18 oct 2011

Y la carretera lleva a ninguna parte



La primera semana de octubre murieron Charles Napier (el día 6) y David A. Hess (el día 7). Sobre Napier ya comenté algo cuando hablé sobre las películas de Russ Meyer, ya que era uno de sus actores habituales, así que me gustaría hablar un poco de David A. Hess, o simplemente David Hess, como era más conocido.

Durante finales de los 50 y primeros 60, con el pseudónimo David Hill, Hess disfrutó de un rápido éxito musical. Su primera grabación, All Shook Up, fue más tarde grabada por Elvis Presley y Hess escribió varias canciones para el Rey del Rock, así como otros éxitos para artistas como Pat Boone. Personalmente, creo que su mayor logro fue la banda sonora de La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972).

Es con esta película que Hess dio un giro a su carrera, sin abandonar la música, ya que empezó a trabajar como actor, normalmente en papeles de villano.

Hess no podía ser más diferente que Krug, el villano al que dio vida en La última casa a la izquierda, pero hizo una interpretación tan memorable y realista que quedó encasillado en el papel de sádico malvado. Un papel que repetiría en películas como The House on the Edge of the Park (La casa sperduta nel parco, Ruggero Deodato, 1980) o La cosa del pantano (Swamp Thing, Wes Craven, 1982). En uno de sus últimos papeles, el director de cine asesino Able Whitman en Smash Cut (Lee Demarbre, 2009), tenía la oportunidad de inyectar algo de comedia en su carrera de villano cinematográfico.

Ya que su primera película es también la más popular, vamos a comentar La última casa a la izquierda con un poco de detalle, tras hacerlo de pasada en el artículo que hice sobre Wes Craven.


La película con la que debutaron Craven y Hess es reconocida hoy como un clásico del cine de terror, visceral y angustiante. Vista hoy día como un reflejo de la sociedad americana en pleno Vietnam, una alegoría sobre el fin de la cultura hippie y el desencanto social que predominaban en la sociedad; en su momento no era más que un inconfeso y polémico remake de El manantial de la doncella (Jungfrukällan, Ingmar Bergman, 1960).

En cierta manera, los defectos de la película contribuyen a su efectividad. La torpeza y la dirección algo estándar de Craven, al fin y al cabo era su primera película, ayudan a crear una incómoda sensación de realismo en las escenas más violentas. Esta sensación de que el espectador es poco más que un voyeur, un testigo de los terribles eventos que tienen lugar en la pantalla como si se tratase de algo real,  viene reforzada por la buena interpretación que hizo el trío de malvados y que contrasta con las interpretaciones ligeramente amateur del resto del reparto.

La parte en la cual Mari (Sandra Peabody) y Phillis (Lucy Grantham) son violadas y torturadas resulta bastante incómoda y desagradable de ver, y ésa era la intención. Sin embargo, el hecho de que sea efectivamente desagradable provocó muchos comentarios negativos y que la película fuera acusada de explotar la violencia en su momento (y diría que aún hoy día), en lugar de criticarla. La segunda parte en la cual los padres se dedican a vengarse podría caer en esa trampa, pero a medida que las capas de civilización de los acomodados Collingwood van cayendo, no se ofrece ninguna exaltación y queda más bien una sensación de desesperanza.

La película en un principio pasó bastante desapercibida. Primero fue conocida como Sex Crime of the Century y más adelante fue distribuida como Krug & Company, en una versión ligeramente diferente en cuanto a montaje (esta versión alternativa de la película, que incluye algún momento eliminado posteriormente, está incluida en la edición en DVD de 3 discos inglesa). Pero estas versiones quedaron enterradas entre un montón de películas exploitation y serie B. Finalmente, Craven reedita la película y se le cambia el título por el que hoy conocemos, y es entonces que el film despega ayudado por una efectiva campaña de marketing copiada del maestro Herschell Gordon Lewis. Y con el éxito llegó la polémica, ya que fue entonces cuando empezó a ser atacada y ser presa de la censura.

Hoy día, como si se tratase de una banda punk de los 70, es reconocida como un clásico del género y presa de diversas lecturas sociales. Este reconocimiento hizo que se hicieran dos remakes. Chaos (2005) fue escrita y dirigida por David DeFalco como una nueva versión no oficial e inconfesa de La última casa a la izquierda de la misma manera que ésta era una nueva versión inconfesa de El manantial de la doncella. En 2009 se estrenó el remake oficial dirigida por el griego Dennis Iliadis, con Craven y Sean S. Cunningham (productor de la original) como productores y valedores del proyecto. Este remake me gustó bastante, especialmente la versión sin censurar incluida en el Blu-ray, ya que consigue ser bastante angustiante y efectiva en diversos momentos, así como cuenta la historia visualmente de una manera más profesional y conseguida. No creo que llegue a ser una experiencia visceral como la original, pero desde luego es una buena película de terror y la recomiendo sin prejuicios.

8 comentarios:

  1. La de Wes Craven me pareció una joya, sin escrúpulos y seca, aunque los detalles humorísticos sobraban.

    El remake me pareció que tenía el mismo defecto que el de la matanza de Texas, es decir, cambiar ese aire malsano, directo y seco de la original por un puñado de caras bonitas, cuerpos esculturales y mucha pamplina hollywoodiense.
    Tendría que volver a verla, pero el recuerdo que tengo es que estaba muy por debajo de la original.

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  2. ¿un puñado de caras bonitas, cuerpos esculturales y mucha pamplina hollywoodiense? Estoy de acuerdo que el remake de La matanza de Texas sufría de esos defectos, pero no el remake de La última casa... Además, ten en cuenta que el ambiente de la original no fue algo creado sino fruto de las circunstancias de la época y la inexperiencia de los cineastas. Algo accidental que no se esperaba conseguir.

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  3. Pues precisamente ese "algo accidental" era lo que hacía que esas películas resultaran perturbadoras, realistas y malsanas. No te daba la sensación de que cada segundo estuviese calculado a milímetro, con 200 personas encargándose de la iluminación, efectos, etc.
    Ahora se tienen por la extravagancia, la espectacularidad, la pulcritud de imagen y el exceso, cosa que no sienta nada bien a este tipo de cine.

    Y sobre las caras bonitas, pues si, yo lo veo de esa manera. No sé, en La matanza de Texas, por ejemplo, los protagonistas no eran especialmente bellezones. Hoy día lo que más destaca es eso, poner cuerpos esculturales y a modernitos de mierda para lucir palmito, piel perfecta y pelo engominado. Es como el remake de perros de paja. De momento sólo he visto el trailer, pero eso parece un desfile de modelos, por el amor de Dios jaja

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  4. Creo que no habría que generalizar. Muchas películas de la época (los 70) realizadas con los mismos medios parecían lo que eran: películas hechas sin medios. Que funcionara en La última casa... no quiere decir que funcionara en todas las películas. Tampoco hay que exagerar en cuanto a la atmósfera del original, porque tampoco me parece tan malsana y perturbadora, mucho menos realista. O por lo menos no me lo pareció las últimas veces que la he visto, ya que la memoria había exagerado muchas cosas. Por otro lado en el remake se construye auténtico suspense e inquietud, en lugar de dejar que las cosas pases delante de la cámara, sin más. Lo cual también es de agradecer. No te lo discutiré, repito, en el caso de La matanza de Texas. Del remake de Perros de paja no opinaré porque no he visto el tráiler ni nada.

    De nuevo, no creo que se haya de generalizar. Ni unos tanto, ni otros tan calvos.

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  5. La original de la última casa a la izquierda es una película que quiero ver desde que fui al cine a ver el remake. El remake no es que me encantara, pero me pareció una historia interesante y me quedé con la curiosidad de saber cómo habría sido la original, pero, como me pasa siempre, voy dejando pasar las películas y desde que "me apetece verlas" hasta que por fin las veo... pueden pasar años!

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  6. Bea, la original-original es la Ingmar Bergman El manantial de la doncella, que adapta un poema sueco, en la cual se trata más los dilemas morales y religiosos de la situación (es decir, que no pasa mucha cosa hasta que Max Von Sydow coge su espada). La de Craven es una película más cruda y visceral, que combina torpeza y brutalidad de manera que resulta en una película más o menos efectiva.

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  7. Para mi el remake la supera solo por el detalle de los policías como alivio cómico en la original, ya que creo que desentonan bastante con lo que nos quiere contar Graven.

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  8. Es cierto que el alivio cómico no aporta mucho, pero sin esos personajes puede que la película fuera insoportable por lo cruda. Y si ves pelis posteriores de Wes Craven, ya va en línea con el humor que aparece posteriormente.

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