7 mar 2010

Los señores del acero (Flesh + Blood)


Los señores del acero (Flesh + Blood, 1985) fue la película puente entre la primera etapa europea de Paul Verhoeven y el inicio de su carrera en Estados Unidos. Filmada en régimen de coproducción entre Estados Unidos, Holanda y España, esta película es una visión extremadamente realista de como era la vida en Europa en el siglo XVI. Un retrato oscuro y cínico de la naturaleza humana, donde lo único que importa es sobrevivir.

La película mantiene las dosis de sexo y violencia habituales en el cine de Verhoeven, además de añadir ambigüedad moral a todos los personajes. No hay una clara línea que separe a los héroes de los villanos, todos actúan según el momento para salir bien parados y conseguir lo que quieren. El ejemplo máximo de ello es Agnes, el personaje que interpreta Jennifer Jason Leigh. Una vez se ve atrapada en el grupo de bandidos de Martin (Rutger Hauer), vemos como utiliza todas las armas a su disposición para sobrevivir. Crea una relación con Martin, que al principio es fingida pero poco a poco se va haciendo real, al mismo tiempo que no pierde de vista a su joven prometido Steven (Tom Burlinson) de cara a un posible rescate. Martin, a su vez, manipula a sus compañeros para poder mantener una relación con Agnes que no entre en conflicto con su estilo de vida. Martin y su banda no son malvados salvajes que deciden secuestrar a una doncella para su rescate, reaccionan al hecho de ser traicionados y robados por el noble Arnolfini (Fernando Hilbeck), padre de Steven. Y podríamos seguir así con todos los personajes. En toda la película sólo aparecen dos relaciones de amor desinteresado y leal: la pareja homosexual que forman Miel y Orbec (Simón Andreu y Bruno Kirby, respectivamente) y la de un niño y su madre.

Verhoeven, al igual que hizo en Robocop, traza paralelismos entre la sociedad que representa en su película y la nuestra. Los nobles en Los señores del acero actúan como capitalistas; la iglesia es representada por el personaje Cardenal (Ronald Lacey), que no duda en matar para mantener el poder y es usado como una metáfora de la actitud de la iglesia católica a lo largo de la historia. Verhoeven usó como inspiración para la banda de Martin a los primeros movimientos anabaptistas que formaron una especie de protocomunismo en el siglo XVI y que fueron perseguidos exterminados por la iglesia católica y los protestantes. Un retrato bastante idealizado de ellos aparece en la novela Q del colectivo intelectual Luther Bissette.

Encontramos otros paralelismos entre esta película de Verhoeven y la posterior Robocop, aparte de la crítica social. En Flesh + Blood tenemos una escena en la que un personaje protagonista, Steven, es torturado mientras se burlan de él que es muy parecida a la sufrida por el personaje de Peter Weller, Murphy, que lo lleva a ser elegido para convertirse en Robocop. En el caso de Robocop, Verhoeven lo relaciona con el calvario de Jesucristo y su resurreción. En el caso de la película que nos ocupa es otra manera de mostrar la poca importancia que se le daba a la violencia. Ya sea matando a alguien o violando mujeres, eran hechos que formaban parte de la vida cotidiana.

Verhoeven califica su película de nietzscheana y apocalíptica. Ciertamente, vista hoy día, después de todas las idealizaciones fantásticas que hemos visto de esa época, resulta una película muy cruda y chocante. Que es precisamente por lo que me gusta.


Un último detalle. La música de Los señores del acero fue compuesta por Basil Poledouris. Verhoeven lo escogió después de ver la película Conan el Bárbaro (Conan the Barbarian, 1982), la excelente versión que hizo John Milius del personaje de Robert E. Howard, para la que Poledouris también compuso la música. Verhoeven es un gran fan de esta película. Se nota la influencia de Conan el Bárbaro en Los señores del acero, no sólo por la violencia sino también por la sociedad brutal que representa. Si se puede, es recomendable ver las dos películas seguidas.

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