Por alguna razón, en España hay dos Psicosis II, igual que tenemos dos Phantasma II. La secuela Psicosis II: El regreso de Norman (Psycho II, Richard Franklin, 1983) y Psicosis II, el título con el que se estrenó en la Península el slasher Night School (Ken Hughes, 1981).
Es posible que la decisión de ponerle este peculiar titulo a Night School es que la traducción literal, Escuela nocturna, podría hacer que se confundiese con alguna de las muchas películas "S" que llenaban los cines españoles de la época. Al fin y al cabo, es un periodo en el que se decidió cambiar "flujo" por "fluzo" en Regreso al futuro (Back to the Future, Robert Zemeckis, 1985) porque al parecer a alguien le sonaba demasiado cercano a "flujo menstrual". No creo que fuera porque el que le puso el título castellano pensara en hacer un comentario sobre la influencia de Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) en el moderno slasher americano.
Night School tiene un argumento algo novedoso dentro del género en la época, ya que está ambientada en un entorno urbano, la ciudad de Boston, y los protagonistas son adultos, o al menos no adolescentes. El inspector Judd Austin (Leornard Mann) investiga unos asesinatos en los que el asesino ha decapitado a sus víctimas. Algo que todas tienen en común, además de ser decapitadas, es que todas estudiaban en una escuela nocturna femenina, así que el inspector Austin decide centrar su investigación en las estudiantes y profesores del centro con la esperanza de detener al asesino antes de que decapite a una nueva víctima.
Esta fue la última película que dirigió Ken Hughes, un veterano director cuya carrera abarca toda clase de títulos. Desde películas infantiles como Chitty Chitty Bang Bang (1968) a dramas históricos como Los juicios de Oscar Wilde (The Trials of Oscar Wilde, 1960), pasando por ser uno de los directores que trabajó en Casino Royale (1967). Hughes es una de las razones por las que este es un film que ha perdurado, ya que el guion no es nada del otro mundo. Es bastante fácil adivinar quién es el asesino, pero la manera en que Hughes filma un guion mediocre hace que, a pesar de todo, resulte un film entretenido. También se ha de valorar un buen reparto, encabezado por la bella Rachel Ward.
Personalmente, lo que más me llamó la atención es que este slasher muestra una fuerte influencia del giallo, como los toques psicosexuales y de morbosa exploitation. Pero, especialmente, el asesino decapitador de Night School recuerda bastante al asesino motorista de Corrupción de menores (La polizia chiede aiuto, Massimo Dallamano, 1974).
Seguramente no será recordado entre los grandes títulos del género, pero Night School resulta muy efectiva y entretenida. Está repleta de pequeños toques que le dan personalidad y que hacen de este un título a tener en cuenta por los aficionados al género.
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