El western es un género curioso: su característica principal parece ser no tanto el tipo de historias que trata como el lugar y momento histórico en el cual están ambientadas. Supongo que por eso ha sido un género que ha influido en otros géneros de manera subrepticia: los marines rodeados de hostiles extraterrestres no están muy alejados de los cowboys rodeados de indios cazacabelleras; el vaquero buscando venganza por la muerte de su familia parece el abuelo del vengador revienta gánsteres; el solitario Shane no tiene mucho que envidiarle a cualquier justiciero enmascarado.
Es por eso mismo que el western, a su vez, es bastante permeable a la hora de mezclar géneros. Por ejemplo, la película que nos ocupa: Infierno de cobardes (High Plains Drifter, Clint Eastwood, 1973). En esta película a la clásica historia de hombre en busca de venganza se le añaden ciertos aspectos sobrenaturales que la convierten en una original entrada del género.
Salido de la nada, literalmente, un extraño (Clint Eastwood, por supuesto) llega a un pequeño pueblo atemorizado por la inminente llegada de unos criminales. Desde su llegada, este extraño se convierte en el centro de atención del pueblo tras abatir a tres criminales en el saloon y es convertido en su futuro salvador, pero es a partir de aquí que el familiar argumento se separa de lo habitual. El extraño empieza a mangonear a todo el pueblo creando unas fuertes tensiones que explotaran con la llegada de los criminales.
Esta película, su segunda película como director, se enmarca en un momento en el cual Eastwood empezó a deconstruir y jugar con los elementos del western que le habían hecho famoso. Algo que seguiría haciendo en clásicos posteriores como El fuera de la ley (The Outlaw Josey Wales, 1976). Aquí llena también la película de un humor no muy habitual en este tipo de historias, así como de curiosos guiños: en el cementerio podemos leer en diferentes lápidas los nombres de diversos directores con los que trabajó Eastwood (destacando sus favoritos: Don Siegel y Sergio Leone).
El punto fuerte de la película, para mí, es la ambigüedad y los elementos sobrenaturales. Estos fueron añadidos y potenciados por Eastwood al guion, ya que las primeras versiones del guion que empezó a elaborar con Dean Riesner no los incluían y era una historia de venganza más habitual. Finalmente, Eastwood le pasó las tareas de guionista a Ernest Tidyman, ganador del Oscar al mejor guion por Contra el imperio de la droga (The French Connection, William Friedkin, 1971) y creador de Shaft.
Tras el estreno de esta película, según Imdb, Eastwood le mandó una carta a John Wayne sugiriendo que trabajasen juntos en un western. Pero Wayne se negó en redondo, ya que no le había gustado nada la violencia de esta película ni su aire revisionista del Viejo Oeste. Es decir, los elementos que la hacen destacar. Desde luego, este Oeste no es el mismo por el que cabalgaba John Wayne.
Me encantó, aún estando a años luz de los western made in Leone.
ResponderEliminarLa escena final, donde Eastwood va ajusticiando a cada uno de los criminales, tiene un aire sobrenatural bastante palpable. Esos latizados saliendo de la oscuridad, o la silueta del extraño con el fuego de fondo...
Pero hay algo que no entiendo SPOILER si se supone que el extraño fue asesinado delante de la gente por la banda de criminales, ¿como es que nadie se extraña al volver a verlo? SPOILER
Pues SPOILERAZO porque tenía una apariencia física distinta. Si te fijas en el asesinato del sheriff, tiene una cara y un aspecto completamente distintos. Originalmente se suponía que el personaje de Eastwood era el hermano del sheriff asesinado, pero el amigo Clint prefirió que fuera más ambiguo, como hizo Leone en Érase una vez el Oeste. Y fin SPOILER.
ResponderEliminarAdemás, la mejor película de Eastwood como director es un western: 'Sin perdón'. 'El fuera de la ley' y 'El jinete pálido' son otras de sus joyas.
ResponderEliminarUn saludo!!
Sí, sus mejores películas son westerns que desmontan los mitos clásicos del género. Especialmente la gran Sin Perdón. Personalmente también me gusta mucho Ruta Suicida, aunque no esté al nivel de las mencionadas.
ResponderEliminarInfierno de cobardes es un peliculón, pero yo me quedo con El jinete pálido. Ruta suicida también me gusta pero no al nivel de El jinete pálido o dos que me parecen cojonudas que son Los puentes de Madison y Un mundo perfecto.
ResponderEliminarNo recuerdo lo de las tumbas de Siegel y Leone, tendré que volver a verla.
Soy Einer, que no sé por qué no me deja identificarme. ¿Os va blogger como el culo últimamente también?
Esto es spaghetti. No me gustó demasiado; prefiero otros spaghettis como La muerte tenía un precio, Por un puñado de dólares o El bueno, el feo y el malo.
ResponderEliminarEse aspecto que destacas de la peli, el que el personaje principal saliera como de ningún sitio, está también en la magnifica El jinete pálido, una de las que más me gustan de Clint Eastwood. Eso lo convierte como en una especie de western metafísico. Un saludo, Raül, y buena entrada.
No sé exactamente qué te había puesto, Raül, pero comentarte que en eso del personaje que no se sabe muy bien de dónde sale, y quién es, tiene alguna similitud con la interesantísima El jineta pálido; son algo así como western metafísicos. Esta que comentas me había hecho su gracia; me gustó bastante esa chulería simpática y el estar sobrao en todas y cada una de las escenas en las que sale el bueno de Eastwood. Qué crack! De cualquier manera, esta peli es spaghetti 100% y de este estilo mis favoritas son Por un puñado de dólares (quizás la que más me gusta por su simpleza y esa especie de primitivismo), La muerte tenía un precio (ésta más trabajada de guión, pero tan chula como la primera) y El bueno, el feo y el malo; otra que me gustó bastante y no se habla mucho de ella es Joe Kidd, aunque no es tan spaghetti como las anteriormente citadas.
ResponderEliminarLo que también me acuerdo es que te había dicho que la entrada era bastante buena, como siempre ;-) Ciao, Raül.
Yo no soy muy de western, la verdad (otra vez con mis rarezas), pero me gustó Sin perdón, claro, es que en aquella época se reveló como un western atípico. Creo que fue una de las que inauguró el concepto de "western crepuscular": películas del oeste con un estilo muy distinto al que estábamos acostumbrados a ver: oscuro, psicológico y adulto (creo yo). Si tengo que elegir entre la violencia cruda y seca del oeste de Clint Eastwood y el tono épico y de aventuras de John Wayne, prefiero éste último (el de John Wayne), que me resulta más entretenido. Sé que el spaghetti western es un género muy original, innovador en la época, y de gran calidad, pero a mí personalmente me resulta muy lento y cansado. Lo único que me gusta son las fascinantes bso de Ennio Morricone.
ResponderEliminarJavi, creo que has mezclado unas cuantas cosas... con lo malo que es mezclar! Ja ja El personaje del errante justiciero se remonta, principalmente a Shane (creo que aquí se llamó Raíces profundas) y El Jinete Pálido es una versión moderna de eso. En esta película la diferencia es que el personaje literalmente sale de la nada, no está vivo y tiene como objetivo vengarse y destruir el pueblo que se supone tiene que proteger de los malvados. Los Spaghetti Western son por denominación exclusivamente películas italianas, como las tres que mencionas que dirigió Sergio Leone. Sí es cierto que esta película tiene influencias del Spaghetti Western ya que Eastwood hacía poco que había acabado de trabajar con Leone y muestra influencias suyas a la hora de dirigir. ¿Tener influencias de un estilo es lo mismo que pertenecer a ese estilo? Yo me inclino a que no, pero entiendo si opinas lo contrario. Un saludo.
ResponderEliminarAriadna, de mitológico nombre, el western sufrió un cambio a partir de los años sesenta, con la llegada de las pelis del oeste italianas, las famosas Spaghetti Western, y el trabajo de maestros como Sam Peckinpah, y es entonces que aparece el llamado western crepuscular. Casi diría que Grupo Salvaje fue la primera, pero podría equivocarme al hablar de memoria. En cuanto al estilo Eastwood o el estilo Wayne, la verdad es que para mí depende de la peli y del humor que esté. Aunque yo tampoco es que sea mucho de pelis del oeste, a no ser que sean algo atípicas. Y las bandas sonoras de Ennio Morricone son fantásticas sin duda alguna.
Mira, Raíces profundas sí que me gusta, pero no por el soso de Alan Ladd, con perdón, sino por los carismáticos Van Heflin y Jack Palance, yo soy así de rara :(
ResponderEliminarVaya, no sabía que el western crespuscular había empezado tan pronto, no me acordé de Sam Peckinpah, pero me temo que esos westerns tampoco me gustan mucho, demasiada acción y violencia para mí.
Lo del western crepuscular da para largos debates. Antes de Grupo Salvaje hay muchas, de hecho, mucha gente considera La diligencia como el comienzo del western crepuscular. También habría que ver si con crepuscular nos referimos al final de una época como en La balada de Cable Hogue o la aparición de fisuras en los protagonistas donde ya no hay héroes y los buenos ya no son tan buenos ni los malos tan malos. Aquí tendríamos por ejemplo Los profesionales que me parece que es 3 años anterior a Grupo salvaje. Por cierto Ariadna, esta es buenísima y sale Jack Palance. Pero bueno, mi comentario original no era de esto.
ResponderEliminarDecía que Infierno de cobardes me parece un peliculón, pero prefiero El jinete palido.
Y como hablabas de Ruta suicida pues dos pelis de Eastwood que me parecen cojonudas al margen del western son Los puentes de Madison y Un mundo perfecto.
Un saludo.
Lo cierto es que al hablar de western crepuscular la primera que me vino a la cabeza es Grupo Salvaje (tanto por temática como por argumento), pero tienes razón Einer que Los Profesionales es anterior. Creo que, en realidad, es algo que empezaba a flotar en el aire. Es decir, la primera época del western es más sobre la aventura, nostalgia de una época, las grandes praderas, etc. Sin embargo, cuando a partir de los 60 empezó a cambiar el clima política en USA, y la gente perdió fe en el gobierno, la sociedad perdió su inocencia, además del impacto de los spaghetti western... todo se mezcló de manera que ya no se podía ver esa época con los mismos ojos inocentes.
ResponderEliminarAriadna, he leído los otros comentarios que has ido dejando: me alegra que te gustara la entrevista y me entristece que no te gustara Southland Tales, ¡al final parece que soy el único al que le gusta!
Conozco esa sensación de estar totalmente en minoría. Hay unas cuantas películas que sólo me gustan a mí, de verdad, es que no conozco a nadie que le gusten, alguien habrá en el mundo, pero yo no lo conozco. Mejor no te digo cuáles son, que me vais a echar de todos los blogs de cine, jajaja.
ResponderEliminar“Dicen que un muerto no descansa si en su tumba no está escrito su nombre”, afirma Sarah casi divertida.
ResponderEliminarPocos “westerns” se han revelado tan desmitificadores y mordaces. “Infierno de Cobardes” tergiversa las claves del género hasta llevarlo a su más negro y pesimista reverso, burlándose de clásicos como “Sólo ante el Peligro” o “Raíces Profundas” mientras rinde homenaje a Siegel, Leone, Peckinpah y “Conspiración de Silencio”, de John Sturges, en particular. En todo el “western” ha existido ese forastero que llega a un pueblo para luchar contra los malvados; ahora el extraño llega para castigar sin piedad a los lugareños. Llega de la nada, cual ángel exterminador, y a la nada regresa, su nombre y origen quedan en incógnita, tradición seguida por Eastwood desde “Cometieron dos Errores” (el muerto que vuelve de la horca convertido en comisario para vengarse…).
Así, el “bueno” pasa a ser un antihéroe en las antípodas de Wayne o Cooper y más propio de una novela negra de Jim Thompson. En futuros títulos como “El Fuera de la Ley” y “El Jinete Pálido” (versión luminosa de la que nos ocupa) los personajes encarnados por Eastwood tienen un objetivo: convertirse en benefactores de una comunidad, una pequeña nación capaz de resistir la maldad del Mundo, que reúnen y protegen; en “Infierno de Cobardes” esa comunidad soñada experimenta un revés de pesadilla, pues el forastero siembra la discordia entre las gentes, culpables de un crimen.
Eastwood lanza su dura crítica: el pueblo americano ha avanzado a lo largo de su historia a base de injusticias y sacrificios en pos del progreso (así lo declara Lewis), por lo que toda comunidad puede ocultar un acto horrible si en ello le beneficia. El pueblo será, finalmente, pintado de rojo: América se va al Infierno. Pero si algo da el valor a este “western” para distinguirse de los demás es la fantasmagoría que lo recorre de principio a fin, el enigma de ese sueño torturando la mente del extraño, la imagen del restallar de los látigos y un Duncan moribundo, la incógnita final con respecto a la identidad del forastero (a causa de un error de doblaje, muy malintencionado, el personaje de Eastwood le dice a Mordecai “Ese era mi hermano”, refiriéndose al sheriff Duncan. Una frase que cambia, de arriba abajo, todo el sentido del film).
Eastwood reinterpreta al “Hombre sin Nombre” de la Trilogía del Dólar y lo hace más cínico, bruto, desagradable y despiadado, logrando una de sus actuaciones más salvajes y radicales; a su sombra, unos muy decentes Verna Bloom, Mitchell Ryan, Walter Barnes y Ted Hartley junto a los impagables Geoffrey Lewis, Mariana Hill y Billy Curtis, sin olvidar al colaborador del director (además de su doble) Buddy Van Horne, que da vida a Duncan.
Suspense de tintes sobrenaturales que por momentos roza el terror psicológico, realzado por una arriesgada y experimental puesta en escena, unos diálogos mordaces y cargados de humor negro y la ensoñadora música de Dee Barton, todo ello engarzado en un Oeste degenerado y desencantado, lo que no gustó nada a los defensores de los ideales tradicionales (se cuenta que John Wayne mandó una carta a Eastwood quejándose de la película…).
En cualquier caso, un “western” imprescindible.
Christian: Joe, Monco y Blondie son los nombres de los personajes que interpreta Eastwood en cada una de las entregas de la Trilogía del dólar, lo de "el hombre sin nombre" fue un truco publicitario inventado por los americanos que hizo fortuna. Aparte de esto, poco más que añadir a tu comentario, me alegra no ser el único fan de este film.
ResponderEliminar