4 jun 2019

Machismo y feminismo en El guerrero rojo


¿Se puede estar en contra de la pena de muerte y disfrutar a lo grande con una película como Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, George P. Cosmatos, 1986)? ¿Se puede uno considerar feminista y disfrutar con las aventuras de James Bond? En mi caso, sí. Aunque hay ciertas actitudes y representaciones que no aceptaría en una película contemporánea, sí que las acepto en películas de hace 30, 40 o 50 años, porque entiendo el contexto en el que fueron hechas. De este modo, procuro que mis convicciones políticas y vitales no entren en conflicto con mi afición al cine de género y la exploitation. Dicho esto, siempre me llama la atención cuando el cine de género ofrece una visión progresista en tiempos en que esto era muy raro. Y luego tenemos casos como el de El guerrero rojo (Red Sonja, Richard Fleischer, 1985), que mantiene una actitud completamente esquizofrénica en la manera de representar a la protagonista femenina.

En los 80 se puso de moda el cine de espada y brujería gracias al éxito de la genial Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982). El clásico de John Milius generó multitud de imitaciones y la secuela Conan, el destructor (Conan the Destroyer, Richard Fleischer, 1984). El productor de los dos Conan, Dino de Laurentiis quería continuar obteniendo beneficios con este filón recién descubierto, así que puso en marcha otra adaptación de un popular personaje de Robert E. Howard: Sonia la Roja.

Los lectores de Howard ya saben que la Sonia en la que estaba pensando Dino de Laurentiis era muy diferente de la Sonia creada por Howard. El padre literario de Conan trabajó en distintos géneros durante su corta carrera, siendo uno de estos era la aventura histórica, que al estilo Howard estaba cargado de acción. Dentro de este género escribió La sombra del buitre. Este es un relato ambientado en el siglo XVI en el que aparece Sonia la Roja como uno de los protagonistas. Incluido como extra en el recopilatorio editado por Valdemar Las extrañas aventuras de Solomon Kane, así aparece descrita Sonia en el relato, según la traducción de León Arsenal:

Se trataba de una mujer (Sonia la Roja), vestida de una forma que Von Kalmbach no había visto ni siquiera entre los petimetres de Francia. Era alta, de formas espléndidas, aunque ágil. Bajo el casco de acero, se le escapaban bucles rebeldes que formaban rizos de un color rojo dorado al resplandor del sol y que caían sobre sus hombros fuertes. Altas botas de cordobán le cubrían hasta medio muslo, envuelto en bombachos. Vestía una fina cota de malla turca, metida en esos calzones. El fino talle ceñido por una faja de seda verde, de muchas vueltas, dentro de la que portaba un par de pistolas y una daga, y de la que colgaba un largo sable húngaro. Y por encima de todo ello llevaba, al descuido, una capa escarlata.

No, no era esta la Sonia que De Laurentiis tenía en mente, sino esta:



Es decir, la Red Sonja creada por Roy Thomas y Barry Windsor-Smith para acompañar al aventurero Conan en las páginas de los cómics Marvel a principios de los años 70. Thomas simplemente utilizó el nombre sacado del relato de Robert E. Howard para crear un personaje nuevo. La Red Sonja de los cómics (utilizo el nombre en inglés porque en los cómics publicados en España se deja en inglés) va ataviada con un bikini de cota de malla, supongo que para ir a juego con el taparrabos de Conan, y en su origen se introduce un detalle que presenta una visión de la sexualidad femenina muy masculina: Red Sonja solo puede tener relaciones con aquellos hombres que la ganen en combate. Es algo que siempre me pareció muy problemático. Mientras Conan era libre para conocer, en el sentido bíblico, cualquier mujer que se cruzara en su camino, Red Sonja tenía que perder un combate de espada para poderse dar una alegría o corre el riesgo de perder su habilidad y fuerza con la espada. Era el modo que tenía de poder vengarse de los que la había violado. Al menos esto era así cuándo leía cómics del personaje, es posible que encarnaciones más modernas hayan eliminado este detalle, aunque lo dudo, ya que en el último que leí, alrededor de hace unos cinco años, justificaban de forma bastante ridícula el hecho de que su uniforme de combate sea un bikini.

La traslación a la pantalla del personaje de cómic es bastante fiel. El guerrero rojo es un film típico de espada y brujería de la época, con convincentes escenas de acción y no tan convincentes efectos especiales. Pero llama la atención la esquizofrénica actitud respecto a la representación de su protagonista femenina. En la escena que abre la película, lamentablemente reeditada supongo que para que no fuera excesivamente semejante al inicio de Conan, el bárbaro, ya aparece el primer concepto problemático: la malvada reina Gedren (Sandal Bergman) muestra su afecto por Sonia (Brigitte Nielsen), afectos que ella rechaza con mucho asco (algo que se enfatiza en la narración), y la despechada Gedren ordena la muerte de todos en venganza tras ser rechazada y herida con espada por Sonia. Este toque homofóbico era bastante habitual en el cine de los 80, siendo la representación positiva de personajes homosexuales muy escasa, casi anecdótica, en aquella época.

Todavía más escaso y anecdótico era tener a una mujer como protagonista de una película de acción, por lo menos en Occidente. Cythia Rothrock, por ejemplo, todavía trabajaba principalmente para el mercado asiático, no es hasta los años 90 que empieza a trabajar regularmente en Estados Unidos. Tner una protagonista femenina en un film de estas características era algo que parecía muy rompedor para la época. Quizá demasiado rompedor, porque se decidió contratar como apoyo a Arnold Schwarzenegger. El actor pensaba que iba a hacer un simple cameo, para descubrir luego que su papel iba aumentando, ganando importancia y presencia a medida que avanza la película. Schwarzenegger ya era una estrella en aquel momento, así que es su nombre el que aparace primero y más destacado en los títulos de crédito. No solo eso, su figura es la más prominente en el póster. Además, en muchos países se cambió el nombre del film, dándole protagonismo al personaje que interpreta Schwarzenegger: en España era El guerrero rojo (su personaje viste de rojo), en Francia Kalidor - la légende du talisman (Kalidor es el nombre de su personaje), en Italia Yado (nombre del personaje de Schwarzenegger en italiano), etc. La idea era hacer creer a los espectadores que Schwarzenegger era el protagonista y aprovecharse de su fama.

Red Sonja ejemplifica muy bien la manera equivocada en que se percibía (y se percibe) el feminismo: la feminista es una mujer que odia a los hombres y los rechaza. Así es Sonia al inicio del film, despreciando no solo su ayuda, sino hasta el más mínimo contacto físico con los hombres. Una actitud que se hace incomprensible al eliminar del inicio del film la escena en que Sonia es violada por los soldados de Gedren. Por supuesto, para cuando llegan los títulos de crédito, Sonia ha visto lo equivocado de su actitud gracias a la portentosa masculinidad de Kalidor.

Y, al mismo tiempo, Red Sonja también destaca por tener una protagonista femenina en un género dominado por los personajes masculinos. Hundra (Matt Cimber, 1983) es el único título semejante dentro de la espada y brujería de la época. Es representada como una persona fuerte, inteligente y poderosa que puede aguantar el peso de la película, aunque ni siquiera los cineastas estuvieran seguros de que podría.

La película en su momento no funcionó en taquilla, Richard Fleischer, en el comentario que hace sobre Conan, el destructor apunta que fue porque tener una protagonista femenina era algo adelantado a su tiempo, pero también influyó intentar vender la película como un vehículo de Arnold Schwarzenegger cuando no lo era. Si bien aquí nos hemos centrado en la contradictoria manera en que presenta a la protagonista, no esta de más mencionar que Red Sonja es un entretenido ejemplo del género, cuyas carencias visuales han ganado encanto con el tiempo.


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