Lucio Fulci fue un director que dio muchas alegrías al aficionado al cine fantástico y al giallo, por eso su decadencia a partir de los 80 resulta doblemente triste. Atrapado en productos por los que no sentía ningún interés, los productores no hacían más que ofrecerle más de lo mismo, acentuando aún más la pérdida de calidad de sus películas. Manhattan Baby (1982) es la película que marca el inicio de la decadencia de Fulci.
El profesor George Hacker (Christopher Connelly) se encuentra en Egipto explorando tumbas cuando hace un extraño descubrimiento que, momentáneamente, le cuesta la vista. Al mismo tiempo, su hija Susie (Brigitta Boccoli) recibe un extraño amuleto de manos de una no menos extraña anciana. De vuelta a Nueva York, fenómenos inexplicables empiezan a tener lugar alrededor de la familia Hacker. Para combatirlos recibirán la ayuda del experto Adrian Marcato (Cosimo Cinieri, usando el nombre Laurence Welles).
La banda sonora de esta película resultará muy familiar al aficionado, ya que es exactamente la misma que Fabio Frizzi compuso para El Más Allá (...E tu vivrai nel terrore! L'aldilà aka The Beyond, 1981) de Fulci, lo cual ya indica que en Manhattan Baby no encontraremos nada nuevo. Si en sus anteriores películas la falta de consistencia narrativa era una ventaja, ya que al mezclarlo con potentes imágenes oníricas y pesadillescas le daba al conjunto un aire surrealista, aquí es un inconveniente debido a que las imágenes que nos ofrece en ocasiones parecen recicladas de sus anteriores películas y en otras simplemente no resultan interesantes o innovadoras, siendo el resultado un film aburrido y sin interés. Si bien el uso del nombre Adrian Marcato resulta un guiño simpático a La semilla del diablo (Rosemary's Baby, Roman Polanski, 1968), es lo único simpático de una película que toma prestados elementos de El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973), Poltergeist (Fenómenos extraños) (Poltergeist, Tobe Hooper, 1982) y La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976).
Es realmente triste ver a uno de los grandes directores del género caer rápidamente en lo mediocre y aburrido. Pero este film nos puede servir para marcar claramente lo que se ha de ver de Fulci: lo anterior a Manhattan Baby es fantástico; de Manhattan Baby en adelante, con alguna excepción, prescindible.
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