Algunas veces ocurre que estás viendo una película y de repente: "Oh, no ¿Por qué has hecho eso, peli? Ahora no puedo recomendarte a mis amigos". Con Waxwork: Museo de cera (Waxwork, Anthony Hickox, 1988) me pasó. Es un film que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. La primera vez que la vi en el programa Noche de Lobos no me gustó demasiado, pero en siguientes visionados me gustó algo más. Ahora dejo que las cosas buenas pesen más que las malas.
Entre las cosas buenas del debut de Hickox tras las cámaras se encuentra una historia, más o menos original, que le da la vuelta a un lugar común como es el museo de cera misterioso. En este caso, las escenas recreadas en cera son una especie de portales, las víctimas quedan atrapadas dentro y, una vez muertas, pasan a formar parte de la exhibición. Esto le sirve a Hickox como medio para hacer un homenaje a varios clásicos del terror: Vampiros, momias, marcianos, zombis, plantas carnívoras, monstruos... Todos tienen su representación. Y en el caso de los zombis, la escena transcurre en blanco y negro, un detalle con clase.
La película mezcla comedia y terror de forma algo irregular. En algunos casos acierta y hace gracia, en otros no. También es cierto que en el último tercio de película la comedia se abandona, aunque es el tercio más problemático del film.
Tal vez porque era su debut, el guion de Hickox resulta algo torpe en la forma que presenta la historia, dejando elementos bastante importantes para el final que deberían haber sido introducidos mucho antes para que no pareciese un simple deus ex machina. Los personajes principales no resultan muy interesantes ni simpáticos. El protagonista, Mark (Zach Galligan) es un pijo que hace que una criada le haga los trabajos de la universidad. Un capullo, vamos. Más logrados son los personajes femeninos Sarah (Deborah Foreman) y China (Michelle Johnson), pero el guion no les da mucho que hacer. Los personajes secundarios que interpretan David Warner y Patrick Macnee son bastante mejores, pero se trata de actores con mucha experiencia. Por otro lado, creo que originalmente los protagonistas deberían ser chicos de instituto y lo cambiaron por universitarios al ver que intentar hacer pasar el reparto por adolescentes sería pedirle demasiado al espectador, porque se comportan como chavales de instituto.
A pesar de todo, las recreaciones están muy logradas y son bastante entretenidas y sangrientas. Lo que hace que la película resulte entretenida de ver. Mi favorita es la de los vampiros, pero todas tienen sus puntos fuertes. Por ello creo que puede resultar curiosa de ver. No la recomiendo como gran película (aunque es bastante popular y en el 92 se hizo una secuela) por los fallos de guion, pero los homenajes y los efectos pueden hacer pasar un buen rato al espectador que no esté de humor para algo más exigente.
M
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