17 jul 2017

Adiós a George A. Romero

 
Para todo amante del cine de terror, la muerte de George A. Romero es una noticia terrible. El maestro estaba ultimando Road of the Dead, nueva entrega de la saga iniciada con El diario de los muertos (Diary of the Dead, 2007). Aunque en esta ocasión solo como productor y coguionista, imagino que debido a sus problemas de salud.

Pocos directores pueden presumir de haber creado un antes y un después con su trabajo. Romero lo hizo con La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968). En este clásico, el director creó el zombi moderno, alejado de la tradición vudú que hasta entonces dominaba las películas con muertos vivientes. Sin embargo, aunque es indudable y obvia su influencia en el género, Romero es (porque lo sigue siendo) uno de mis directores favoritos por el humor negro y la inteligencia con que se acercaba al género, más allá de su contribución al cine de zombis (de las que El día de los muertos [Day of the Dead, 1985] es mi favorita). Para mí, sus películas más interesantes y logradas no están protagonizadas por muertos vivientes. Joyas como Martin (1978), editada en España con el horrible título El regreso de los vampiros vivientes, y Creepshow (1982) demuestran que Romero era un director cuyo talento y habilidad iba más allá de retratar el apocalipsis zombi.

En cierto modo, creo que su éxito con la saga "...de los muertos", en concreto la primera, fue una bendición pero también una maldición, ya que hizo muy complicado que otros proyectos suyos con otras temáticas vieran la luz. Por ello se vio obligado a trabajar con presupuestos muy bajos que muchas veces limitaban su ambiciosa visión. Solo tenéis que leer la serie de cómic El imperio de los muertos para ver de lo que era capaz Romero sin limitaciones presupuestarias.

Para mí su muerte ha sido todo un impacto. El mejor homenaje que se le puede hacer ahora es volver a ver y disfrutar con sus películas. En una entrevista incluida en la edición especial en Blu-ray que hizo Scream Factory de Atracción diabólica (Monkey Shines, 1988), Romero comenta su alegría por el hecho de que sus películas tengan vida a largo plazo, más allá de lo bien o mal que les vaya en el momento de estrenarse en cines. Y eso demuestra lo grande que fue Romero, a pesar de todo: sus películas estarán con nosotros siempre.

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