Nadie me lo ha pedido ni nadie pedía que se hiciera pero lo he hecho. Un recorrido completo por la saga Leprechaun, el duende asesino más icónico del cine de terror. Podéis leer el artículo en Underbrain Mgz clicando aquí:
Un día, los ejecutivos de Golden Harvest se preguntaron: "¿Cómo podemos competir con los efectos especiales de The Terminatory Robocop para hacer nuestra propia versión?" La respuesta al parecer era muy sencilla: robots sexys y exagerada acción de artes marciales. Así, más o menos, fue cómo se concibió el clásico de culto Robotrix (Nu ji xie ren, 1991), cuando le encargaron al director Jamie Luk hacer una película que copiara el clásico de James Cameron y el de Paul Verhoeven y que fuera Categoría III (la categoría para mayores de 18 años en Hong Kong). En otras palabras, añadirle muchas dosis de sexo y violencia.
La película nos introduce en un mundo en el que los países compiten por vender los robots más modernos y fuertes, con un aspecto de seres humanos que recuerda a los replicantes. El malvado doctor Ryuichi Yamamoto (Chung Lam) decide transferir su consciencia a la de un poderoso robot (Billy Chow), porque al parecer solo se puede transferir una mente a un cuerpo robot cuando el cuerpo humano está muerto (?). Yamamoto decide entonces secuestrar el hijo de un poderoso jeque, mientras deja a su paso un rastro de prostitutas muertas. Entra en escena la doctora Sara (Siu-dan Hui) que, junto a su ayudante la androide Anna (Amy Yip), transfieren la consciencia de la recientemente fallecida agente Linda (Chikako Aoyama) a una réplica robótica de su cuerpo. Las tres, junto al prometido de Linda el también policía Joe Chow (David Wu), encabezan el escuadrón que debe daba dar caza a Yamamoto.
Robotrix se ha convertido en un título clásico dentro de la Categoría III. El delirante argumento, las escenas violentas seguidas de momentos propios de una comedia ligera y los frecuentes desnudos convierten esta película en algo memorable. Hay dos escenas de violaciones a cargo del malvado robot Yamamoto que son tremendamente brutales, pero también son tan exageradas y pasadas de vueltas que, aunque de obvio mal gusto, no son realísticamente salvajes como las que se puede uno encontrar en una rape & revenge, pero igualmente chirrían cuando aparecen al lado de momentos cómicos a lo Esteso y Pajares. Pero lo que destaca más en Robotrix, siendo está una película de la era dorada del cine de acción de Hong Kong, son las coreografías y la violencia de tebeo como la gloriosa decapitación mediante maleta de mimbre.
El mayor reclamo del film cuando se estrenó era el doble protagonismo de Amy Yip, una estrella de la Categoría III, y la bella Chikako Aoyama. Pero hoy día lo que más destaca de esta película es lo loca y desenfrenada que es. Robotrix está ahora disponible en Blu-ray en una edición sin censurar, ideal para dejarse seducir por esta joya del exceso en celuloide.
El inicio de la década de los 70 del siglo XX en Estados Unidos fue satánico. El verano del amor hippy llegó a un abrupto final con los crímenes de la Familia de Charles Manson, también había aumentado el interés creciente por la exploración espiritual de la New Age. Sumado al enorme éxito en taquilla de La semilla del diablo (Rosemary's Baby, Roman Polanski, 1968) y todo ello explica que el satanismo se pusiera de moda brevemente en USA, haciendo populares personajes como Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán. Eso se tradujo en un gran número de películas de terror satánicas que dominaron el género durante los primeros años 70. Luego, el satanismo desaparecería o pasaría a un segundo plano hasta que en los 80 del siglo XX se desató el Satanic Panic en Estados Unidos. De entre las muchas películas satánicas estrenadas en los 70, La hermandad de Satán (The Brotherhood of Satan, Bernard McEveety, 1971) es una de las mejores y más desconocidas.
Ben (Charles Bateman) y Nicky (Ahna Capri) están de vacaciones celebrando el cumpleaños de la hija de Ben K.T. (Geri Reischl). Tras ver un coche accidentado en la carretera deciden detenerse en un pueblo para informar del accidente, pero el sheriff (L.Q. Jones) parece más interesado en ellos que en el accidente y cuando la gente sale de sus casas para lanzarse sobre la pareja, esta decide salir a toda prisa del pueblo. Sin embargo, muy pronto descubren que no pueden salir del pueblo y se encuentran atrapados en una pesadilla junto al resto de la población.
La hermandad de Satán consigue, desde los primeros minutos, crear una sensación de desasosiego e inquietud, con una escena en la que no sabes exactamente lo que está pasando hasta que parece que un tanque de juguete está destruyendo un coche matando a los pasajeros de forma horrible. A medida que los protagonistas se ven inmersos en lo que sucede en este pueblo atrapado y aislado del resto del país, crece la sensación de paranoia y angustia por lo que va a suceder. Es una lástima que Columbia decidiera cambiar el título original Come in Children, ya que no revelar a los responsables hasta el momento en que la película lo hace podría haber aumentado el suspense. De todos modos, el film cuenta con una inquietante atmósfera y secuencias muy logradas que hacen que resulte sorprendente que no sea un título más conocido. Al mismo tiempo explica porqué se ha convertido en una cinta de culto y goza de mayor popularidad a medida que pasa el tiempo.
Aunque creo que lo más sorprendente es que en su día la película se calificó en Estados Unidos como PG, el equivalente aquí de apta para todos los públicos. Una calificación que no se entiende teniendo en cuenta que no es tímida con la sangre, por lo menos para ser 1971, con una lograda escena de decapitación y un sangriento clímax. Lo que la hace ideal para verla en una doble sesión con Carrera con el diablo (Race with the Devil, Jack Starrett, 1975).
Alguna escena psicodélica propia de la época aparte, los años le han sentado muy bien a la película. Tiene un ritmo ligero y unas buenas interpretaciones que hacen avanzar la historia a buen ritmo, logrando evitar los clichés que rápidamente aparecieron en el subgénero satánico, lo que la convierte en el candidato ideal para ser tu próximo descubrimiento. Déjate atrapar por La hermandad de Satán.
Hay películas que sobreviven problemas de producción, pósteres feos, malos títulos y peor distribución. Lo consiguen gracias a tener un concepto original en su centro o por su reparto o por la manera en que el director decidió presentar la historia. Por todas las razones anteriores y otras más, Pacto en la sombra (Phantom of the Mall: Eric's Revenge, Richard Friedman, 1989), contra todo pronóstico, ha sobrevivido y se ha convertido en un film de culto.
Si os habéis fijado en el título original os habréis dado cuenta de que esta película versiona El fantasma de la ópera de Gaston Leroux, trasladando la historia a un centro comercial. Obviamente, la película ignora la novela de Leroux y se inspira más bien en las versiones que crearon la Universal y la Hammer. Melody (Kari Whitman) empieza a trabajar en el recién inaugurado centro comercial, en el cual una misteriosa figura acecha en las sombras. Melody sospecha que su novio Eric (Derek Rydall) no murió en un incendio como le han hecho creer y tal vez sea esa figura misteriosa. El título ya deja claro que es así, por incompresibles razones, así que no hay mucho misterio al respecto: Eric sigue vivo y se quiere vengar de aquellos que incendiaron su casa y mataron a sus padres para poder construir el maldito centro comercial.
Phantom of the Mall aprovechó la popularidad de la versión musical de Andrew Lloyd Webber, estrenada en 1986, para interesar a los espectadores ya que el slasher estaba ya de capa caída. De modo que, mientras la película empieza como un slasher, a medida que avanza el film se inclina más hacia el thriller. Coge así lo mejor de ambos géneros: muertes creativas, persecuciones y acción. También es de apreciar que el director Richard Friedman inyecta saludables dosis de humor negro a la película.
Hoy día, el film resulta interesante por diversos motivos. Sorprende el reparto en el que encontramos a la entonces popular Morgan Fairchild y Pauly Shore, que estaba a punto de convertirse en un popular actor cómico en Estados Unidos. Otro nombre popular en la época era el de la protagonista Kari Whitman, elegida Playmate del mes en febrero de 1988. Sin embargo, cuando los productores quisieron aprovecharse de que tenían a una Playmate en el reparto e idearon un par de escenas en que debería desnudarse, la actriz lógicamente se negó y acabaron usando una doble de cuerpo. Pero lo que hace más interesante el film desde una perspectiva actual es que funciona como una cápsula temporal, capturando en celuloide el momento de gloria de los centros comerciales ochenteros.
En su día el film no tuvo una buena distribución, ganando popularidad cuando se editó en VHS, aunque fue editada en este formato con una pésima calidad de imagen. A pesar de todo, la película sobrevivió, ganando valor con el tiempo. Phantom of the Mall es auténtica diversión ochentera, explotando la idea de un "fantasma del centro comercial" de manera tremendamente entretenida.