En plena fiebre de monstruos gigantes en Japón, las famosas kaiju eiga, la compañía Shochiku, conocida principalmente por sus dramas, decidió apuntarse a la moda con su primera incursión en el género: The X from Outer Space (Uchû daikaijû Girara, Kazui Nihonmatsu, 1967). Popular por ser una de las más tontorronas e involuntariamente divertidas muestras del género.
El argumento es bastante funcional, reminiscente del de El monstruo de otro planeta (20 Millions Miles to Earth, Nathan Juran, 1957): una misión con destino a Marte, para averiguar por qué las naves enviadas son destruidas al acercarse al planeta rojo, regresa a la Tierra con unas muestras de una extraña sustancia. De aquí surge Guilala (Girara en japonés), un monstruo que destruye sin piedad todo a su paso. ¿Podrá Guilala ser destruido antes de que destruya el mundo?
Uno de los aspectos más llamativos de este film es que, aparentemente, se ambienta en el presente, pero un presente en el que existe una base en la luna plenamente funcional y en la que los viajes espaciales son bastante comunes. Presentando este peculiar mundo y describiendo las aventuras espaciales de los protagonistas, la película tarda cuarenta minutos en presentarnos al monstruo titular. Pero la espera vale la pena: Guilala es un cruce entre un pollo y un lagarto, coronado por dos antenas con bolitas, como si Guilala fuera de camino a una fiesta de cumpleaños.
Lo que sigue no te sorprenderá: las escenas mostrando al monstruo destruyendo diversas elaboradas maquetas son intercaladas con los esfuerzos humanos por destruir a la criatura, lo que implica otro viaje espacial. Las escenas en el espacio introducen un hilo que no va a ninguna parte, se muestra la presencia de naves extraterrestres en los alrededores de Marte, naves que atacan a los protagonistas en distintas ocasiones, sin llegar a ninguna conclusión. Es decir, no se sabe quiénes son ni si realmente son marcianos.
Con su espectacularmente ridículo monstruo, The X from Outer Space no es uno de los mejores ejemplos del género, pero es tremendamente divertida y entretenida. Teniendo en cuenta que os haga gracia este tipo de espectáculo, claro. Su ritmo ágil y su corta duración la convierten en una opción ideal para pasar un buen rato si no se está de humor exigente.
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