26 nov 2020

Atracción diabólica (Monkey Shines)

 

Así es cómo funciona mi cerebro: hace una semana me llegó la nueva edición limitada de Zombi (Dawn of the Dead, George A. Romero, 1978) que ha editado Second Sight. Además de los siete discos y la novelización de la película, esta edición incluye un libro con diversos artículos analizando el film, fotos, pósteres y una entrevista con George A. Romero. En la entrevista se menciona brevemente Atracción diabólica (Monkey Shines, 1988), que Romero dirigió basándose en una novela. Entonces pensé si estaría la novela en e-book, cuando acabé con el libro sobre Dawn of the Dead busqué Monkey Shines, la encontré en kindle y la compré por 3 euros. Mientras la leía pensé que hacía tiempo que no veía la película. Me puse a ver la película poco después y pensé que no había escrito un artículo sobre ella para el blog. Y aquí estamos.

El argumento, por si acaso hay alguien que no conoce esta película, es este: Allan Mann (Jason Beghe) queda cuadriplégico tras sufrir un accidente. En un intento de sacarlo de la depresión, el doctor Geoffrey Fisher (John Pankow) le regala a Allan una mona capuchina. No es un regalo completamente desinteresado, Geoffrey ha estado experimentando con la mona, inyectándole un suero para hacerla más inteligente, y quiere ver cómo actúa alejada del ambiente de laboratorio. Poco a poco, Allan empieza a notar la influencia emocional que tiene la mona sobre él y él sobre la mona. Hay una conexión emocional entre ambos que no tardará en volverse homicida.

Atracción diabólica es uno de los títulos más infravalorados dentro de la filmografía de George A. Romero. Producido durante uno de los breves periodos en que Romero trabajó dentro del sistema hollywoodiense, es una interesante mezcla de thriller y terror que cuenta con un gran reparto. Romero hace verosímil y efectiva un argumento que perfectamente podía ser carne de alguna serie B pasada de vueltas. Pero Romero nos mete en una historia cargada de suspense, adoptando un estilo más clásico que destaca con los títulos cargados de gore anteriores. De paso, el director introduce algunas reflexiones sobre la naturaleza humana, no muy alejada de la animal.

Como siempre, me sorprendió descubrir que dura casi dos horas, cuando el recuerdo que tenía es el de una película corta y directa. Algo habitual en las películas de Romero, que se hacen más cortas de lo que realmente son, seguramente porque era también editor en sus inicios y sabe exactamente qué es importante y qué sobra. De ahí que algunas de sus películas duren dos horas o las sobrepasen pero nunca se tiene la sensación de estar viendo una película larga.

Que esté situada entre la tercera entrega de su serie sobre muertos vivientes y una adaptación de Stephen King, probablemente ha contribuido a que el film pase desapercibido. Pero eso no quita que sea una película todavía efectiva y absorbente.

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