Cuando Young Adult se estrenó en el 2011, lo hacía al final del efecto
rebote adverso que generó Juno en
2007. Jason Reitman, director de Juno,
tuvo las cosas más fáciles, y pudo seguir con su trabajo tranquilamente, pero
Diablo Cody, la guionista de Juno, no
lo tuvo tan fácil ya que el foco mediático se centró más en ella. Como
consecuencia, la excelente Jennifer’s
Body (Karyn Kusama, 2009) fue atacada por la reacción adversa hacia Cody
(sin olvidarnos de Megan Fox, que traía consigo su propia reacción adversa
después de ser explotada como portada de infinidad de revistas). Así que cuando
los responsables de Juno, su director
y su guionista, volvieron a trabajar juntos de nuevo en Young Adult, mucha gente se predispuso contra la película. Y,
efectivamente, cuando Young Adult se
estrenó no tuvo mucha suerte en taquilla.
Pero creo que la razón por la que
Young Adult no funcionó en su momento
va más allá de la simple irritación que provoca en muchas personas la
popularidad y un entusiasmo exagerado, algo de lo que mucha gente que iba al
cine no era consciente en realidad, sino que se debe al hecho de que es una
película que nos muestra lo peor de nosotros mismos y lo hace sin miedo, sin
redención, sin ninguna valiosa lección al final. Y eso es algo que puede
resultar incómodo.
Los primeros minutos de la
película nos presentan a nuestra protagonista, Mavis Gary, una excelente
Charlize Theron, en su apartamento. Aparte de programas basura en la
televisión, lo único que se oye en el apartamento de Mavis es el desolador
aullido del viento, aumentando la sensación de vacío y desesperación que emana
de Mavis. A medida que avance la película conoceremos las razones por las que
nuestra protagonista se siente deprimida, desorientada y vacía, además de su
propio egoísmo narcisista. También veremos que es una persona inmadura, egoísta
y, posiblemente, alcohólica (como confiesa a sus padres en un momento de
inédita honestidad). Como única salida del pozo emocional en el que se
encuentra metida, Mavis decide volver a su ciudad natal y reconquistar a su
antiguo amor de instituto, Buddy Slade, al cual da vida Patrick Wilson. Un
argumento que recuerda a comedias románticas como La boda de mi mejor amigo (MyBest Friend’s Wedding, P.J. Hogan, 1997), pero la ejecución de Young Adult no podría estar más lejos de
la comedia romántica. No solo por su mezcla de comedia y drama, también por
como subvierte los momentos clásicos de este tipo de comedia, como sería el
típico enfrentamiento final entre las rivales en el amor, para desesperación de
la propia Mavis. Además, cuando empiezan a salir los títulos de crédito, queda
claro que Mavis no ha aprendido nada y seguirá su camino de autodestrucción.
Por lo tanto, nos encontramos con
una película que en lugar de seguir el camino típico, en la cual el
protagonista que va por el mal camino acabaría redimido a los ojos del
espectador (como sucede en la mencionada La
boda de mi mejor amigo), deja al espectador sin esa sensación de confort,
de esperanza. Porque Mavis somos nosotros en un mal día. Mavis somos nosotros
después de una mala ruptura sentimental. Mavis somos nosotros cuando nos
sentimos deprimidos (no clínicamente deprimidos) y pensamos que todo el mundo
es idiota menos nosotros y qué injusta es la vida. Y hay mucha gente que no le
gusta que le recuerden que tiene una Mavis dentro, porque Mavis es un personaje
desagradable (aunque por eso nos hace reír).
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