La última película de Rob Zombie parece más un paso atrás en la carrera del cineasta que una muestra de su evolución. 31 (2016) es un film que si se hubiera estrenado hace 10 años me hubiera parecido fantástico, pero visto hoy día solo es más de lo mismo.
Tal vez resulte difícil de entender, pero quiero dejar claro que la película me gustó, me pareció entretenida, y sin embargo esta es una crítica negativa del film. Esto es así porque Rob Zombie es, entre otras cosas, un cineasta de talento y sé que puede hacer algo mejor que este refrito de lo que ya hemos visto en el pasado.
El film narra la ordalía que sufre una troupe de feriantes, atrapados por un grupo de asesinos que masacra grupos de personas, tras encerrarlos en un mortal recorrido. Estos asesinos actúan a las órdenes de unos ricachones que se dedican a apostar sobre lo que sucederá. Como explica Meg Foster en el extenso documental incluido en la edición en Blu-ray, el argumento no es más que el esqueleto que utiliza Zombie para crear una visceral experiencia para el espectador, y está sujeto a cambios constantes según el director va rodando y creando escenas.
Pero, a pesar de las intenciones de Zombie, 31 no es un film particularmente visceral o brutal. Esto se podría achacar a los cambios realizados para apaciguar a la censura americana, pero la razón por la que no existe una edición sin censurar de la película en Blu-ray es porque Zombie está satisfecho con el film, no siente que su visión artística se haya visto afectada. Por tanto, esta es la película que quería que viéramos, un film en el que una de las escenas que se supone han de ser un gran impacto es la réplica de una escena de The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975), de la que Zombie es muy fan. Podría pensar que se trata de un toque de humor, abundan en el film, si no fuera por la manera en que está rodada y por la tendencia de Zombie a intentar pasar por serias escenas tremendamente cursis (como el momento Love Hurts en la aborrecible Halloween, el origen [Halloween, 2007]).
Aunque creo que la principal razón por la que las películas de Zombie no dan el miedo que él querría que diesen es por su tendencia a simpatizar con los villanos, mucho más trabajados y cuidados que los supuestos héroes de la película; si bien es una tendencia algo corregida en sus dos últimas películas. Lo que sí que no corrige es que todas sus películas tienen el mismo final, con la excepción de la infumable Halloween, el origen por fotocopiar el guion de John Carpenter y Debra Hill, lo que las hace muy predecibles y 31 no es ninguna excepción. Saber cómo acabarán todos los personajes evita que invierta en ellos o se cree ninguna sensación de suspense o angustia.
Quiero repetir que si soy más duro con esta película, que al fin y al cabo me divirtió, que con otras es que Zombie me parece un cineasta de talento que puede hacer cosas mucho mejores. 31 es simplemente la extensión de la parte final de su primera película La casa de los 1000 cadáveres (House of 1000 Corpses, 2003). Lo que sí es sobresaliente en el film son las interpretaciones, en especial Richard Brake como Doom-Head.
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