en este caso. También está muy lograda la manera en que el juego se va infiltrando en la realidad de los hermanos. Además, no podemos dejar de mencionar uno de los puntos fuertes de la película: la fantástica Barbara Crampton como la anfitriona del juego.
Incluso si todo esto de los juegos de mesa interactivos y los VHS os queda muy lejos, esta película puede resultar muy entretenida y divertida como simple cinta de terror. Buenas interpretaciones, buenos efectos y una historia entretenida. La recomiendo.
Regresamos al universo de Andy Sidaris con Picasso Trigger (1988), en la que el director nos sumerge, como es habitual, en una historia llena de agentes federales, espías, narcos y mafiosos al lado de la cual las películas de James Bond parecen crudo realismo.
Todo empieza cuando Miguel Ortiz (Rodrigo Obregón) contacta con el asesino Picasso Trigger (John Aprea) mediante una cinta de vídeo. Ortiz le informa que ha puesto una operación en marcha para vengarse de los agentes federales que pusieron a su hermano en prisión y le agradece su papel en esta misión. Pero Picasso Trigger es asesinado poco después y se inicia así toda una serie de muertes y ejecuciones en una lucha criminal por llenar el vacío de poder dejado por la muerte de este asesino. Un intento de asesinato afecta al agente Travis Abilene (Steve Bond), que inmediatamente pone en marcha a su equipo de L.E.T.H.A.L., en el cual encontramos las estupendas agentes Donna (Dona Speir) y Taryn (Hope Marie Carlton), el experto en artes marciales Jade (Harold Diamond), el técnico Profesor (Richard LePore) y las agentes Pantera (Roberta Vasquez) y Edy (Cynthia Brimhall). Para impedir la muerte de más agentes y acabar con la guerra de bandas, los agentes de L.E.T.H.A.L. deberán ejecutar una complicada operación.
Sidaris reúne al equipo protagonista de Hard Ticket to Hawaii (1987) para enfrentarlo a una nueva amenaza que es (ligeramente) menos absurda que la de su primera aventura juntos, pero no por ello menos de tebeo. Como ya comenté en su momento, este film tiene una estructura parecida a la de Seven (1979): se inicia con distintas escenas de acción, se desarrolla el argumento y se prepara la misión y se termina con un tramo final repleto de acción. Aunque sus argumentos y personajes son distintos, lo cierto es que ambas películas se parecen bastante, si bien Picasso Trigger tiene más acción y es algo más "seria". Uno de los momentos álgidos es una persecución con lanchas motoras en un río en la que, de nuevo, el agente Abilene es incapaz de acertarle a nada ("¡se ha movido!" es su excusa habitual). Por supuesto, las agentes Donna y Taryn concentran toda la atención del espectador, ya sea despachando criminales o, simplemente, apareciendo en pantalla.
Es algo más floja que Hard Ticket to Hawaii, pero proporciona suficiente absurdo y acción como para no resultar aburrida ni un momento. Os recomiendo ver el tráiler alemán quitando el volumen y escuchando el audio del tráiler americano.
Abuelas rabiosas (Rabid Grannies aka Les mémés cannibales, Emmanuel Kervyn, 1988) es una mezcla de comedia y terror que hoy día es recordada básicamente por sus escenas con abundante gore pasado de vueltas.
Victoria y Elizabeth Remington (Anne-Marie Fox y Danielle Daven) son dos venerables hermanas que deciden hacer una gran cena con sus sobrinos y sobrinas con motivo de su cumpleaños. La familia no tarda en acudir, ya que todos desean verlas muertas y hacerse con la herencia de las ricas hermanas. Pero lo que tendría que ser una noche de avaricioso peloteo se convierte en una noche de terror cuando las dos ancianas se ven poseídas y convertidas en demonios sedientos de sangre.
Emmanuel Kervyn hizo una película que parece más interesante contada que lo que es la película realmente. Famosa por sus escenas gore, estas escenas están ejecutadas copiando el estilo de Sam Raimi. De hecho, el film parece una copia de Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981) pero sin el talento de Raimi ni Bruce Campbell. Kervyn, al parecer, era seguidor de la Troma y quiso hacer una película que interesara a la productora. Y así fue, aunque lo extraño es que Troma decidiera cortar gran parte del gore, por lo que sus ediciones en DVD y, especialmente, Blu-ray es mejor evitarlas.
Las escenas de las hermanas Remington convertidas en demonios mutilando a sus avariciosos familiares son bastante divertidas y los efectos están muy bien hechos. Por desgracia, todo lo demás es bastante aburrido, las interpretaciones no son nada del otro mundo (se decidió doblarla al inglés para distribuirla más fácilmente) y la historia no es más que una excusa para acumular escenas con gráficos efectos especiales hasta llegar a una insatisfactoria conclusión.
Me reí un par de veces con algunas escenas, pero en su mayor parte el film me dejó indiferente aunque, repito otra vez, los efectos están muy bien hechos. Tal vez alguno de vosotros la disfrute más siempre y cuando vea la versión sin cortar.
La mansión de la locura (The Mansion of Madness, 1973) fue dirigida por Juan López Moctezuma, que fue también colaborador de Alejandro Jorodowsky y director de Alucarda (1977). Estos dos hechos hacen más comprensible la locura y el surrealismo que impregna esta película.
Gaston LeBlanc (Arthur Hansel) viaja a un manicomio famoso por sus innovadores tratamientos. Cuando llega es recibido por el doctor Maillard (Claudio Brook), el cual le enseña las instalaciones y le habla de su método infalible para tratar la locura. Gaston se da cuenta de que algo no funciona correctamente dentro de los muros del manicomio. Muy pronto, su cordura y su vida se verán puestas en peligro.
Moctezuma adapta en esta película el clásico relato de Edgar Allan Poe El sistema del doctor Tarr y el profesor Fether. Si conocéis el relato ya sabréis como avanza el argumento de la película, aunque el director se lo hace suyo y le aporta su propio tipo de locura. Mantiene el humor negro presente en la obra de Poe, pero expande el relato para crear imágenes y escenas impactantes. Además, le añade un interesante subtexto político, convirtiendo el manicomio en una alegoría social. Estos elementos separan esta película de otras de argumento parecido.
Si bien el inicio es algo lento, en cuanto nos introducimos en el manicomio la locura se adueña del film, atrapando al espectador con su grotesco y divertido espectáculo. Esta es la primera película que dirigió Moctezuma tras trabajar como productor en las películas de Jorodowsky, y se nota la influencia de este último en las estampas que ilustran algunas escenas de la película, además de que carece de la absoluta demencia de Alucarda. A pesar de ello, sigue siendo un film con una personalidad propia que lo hace único, por mucho que en Estados Unidos se intentara pasar como una típica película de terror bajo el título Dr. Tarr's Torture Dungeon.
Esta es una película pensada para aquellos amantes del cine bizarro que quieran saborear algo de locura sin peligro a perder la poca cordura que les quede después de ver muchas películas como esta.
Last Girl Standing (Benjamin R. Moody, 2015) tiene como centro la clásica figura de la Final Girl, esencial en los slashers, planteando qué le sucede cuando acaba el horror y empieza la vida real.
Hace cinco años, Camryn (Akasha Villalobos) sobrevivió el ataque de un psicópata enmascarado apodado "El Cazador" (Jason Vines). Todavía sufre secuelas psicológicas de la ordalía que sufrió, pero son manejables. Sin embargo, todo empeora cuando Nick (Brian Villalobos) empieza a trabajar en la misma lavandería en que ella trabaja. De pronto, empieza a ver de nuevo a El Cazador acechándola.
En los últimos años, cierto renovado interés por el slasher ha traído consigo un nuevo interés por la figura de la Final Girl. Películas como Las últimas supervivientes (The Final Girls, Todd Strauss-Schulson, 2015) y Final Girl (Tyler Shields, 2015) juegan con esta figura dándole la vuelta o desmontando las expectativas alrededor de este icónico arquetipo. En Last Girl Standing se trata de forma más o menos realista qué le sucedería a una persona que ha sobrevivido una experiencia traumática como la que atraviesa la protagonista de un slasher.
El principio del film podría ser los últimos minutos de cualquier película de asesino enmascarado masacra adolescentes en un bosque. Pero que no os engañe este inicio, el grueso del film está dedicado a estudiar las secuelas psicológicas que sufre y cómo afronta el día a día Camryn. No es hasta el tramo final que el film se encauza hacia terrenos más tradicionales dentro del género, de este modo liberando la tensión acumulada durante el grueso del metraje.
Hay una limitada cantidad de maneras en que puede desarrollarse una historia como esta, pero que sea hasta cierto punto predecible no le quita valor. Al fin y al cabo, está jugando con un género que tiene una fórmula perfectamente establecida. Y, en este sentido, creo que los fans del género, que no le tengan ascos a añadir un poco de drama psicológico al terror, puede que encuentren este film interesante.
En Seven (1979), el segundo largometraje dirigido por Andy Sidaris, nos encontramos ya muchas de las señas de identidad que luego formaran el universo L.E.T.H.A.L. Ladies. También, algunos elementos que luego aparecerán en posteriores películas del director como Hard Ticket to Hawaii (1987) y Picasso Trigger (1988).
Siete agrupaciones mafiosas se han unido para hacerse con el estado de Hawaii tras asesinar a varios agentes. Para impedir que esto suceda, el agente Drew Savano (William Smith) recibe la misión de reunir un comando que impida que los mafiosos triunfen. Savano reúne a siete expertos, cada uno con la misión de acabar con uno de los jefes criminales implicados. Pero las cosas no le resultarán fáciles al comando de Savano.
La estructura de esta locura de acción dirigida por Sidaris es bastante sencilla: un inicio en el que vemos a los criminales deshacerse de diversos agentes y ejecutar varios asesinatos, una parte central donde vemos el reclutamiento y la preparación del comando de agentes y una parte final en la que vemos el contraataque de los agentes sobre los mafiosos. Esta estructura aparecería luego repetida en Picasso Trigger, así como el asesinato marcando a la víctima con collares de flores, con diferente argumento. También veremos de nuevo un asesino patinador en Hard Ticket to Hawaii.
Esta estructura, además, permite que la película sea una colección de absurdas escenas de acción, con varios momentos delirantes y muy divertidos, mientras la parte central concentra las escenas en las que las bellas actrices que pueblan el universo Sidaris muestran sus rotundos encantos. Es, en cierto modo, una muestra de la locura que luego explotaría en películas como Hard Ticket to Hawaii. Si os gustan las cintas de acción absurdas, este es un buen ejemplo.
Ya podéis leer la crítica de la mejor película de Batman que se ha estrenado en mucho tiempo, Batman: La Lego película (The LEGO Batman Movie, Chris McKay, 2017), clicando aquí:
Cuando descubrí la obra de Andy Sidaris, empecé a ver sus películas de forma desordenada, ya que no era consciente de que formaban un universo en si mismas, sin ser exactamente secuelas. Una serie que se conoce como las películas Triple-B (Bullets, Bombs and Babes) y también como la serie L.E.T.H.A.L. Ladies. De manera que he decidido recorrerme su filmografia de forma más ordenada, empezando por su primer film: Dulce y peligrosa (Stacey, 1973).
Stacey Hanson (Anne Randall) es una dura detective privada que se ve envuelta en un complicado caso de chantajes y asesinatos que pondrá en peligro su vida. Este es el argumento de Stacey, que se desarrolla como una típica cinta detectivesca, pero con algunas gotas de desnudos gratuitos y un fuerte toque setentero en cuanto a ambientación y estilo.
Podríamos decir que Dulce y peligrosa es un film menor, que gustará principalmente a aquellos amantes del cine setentero, pero resulta interesante porque parece un ensayo de lo que vendría después en la obra de Sidaris. Este primer film tenemos algunas de las características propias del cine de Sidaris: el humor, la acción y las atractivas actrices, pero aparecen sin desarrollar completamente, de forma más contenida y formal. El film de Sidaris Malibu Express (1985) con el que arranca el ciclo L.E.T.H.A.L. Ladies se podría decir que es un pseudo-remake de Stacy, al que cambia el sexo del protagonista y se añaden los elementos de acción y espionaje internacional, más el realismo de tebeo que caracteriza esta serie de películas, a la trama más típicamente detectivesca.
Si que destaca de este film las escenas de acción, en especial todo el tramo final, pero como ya he indicado, no sé si es suficiente como para que este film resulte interesante a alguien que no esté interesado en este director o en la estética setentera.
La última película de Rob Zombie parece más un paso atrás en la carrera del cineasta que una muestra de su evolución. 31 (2016) es un film que si se hubiera estrenado hace 10 años me hubiera parecido fantástico, pero visto hoy día solo es más de lo mismo.
Tal vez resulte difícil de entender, pero quiero dejar claro que la película me gustó, me pareció entretenida, y sin embargo esta es una crítica negativa del film. Esto es así porque Rob Zombie es, entre otras cosas, un cineasta de talento y sé que puede hacer algo mejor que este refrito de lo que ya hemos visto en el pasado.
El film narra la ordalía que sufre una troupe de feriantes, atrapados por un grupo de asesinos que masacra grupos de personas, tras encerrarlos en un mortal recorrido. Estos asesinos actúan a las órdenes de unos ricachones que se dedican a apostar sobre lo que sucederá. Como explica Meg Foster en el extenso documental incluido en la edición en Blu-ray, el argumento no es más que el esqueleto que utiliza Zombie para crear una visceral experiencia para el espectador, y está sujeto a cambios constantes según el director va rodando y creando escenas.
Pero, a pesar de las intenciones de Zombie, 31 no es un film particularmente visceral o brutal. Esto se podría achacar a los cambios realizados para apaciguar a la censura americana, pero la razón por la que no existe una edición sin censurar de la película en Blu-ray es porque Zombie está satisfecho con el film, no siente que su visión artística se haya visto afectada. Por tanto, esta es la película que quería que viéramos, un film en el que una de las escenas que se supone han de ser un gran impacto es la réplica de una escena de The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975), de la que Zombie es muy fan. Podría pensar que se trata de un toque de humor, abundan en el film, si no fuera por la manera en que está rodada y por la tendencia de Zombie a intentar pasar por serias escenas tremendamente cursis (como el momento Love Hurts en la aborrecible Halloween, el origen [Halloween, 2007]).
Aunque creo que la principal razón por la que las películas de Zombie no dan el miedo que él querría que diesen es por su tendencia a simpatizar con los villanos, mucho más trabajados y cuidados que los supuestos héroes de la película; si bien es una tendencia algo corregida en sus dos últimas películas. Lo que sí que no corrige es que todas sus películas tienen el mismo final, con la excepción de la infumable Halloween, el origen por fotocopiar el guion de John Carpenter y Debra Hill, lo que las hace muy predecibles y 31 no es ninguna excepción. Saber cómo acabarán todos los personajes evita que invierta en ellos o se cree ninguna sensación de suspense o angustia.
Quiero repetir que si soy más duro con esta película, que al fin y al cabo me divirtió, que con otras es que Zombie me parece un cineasta de talento que puede hacer cosas mucho mejores. 31 es simplemente la extensión de la parte final de su primera película La casa de los 1000 cadáveres (House of 1000 Corpses, 2003). Lo que sí es sobresaliente en el film son las interpretaciones, en especial Richard Brake como Doom-Head.
Los pases de prensa son mucho más cómodos que los pases "normales", pero en ocasiones echo de menos el sentimiento de comunidad que se produce cuando un público entregado disfruta de una película creada para ellos, un público que entiende los chistes internos. Como es el caso de Resident Evil: Capítulo final (Resident Evil: The Final Chapter, Paul W. S. Anderson, 2016).
La saga Resident Evil se ha mantenido siempre al mismo nivel en cuanto calidad (media-baja) y diversión (media-alta). El director Paul W. S. Anderson llena las películas de la serie, incluso las que no dirige, de tópicos y clichés pero los mezcla de manera que cada Resident Evil resulte entretenido. Incluso cuando copia Matrix de forma descarada en algunas entregas como si fuera algo nuevo o, en el caso de esta entrega, se suma a la acción caótica marca Bay cuando ya lleva unos años pasada de moda.
Con esto quiero decir que esta entrega se mantiene al mismo nivel de las anteriores: sus sorpresas son predecibles y se ven venir a kilómetros de distancia, la acción no tiene ningún interés en funcionar según las leyes de la física y su argumento y estilo está muy "influenciado" por otras películas. En este caso calca 1997: Rescate en Nueva York (Escape from New York, John Carpenter, 1981), entre otros.
Pero, a pesar de ello, la mezcla resulta lo bastante divertida como para perdonar sus debilidades. Incluso cuando reescribe la continuidad de la serie, contradiciendo anteriores entregas que el propio Anderson escribió, y cuando el único héroe de la saga que regresa, además de Alice (Milla Jovovich), es Claire Redfield (Ali Larter), lo cual es una lástima teniendo en cuenta que es la "última" entrega de la serie y que la anterior entrega se las arregló para reunir a la mayoría de personajes. También regresan un par de villanos el agente Smith de segunda Wesker (Shawn Roberts) y el doctor Isaacs (Iain Glen).
El film tiene una sencilla estructura que se dedica a encadenar escenas de acción, con una primera parte que es una road movie posapocalíptica y una segunda parte que transcurre en Raccoon City, en la que los protagonistas se sumergen en las instalaciones de Umbrella. Una estructura familiar para los fans, ya que es prácticamente la misma que las anteriores.
Esta última entrega, hasta que llegue el inevitable reboot, no es tal vez la gran épica que muchos esperaban (con un presupuesto de 40 millones de dólares difícilmente podía serlo) pero es un cierre más que digno a la historia de Alice. Si sois seguidores de la serie, seguramente la disfrutaréis, de otro modo puede que no acabéis de entender su atractivo.