Es inevitable: las películas que intentan ser más modernas y actuales son las que más rápido se quedan anticuadas. Uno de los ejemplos más obvios es Drácula 2001 (Dracula 2000, Patrick Lussier, 2000), cuyo título se quedó obsoleto, como era de esperar, al cabo de un año. Por suerte, la diversión que ofrece el film no se ha quedado obsoleta, siendo igual de entretenida ahora que cuando se estrenó, más si le añadimos el factor nostalgia.
Como podéis deducir por el título, Joel Soisson y Patrick Lussier tuvieron la idea de hacer una película sobre Drácula que alejara al personaje del siglo XIX y lo llevara al entonces actual siglo XX. Su concepto original era más científico, y lo discutiremos más adelante, pero mientras los productores se mostraron interesados en la idea, se decidió que sería más efectivo trasladar los personajes y las situaciones creados por Bram Stoker a la actualidad, en una historia que hiciera homenaje a la creada por Stoker. Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles, Neil Jordan, 1994) había puesto de moda un tipo de vampiro más glamouroso, de sexualidad fluida. En este film se nos presenta un Drácula que es un contraste directo con el vampiro a lo Anne Rice, pero vista hoy día destaca más por presentar un retorno al vampiro clásico sobrenatural. Me aburren los vampiros modernos "científicos", en que todo se razona usando el clásico "es una especie de virus", siempre prefiero las criaturas clásicas sobrenaturales.
Hoy día también llama la atención el reparto, lleno de nombres conocidos hoy que entonces empezaban y eran bastante desconocidos, como Gerard Butler haciendo de Drácula, con gran éxito debo añadir.
La historia arranca con unos ladrones robando un ataúd que contiene el cadáver de Drácula, pensando que contiene un tesoro. El ataúd ha estado vigilado por Van Helsing, interpretado por Christopher Plummer, desde finales del siglo XIX. Algo posible ya que Van Helsing se contaminó con la sangre de Drácula y la utiliza para mantenerse vivo, una nada sutil alegoría a la drogadicción. Estos no muy inteligentes ladrones acaban despertando a Drácula, que llega así a Estados Unidos. Allí busca a Mary Heller (Justine Waddell), por motivos secretos. Lo que no es secreto es que Mary trabaja en Virgin Megastore, comercios bastante populares en la época. En Barcelona había un enorme Virgin que tuvo que cerrar y fue sustituido por un Zara. Es uno de los muchos toques que hacen de esta una película muy de finales de los 90.
El film está lleno de detalles interesantes, como la mencionada alegoría a la drogadicción, que equilibran otros que no funcionan tan bien, como el pasado y origen que se se crea para Drácula. También presenta algunas inconsistencias en cuanto a los vampiros, según necesidades de la escena. Pero, en general, el film es entretenido y divertido, con un ritmo ágil y rápido que hace que se pase bastante rápido.
No había vuelto a ver la película desde que se estrenó en cines, al regresar a ella (principalmente por encontrarla de oferta) me he encontrado con un film mucho mejor de lo que recordaba. Sobretodo, creo, porque me cuesta encontrar un título de vampiros actual que me resulte interesante.
El éxito de Drácula 2001 puso en marcha dos secuelas, filmadas directamente para el mercado doméstico. Ambas fueron rodadas en Rumanía a la vez, empezando por la tercera para aprovechar el clima y los paisajes, estando más conectadas entre sí que con la primera entrega.
Para el argumento de Drácula II - Resurrección (Dracula II: Ascension, Patrick Lussier, 2003) se aprovechó el concepto original de Drácula 2000, que originalmente trataba sobre un grupo de ladrones que roban el cuerpo de Drácula y lo estudian, mientras empiezan a ocurrir extraños sucesos que hacen que se enfrenten entre sí. Se cambió la historia ligeramente (ahora son unos estudiantes los protagonistas) y se añadieron nuevos personajes y ya se tenía lista la secuela. La primera película se ignora completamente, utilizando solo la historia pasada de Drácula.
En esta segunda entrega no pasa gran cosa. Se tiene la sensación de que se utiliza solo para presentar a los personajes que protagonizarán la tercera entrega, mientras Drácula, ahora interpretado de forma mucho menos efectiva por Stephen Billington, se pasa gran parte del metraje atado a una mesa. Lo que resulta sorprendente, si se tiene en cuenta que esta es la historia que Joel Soisson y Patrick Lussier querían contar originalmente. Además, hay muchas e innecesarias explicaciones científicas sobre el vampirismo que me aburren terriblemente porque me parecen mucho más absurdas que una explicación sobrenatural.
En definitiva, es un film de transición, el trámite que hay que pasar para entender mejor la tercera entrega.
Con Drácula 3: Legado (Dracula III: Legacy, Patrick Lussier, 2005) se concluye esta reinterpretación de Drácula con un toque épico. Ahora Drácula está interpretado por Rutger Hauer, lo cual es un plus para esta película en la que el señor de los vampiros ha levantado un imperio de la sangre en su Transilvania natal. Por este paisaje posapocalíptico avanzan los protagonistas de la anterior entrega: el padre Uffizi (Jason Scott Lee) y Luke (Jason London), ambos luchando para acabar con Drácula.
Aprovechando el económico coste de rodar en Rumanía, este film es más ambicioso que el anterior, enfatizando la acción en detrimento del terror, para presentar el enfrentamiento definitivo con Drácula. Es un film que resulta más satisfactorio que Drácula II, bastante aburrido si lo comparamos con este, aunque tiene momentos bastante tópicos, típicos del estilo de historia posapocalíptica en que se sostiene el film.
Sin entrar en detalles que puedan estropear la película a quienes no la hayan visto, también se ha de admitir el coraje de concluir la historia de un modo más oscuro de lo esperado, sobretodo teniendo en cuenta el tono de las anteriores películas de la trilogía. Así, si bien es una lástima que no se continuara con los personajes de la primera y la segunda no tiene mucho interés, la trilogía concluye con buena nota. Por supuesto, ninguna de las dos continuaciones está a la altura de Drácula 2001, pero Drácula 3 es una secuela bastante digna.
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