Esta obra maestra del terror de 1960 le costó la carrera a su director en Inglaterra, Michael Powell. Considerada obscena y perversa por la censura británica, tuvieron que pasar diez años para que la película fuera reivindicada y alcanzara el estatus de clásico que tiene hoy día gracias a los seguidores de culto que tuvo al principio.
Escrita por Leo Marks, la película cuenta la historia de Mark Lewis (Carl Boehm) un tímido operador de cámara que mientras trabaja en diversos rodajes aspira a ser él mismo director de cine. A tiempo parcial trabaja fotografiando mujeres en posturas eróticas. Lewis es además un asesino en serie, atrae mujeres a su casa o a su taller para luego filmarlas con su cámara a la que ha incorporado un cuchillo bajo el objetivo y un espejo en el cual sus víctimas pueden verse reflejadas mientras mueren.
Tremendamente perturbadora incluso hoy día, Peeping Tom (expresión inglesa para definir a un voyeur) tiene varias capas de significado. La primera es la que nos ofrece la trama, centrada en la disfuncional relación entre Lewis y su padre que luego Lewis reproduce con sus víctimas. Lewis fue víctima de los experimentos psicológicos de su padre que ahora reproduce en forma de asesinatos. Estas relaciones freudianas estaban muy de moda en los sesenta en el cine que, aparentemente, acababa de descubrir el psicoanálisis. Después tenemos el perturbador hecho de como el director Michael Powell convierte en voyeurs a los espectadores. De forma parecida a lo que harían los italianos diez años más tarde, Powell nos coloca en el punto de vista de la cámara haciendo de nosotros cómplices del asesino aparte de espectadores, creando una sensación a un tiempo inquietante y morbosa, explotando al voyeur que todo espectador de cine lleva dentro ya que, al fin y al cabo, ¿qué otra cosa hace el espectador de cine que espiar las vidas de otras personas? Otra capa interesante es la que apunta el director de cine Martin Scorsese que ve la película como un estudio sobre el director de cine. Lewis hace películas de sus asesinatos y Scorsese hace un paralelismo entre lo que significa ser director de cine y manipular las emociones del espectador con la obra de Lewis, el auteur definitivo.
Por fortuna la película se puede encontrar fácilmente en DVD, a no ser que se agotara desde que yo la compré hace unos años.
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