Durante los años 70, ansiando recuperar el público que había perdido, Hollywood empezó a copiar al cine independiente y de bajo presupuesto, hasta entonces desechado y considerado inferior, en un intento de volver a hacer películas atractivas para los espectadores. La llegada de directores como Steven Spielberg, rodando argumentos de serie B pero con presupuestos de serie A, contribuyó también a esta tendencia. Profecía maldita (Prophecy, John Frankenheimer, 1979) es el ejemplo perfecto de Hollywood haciendo una película de serie B con montones de dinero... Y fallando miserablemente.
Aunque no llega al nivel de ridículo que podemos encontrar en la gloriosamente estúpida La larga noche de la furia (Night of the Lepus, William F. Claxton, 1972), Profecía maldita es un film tan malo que resulta muy divertido de ver, especialmente por lo en serio que se toma a sí mismo.
Todo arranca cuando el doctor Robert Verne (Robert Foxworth) y su esposa Maggie (Talia Shire) van a supervisar, en nombre del departamento de medio ambiente, una zona boscosa en disputa entre una compañía maderera y una comunidad de nativos americanos. Muy pronto descubrirán que una serie de misteriosas muertes y raras mutaciones están siendo provocadas por la contaminación.
Desde el brutal ataque de un mapache cabreado hasta la muerte pasada de vueltas de un pobre niño, que encajaría perfectamente en un corto de los Looney Tunes, este film está lleno de momentos ridículos, dejando el más estúpidamente ridículo como sublime imagen final. Sorprende teniendo en cuenta el nivel del director, Frankenheimer había dirigido unos cuantos clásicos cuando se puso a dirigir este proyecto, y del guionista, David Seltzer, que fue el guionista de La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976). Sobre el guion entiendo que, siguiendo el estilo de los estudios, Seltzer no es del todo responsable ya que seguramente fue reescrito mientras se rodaba o antes, solo hay que comparar las diferencias entre la película y la novelización del film que escribió el propio Seltzer, teniendo en cuenta que la novelización que también escribió sobre su guion de La profecía es básicamente igual que la película, salvo la adición de un par de escenas. Peor es lo de Frankenheimer, que acaba creando una película hecha con un montón de dinero que tiene el aspecto de una película hecha con cuatro duros.
Si consideramos que aquel mismo año se estrenó Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979), los efectos especiales y monstruosos resultan aún peores. Mi segundo favorito de la película es un renacuajo que tiene el mismo aspecto que deben tener los espermatozoides de Rocco Sifredi; el primer lugar es, obviamente, para el ridículo monstruo al que se enfrentan los protagonistas de la película.
Como ya he dicho, lo que hace este film particularmente divertido es el tono extremadamente serio con el que se nos cuenta la historia, ayudado por el hecho de que es film con MENSAJE, en lugar de una simple película de monstruos. Por supuesto, este mensaje se ofrece de la forma más obvia y evidente posible, no sea que se le escape a algún espectador distraído.
En fin, si os gustan las películas tan malas que son buenas, esta puede que os haga pasar un buen rato.
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