Ésta es una de las pocas películas calificadas "de culto" que fue un gran éxito de taquilla. En su momento la crítica "seria" no entendió de que trataba la película, al igual que los estudios que la habían financiado, pero fue convertida en éxito por el público joven y universitario que sí entendió la película, demostrando que, en palabras de Bob Dylan, los tiempos estaban cambiando. El valle de los placeres (Beyond the Valley of the Dolls, 1970) es mi favorita de las películas dirigidas por Russ Meyer, una película que ha dejado su marca no sólo en otras películas como El fantasma del paraíso (Phantom of the Paradise, Brian De Palma, 1974) o The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975) sino también en el mundo de la música, gracias a su fantástica banda sonora. Como muestra, fijaos en este videoclip de las fabulosas The Pipettes que reproduce de manera exacta una secuencia de la película a manera de homenaje, cambiando simplemente The Carrie Nations (el grupo de la película) por las pizpiretas The Pipettes:
El cine de los grandes estudios se encontraba en medio de una crisis hacia finales de los sesenta. Desde que habían perdido el monopolio de la distribución, empezaron a surgir montones de distribuidores y productoras independientes que rodaban películas de bajo presupuesto en un intento de competir con las majors. ¿Y cómo competir cuando no se tienen los recursos de una gran compañía? Pues ofreciendo aquello que los grandes estudios consideraban de mal gusto o de baja clase.
Efectivamente, son los cineastas independientes y de serie B los que empiezan a mostrar en pantalla todos los cambios sociales (culturales, sexuales y demás) que el cine de los grandes estudios ignoraba en un intento de mantener el status quo. De esta forma, el público se empieza a sentir desconectado del cine de las grandes productoras y empieza a convertir en éxito las producciones de compañías más modestas como la AIP, en la que trabajaba Roger Corman. Las cosas cambian en 1969 con el estreno de Easy rider. Buscando mi destino (Easy Rider, Dennis Hopper). El gran éxito de taquilla de este clásico hace que por fin los estudios se den cuenta de que la sociedad está cambiando. Sin embargo no tienen ni idea de como hacer películas que conecten de nuevo con un público desencantado con el estilo de Hollywood. Con la excepción de Sam Peckinpah, el resto de cineastas todavía se encuentra apegado al viejo sistema. Será entonces que se iniciará la edad dorada del cine americano, con la introducción de un montón de directores, provenientes del cine independiente y la serie B, que muestran influencias del cine europeo, gente como Martin Scorsese o Francis Ford Coppola. Los estudios empiezan también a adoptar argumentos y personajes que hasta entonces se consideraban sólo dignos de producciones de bajo presupuesto; me refiero a títulos como Bonnie y Clyde (Bonnie and Clyde, Arthur Penn, 1967) o El Padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, 1972). Películas que unos años antes ningún gran estudio se hubiese dignado a financiar a lo grande.
Todo este proceso culmina en los años setenta cuando Steven Spielberg con Tiburón (Jaws, 1975) y George Lucas con La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) filman películas de serie B con millones de dólares y recaudando más aún. Esto inició un proceso en el que ahora nos encontramos, según el cuál los grandes estudios empezaron ya sin prejuicios a rodar películas de serie B usando grandes presupuestos, como Alien. El octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979).
¿Y todo esto que tiene que ver con Beyond the Valley of the Dolls? Russ Meyer era un director que tenía un estilo único y moderno (hasta cierto punto adelantado a su tiempo) cuyas películas recaudaban millones aunque estaban hechas con muy poco dinero. A pesar de sus problemas con los grupos morales y los juicios por obscenidad, Vixen! había recaudado millones de dólares. No sólo eso, Cherry, Harry & Raquel! superó en taquilla la gran superproducción de la Twentieth Century Fox Patton (Franklin J. Schaffner, 1970). Dándose la casualidad de que Patton contenía material filmado por el propio Russ Meyer.
Russ Meyer estuvo en la Segunda Guerra Mundial en funciones de fotógrafo y documentalista y estuvo siguiendo al general Patton durante gran parte del conflicto. Además, durante ése período el joven Meyer conoció a Ernest Hemingway que lo llevó a visitar diversos burdeles. Toda su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial afectó a Meyer de manera decisiva: su manera de retratar la violencia, la presencia de nazis viviendo escondidos en Estados Unidos y la obsesión con los cabezales de cama (aparentemente había uno enorme en la cama del burdel que visitó con Hemingway) así como los planos imposibles a través de colchones transparentes, todo se gesta en este período de su vida.
Pero volviendo al fracaso de Patton y el éxito de Cherry, Harry & Raquel!, Richard D. Zanuck en aquel momento era el jefe de la Fox y fue a ver la película de Meyer que le había pasado la mano por la cara a su carísima producción. Después de verla decide contratar a Meyer para que trabaje para el estudio. Y es así como le encargan a Meyer hacer una continuación de El valle de las muñecas (Valley of the Dolls, Mark Robson, 1967), adaptación de un best-seller de Jacqueline Susan que había sido un gran éxito de taquilla.
Russ Meyer no la había visto, así que va a verla en compañía de Roger Ebert. Ambos empiezan a reírse a carcajadas de la película que les parece realmente mala (lo es). Es así como en lugar de hacer una simple continuación, lo que crean Meyer y Ebert es una despiadada, sangrante y brutal sátira del cine de Hollywood. Deciden burlarse de toda la moralina, de todos los clichés de los dramas hollywodienses creando una bestia parda que no deja títere con cabeza.
La trama gira en torno a un grupo de pop-rock femenino: The Carrie Nations, formado por Kelly (Dolly Read), Casey (Cynthia Myers) y Pet (Marcia McBroom). Acompañadas del novio de Kelly y agente del grupo Harris (David Gurian), deciden ir a probar suerte a Los Ángeles, donde vive la tía rica de Kelly, Susan (Phyllis Davis). Allí conocerán a Ronnie "Z-Man" Barzell (John Lazar), un empresario musical que las convertirá en estrellas y las introducirá en el pecaminoso mundo de los artistas. A partir de aquí empieza el melodrama. Mencionar también entre los actores a Erica Gavin, que había protagonizado para Meyer Vixen!, y Charles Napier, un habitual de Meyer que aquí interpreta un poco habitual papel de galán buena persona.
Meyer y Ebert hacen sangre del melodrama hollywoodiense empezando con los diálogos. Ya que les encargan hacer una película moderna, deciden incluir todas y cada una de las frases de argot que existían en aquel momento creando un hilarante efecto acumulativo: imaginaos a vuestro padre o abuelo borracho intentando hablar "moderno" y os haréis una idea del efecto. Aquí debo insistir mucho en el hecho de que se vea la película en versión original, ya que de otra manera se pierde el efecto. Meyer, además, pidió a los actores que lo interpretaran todo de la forma más seria posible, como si fuera un auténtico drama. Esto extrañó a la mayoría del reparto que, claro, había leído el guión y sabía de que iba. Pero sin duda este fue un golpe de genio por parte de Meyer, que hace que unos diálogos de por sí hilarantes lo sea aún más gracias a la seriedad con que la dicen los actores.
La estructura de la película resulta bastante moderna y ha sido muy imitada desde entonces. Pero en lo que se refiere al lenguaje que utiliza Meyer, tenemos por un lado el montaje de la película que es posiblemente uno de los más perfectos que he visto nunca. Tiene un ritmo y una manera de formar las escenas pocas veces igualado. Por otro lado, Meyer utiliza muchos trucos visuales propios del cine de los años treinta, como ver un plano que marca el recorrido de los protagonistas, y otras herramientas visuales propias del cine de décadas anteriores. Para acabar de redondearlo todo, le da a la película un look que hace que parezca que fue filmada a mediados o principios de los sesenta en lugar de 1970. Algo buscado, ya que sus películas anteriores sí tienen un look más moderno que no delata el año en que fueron filmadas.
Lo que sí no es cosa de broma es la música. La parte musical de la película es realmente soberbia, y es una lástima que las Carrie Nations no existan de verdad. Os recomiendo comprar la banda sonora completa que apareció en CD hace unos años (puede que ya esté agotada) y que contiene las versiones del álbum de la banda sonora que apareció en su momento junto a las originales cantadas por Lynn Carey, así como la música dramática compuesta por Stu Phillips. Aseguraos que es la versión íntegra, porque hay otra que sólo incluye unas cuantas de las canciones de la película en versiones diferentes a como aparecen en ella.
Jacqueline Susan vio lo que Meyer y Ebert habían hecho y no se lo tomó muy bien, por ello al principio de la película aparece un cartel que elimina cualquier relación entre la película de Meyer y la obra de Susan. Pero, como ya he dicho, no fue la única que no supo ver que era la película. Aunque a lo mejor lo supo ver mejor que nadie, y no le gustó que se hiciera burla del tipo de historia de ella se dedicaba a crear. Por mi parte, os recomiendo el visionado de esta maravilla encarecidamente ya que, como decían en la publicidad de la misma, nunca habéis visto una película como esta antes, ya que no ha existido una película como esta antes.
Si me permitís, acabaré de la misma forma que acabé la introducción a un pase de esta película que organicé en la universidad (con gran éxito, me permito añadir), con una selección de lo mejor, para mí, de esta joya del séptimo arte:
Mejor canción: Look Up At The Bottom
Mejores pechos: Cinthya Myers
Mejor frase: "Beberás el negro esperma de mi venganza."
Russ Meyer estuvo en la Segunda Guerra Mundial en funciones de fotógrafo y documentalista y estuvo siguiendo al general Patton durante gran parte del conflicto. Además, durante ése período el joven Meyer conoció a Ernest Hemingway que lo llevó a visitar diversos burdeles. Toda su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial afectó a Meyer de manera decisiva: su manera de retratar la violencia, la presencia de nazis viviendo escondidos en Estados Unidos y la obsesión con los cabezales de cama (aparentemente había uno enorme en la cama del burdel que visitó con Hemingway) así como los planos imposibles a través de colchones transparentes, todo se gesta en este período de su vida.
Pero volviendo al fracaso de Patton y el éxito de Cherry, Harry & Raquel!, Richard D. Zanuck en aquel momento era el jefe de la Fox y fue a ver la película de Meyer que le había pasado la mano por la cara a su carísima producción. Después de verla decide contratar a Meyer para que trabaje para el estudio. Y es así como le encargan a Meyer hacer una continuación de El valle de las muñecas (Valley of the Dolls, Mark Robson, 1967), adaptación de un best-seller de Jacqueline Susan que había sido un gran éxito de taquilla.
Russ Meyer no la había visto, así que va a verla en compañía de Roger Ebert. Ambos empiezan a reírse a carcajadas de la película que les parece realmente mala (lo es). Es así como en lugar de hacer una simple continuación, lo que crean Meyer y Ebert es una despiadada, sangrante y brutal sátira del cine de Hollywood. Deciden burlarse de toda la moralina, de todos los clichés de los dramas hollywodienses creando una bestia parda que no deja títere con cabeza.
Foto promocional que muestra, según el póster que se hizo de la película, chicas que viven en un mundo en el cual son viejas a los veinte, si llegan vivas a los veinte. |
La trama gira en torno a un grupo de pop-rock femenino: The Carrie Nations, formado por Kelly (Dolly Read), Casey (Cynthia Myers) y Pet (Marcia McBroom). Acompañadas del novio de Kelly y agente del grupo Harris (David Gurian), deciden ir a probar suerte a Los Ángeles, donde vive la tía rica de Kelly, Susan (Phyllis Davis). Allí conocerán a Ronnie "Z-Man" Barzell (John Lazar), un empresario musical que las convertirá en estrellas y las introducirá en el pecaminoso mundo de los artistas. A partir de aquí empieza el melodrama. Mencionar también entre los actores a Erica Gavin, que había protagonizado para Meyer Vixen!, y Charles Napier, un habitual de Meyer que aquí interpreta un poco habitual papel de galán buena persona.
Meyer y Ebert hacen sangre del melodrama hollywoodiense empezando con los diálogos. Ya que les encargan hacer una película moderna, deciden incluir todas y cada una de las frases de argot que existían en aquel momento creando un hilarante efecto acumulativo: imaginaos a vuestro padre o abuelo borracho intentando hablar "moderno" y os haréis una idea del efecto. Aquí debo insistir mucho en el hecho de que se vea la película en versión original, ya que de otra manera se pierde el efecto. Meyer, además, pidió a los actores que lo interpretaran todo de la forma más seria posible, como si fuera un auténtico drama. Esto extrañó a la mayoría del reparto que, claro, había leído el guión y sabía de que iba. Pero sin duda este fue un golpe de genio por parte de Meyer, que hace que unos diálogos de por sí hilarantes lo sea aún más gracias a la seriedad con que la dicen los actores.
La estructura de la película resulta bastante moderna y ha sido muy imitada desde entonces. Pero en lo que se refiere al lenguaje que utiliza Meyer, tenemos por un lado el montaje de la película que es posiblemente uno de los más perfectos que he visto nunca. Tiene un ritmo y una manera de formar las escenas pocas veces igualado. Por otro lado, Meyer utiliza muchos trucos visuales propios del cine de los años treinta, como ver un plano que marca el recorrido de los protagonistas, y otras herramientas visuales propias del cine de décadas anteriores. Para acabar de redondearlo todo, le da a la película un look que hace que parezca que fue filmada a mediados o principios de los sesenta en lugar de 1970. Algo buscado, ya que sus películas anteriores sí tienen un look más moderno que no delata el año en que fueron filmadas.
Lo que sí no es cosa de broma es la música. La parte musical de la película es realmente soberbia, y es una lástima que las Carrie Nations no existan de verdad. Os recomiendo comprar la banda sonora completa que apareció en CD hace unos años (puede que ya esté agotada) y que contiene las versiones del álbum de la banda sonora que apareció en su momento junto a las originales cantadas por Lynn Carey, así como la música dramática compuesta por Stu Phillips. Aseguraos que es la versión íntegra, porque hay otra que sólo incluye unas cuantas de las canciones de la película en versiones diferentes a como aparecen en ella.
Cinthya Myers, descansando después de un duro día de rodaje |
Jacqueline Susan vio lo que Meyer y Ebert habían hecho y no se lo tomó muy bien, por ello al principio de la película aparece un cartel que elimina cualquier relación entre la película de Meyer y la obra de Susan. Pero, como ya he dicho, no fue la única que no supo ver que era la película. Aunque a lo mejor lo supo ver mejor que nadie, y no le gustó que se hiciera burla del tipo de historia de ella se dedicaba a crear. Por mi parte, os recomiendo el visionado de esta maravilla encarecidamente ya que, como decían en la publicidad de la misma, nunca habéis visto una película como esta antes, ya que no ha existido una película como esta antes.
Si me permitís, acabaré de la misma forma que acabé la introducción a un pase de esta película que organicé en la universidad (con gran éxito, me permito añadir), con una selección de lo mejor, para mí, de esta joya del séptimo arte:
Mejor canción: Look Up At The Bottom
Mejores pechos: Cinthya Myers
Mejor frase: "Beberás el negro esperma de mi venganza."
Me está resultando complicadísimo conseguir alguna de las pelis de Meyer que pones, y les tenía ganas porque son muy frescas y divertidas
ResponderEliminarPD creo que con esta voy a tener suerte y la voy a poder ver. Al fin!
ResponderEliminarPerdon por la expresion,¡Joder,que buenas estaban estas tias! esta no me recordaba de ella y de echo no la vi,me la bajare ya que las otras ya las tengo.
ResponderEliminar¡Fantastico,Raul!
Gracias por el/los posts que son geniales.
Atticus y Javi, comenté estas películas en concreto ya que estaban editadas por Manga Films, y la del valle de los placeres por la Fox, y si no las encuentras puedes ir al fnac o al corte inglés y te las pueden pedir (al menos ese servicio está disponible en Barcelona). Nada de bajarlas, porque las ediciones en dvd contienen interesantes comentarios que grabó Meyer poco antes de morir.
ResponderEliminarY vuelvo a insistir en la importancia de verlas en versión original, ya que sino pierden gran parte de su encanto.
Aparte de eso, disfrutadlas en toda su gloria.