31 dic 2014

Empieza el año con la mejor película con zombis ninja de la historia

 
Son pocas las ocasiones en las que uno tiene la suerte de toparse con una gran obra maestra. Con una película cuya ambición y calidad hace que se aparte del resto y pase de ser un simple entretenimiento a puro arte. Por su guion delirante, su exagerada violencia, sus desnudos gratuitos y su fiel retrato de expertos en artes marciales que regresan de entre los muertos, Raw Force (Edward D. Murphy, 1982) es una de esas películas.

Voy a intentar justificar de forma (más o menos) racional por qué Raw Force me parece una obra maestra, pero esta película es más bien una experiencia emocional y visceral. Algo que se disfruta no por una apreciación intelectual de la fotografía, la forma en que está editada o su cuidado guion, sino porque te ofrece 86 minutos de delicioso escapismo y diversión. El tipo de película que provoca que al hablar de ella te den ganas de verla otra vez.

Pero empecemos por el principio.  Y en este caso, el principio es la reunión entre un productor ávido de llenarse los bolsillos y un director primerizo. A finales de los setenta, el cine de zombis y el de artes marciales eran los reyes, así que el productor Lawrence Woolner tuvo la feliz idea de pedir al novato Edward D. Murphy que le hiciera una película en que se combinaran ambos, con el título Kung Fu Zombies, que más tarde sería retitulada Raw Force.

Y así nació esta obra maestra, rodada en las Filipinas para darle un toque épico sin gastar mucho dinero, a lo Roger Corman (y por eso el film se ve beneficiado con la aparición del gran Vic Diaz). Porque es una historia realmente épica: Mike (Geoff Binney), John (John Dresden) y Gary (John Locke) son tres amigos representantes del club de Kung Fu de Burbank que se embarcan en un crucero hacia Warrior's Island. Una misteriosa isla en la que están enterrados expertos en artes marciales caídos en desgracia, habitada por unos monjes que tienen la capacidad de resucitar a estos guerreros si la isla se ve amenazada. Y esta es una de las razones por las que esta película me parece maravillosa: los tres descubren esta información... ¡en un panfleto turístico! Como si la guarida de un villano de James Bond estuviera de oferta como destino turístico en Atrápalo.com. En el crucero conoceremos al resto de protagonistas, como el capitán Harry Dodds, encarnado por el actor de culto Cameron Mitchell, su segundo de a bordo Go Chin (Rey King), también experto en artes marciales, y la directora del crucero Hazel Buck (Hope Holiday, en aquel entonces novia de Mitchell, que puso como condición para participar en la película que se incluyera a Hope en el reparto). Entre los variados pasajeros destacan Cookie Winchell (Jillian Kesner), una policía de vacaciones junto a su prima Eillen (Carla Reynolds).

Este variado grupo de personajes acabará en Warrior's Island de la manera más rocambolesca posible: cuando un grupo que se dedica a secuestrar mujeres y cambiárselas a los monjes por jade oye como los protagonistas leen el folleto, deciden impedir que los pasajeros del crucero visiten la isla para que no se descubra su negocio con los monjes, y en el proceso se aseguran de que acaben llegando a la isla. Unos auténticos genios del mal. Pero es otra de las cosas que hace grande a esta película: esta llena de detalles absurdos, pero luego tiene otros bastante realistas, como cuando el supermacho John atraviesa la ventanilla de una furgoneta con el pie y luego aparece con el pie vendado.

La cinta mezcla terror y acción, pero se inclina claramente hacia la acción, con algunas secuencias que son largas en cuanto a metraje, pero no se hacen para nada largas al espectador, destacando la masacre en el barco. Por supuesto, el hecho de que en muchas de estas escenas aparezcan los kung fu zombis es un gran incentivo.

Disfruto tanto viendo esta película que desde el principio me pone una estúpida sonrisa en la cara de pura felicidad. Es absurda, delirante y contiene abundantes dosis de sangre, violencia y secundarias desnudas como para que sea imposible no amarla. Os dejo con el tráiler, que es una obra maestra por si mismo.


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