Es posible que si menciono el nombre de Ryû Murakami muchos os quedéis igual. Pero si os digo que es el autor de la novela en que se basó el perturbador clásico de Takashi Miike Audition (Audición) (Ôdishon, 1999), la cosa cambia. O eso espero, si no habéis visto Audition no perdáis un segundo en remediarlo. En cualquier caso, Piercing (Nicolas Pesce, 2018) es otra adaptación de una novela de Murakami, con distinto resultado.
Reed (Christopher Abbott) es un hombre que lo tiene todo: un buen trabajo, una esposa, Mona (Laia Costa), que lo quiere y un precioso hijo recién nacido. También tiene un montón de impulsos homicidas, por eso se queda observando a su hijo picahielos en mano. Reed decide llevar a cabo sus fantasías homicidas a lo grande: en una habitación de hotel planea torturar y matar a una prostituta de la manera más sangrienta y brutal que surja de su enfermiza mente. Llega el día y llega la prostituta, Jackie (Mia Wasikowska), a la habitación de Reed. Pero las cosas no irán según el plan y a Reed y Jackie les espera por delante una larga noche.
Piercing es una película que resulta algo frustrante. En una mano tiene un montón de elementos y momentos que me gustaron mucho. En la otra, el director Nicolas Pesce nunca acaba de explotar al máximo el argumento ni los elementos que maneja.
Empezando por lo bueno, desde el punto de vista visual y de diseño es un film con un gran acabado. Los escenarios tienen un toque retro que hace que sea difícil de determinar en qué año transcurre la acción. El bajo presupuesto y la naturaleza confinada de la historia obligaron a rodar en estudios y decorados, pero en lugar de intentar infructuosamente crear una ciudad real con tan limitados medios, se decide por una completa estilización, con una ciudad creada a partir de maquetas y modelos. Una especie de Japón de fantasía por el que la cámara se desliza para sumergir al espectador en el mundo de Piercing. El diseño y estilo visual se ve apuntalado por una banda sonora construida a partir de canciones, en la que destaca la utilización de temas sacados de bandas sonoras clásicas del giallo, como el tema principal de Rojo oscuro (Profondo rosso, Dario Argento, 1975) de Goblin y temas compuestos por Bruno Nicolai para La dama roja mata siete veces (La dama rossa uccide sette volte, Emilio P. Miraglia, 1972). Por supuesto, el diseño y la banda sonora del film me encantaron. Las interpretaciones de Christopher Abbott y Mia Wasikowska son muy buenas, en particular la manera en que Abbott interpreta la locura en la que vive su personaje. El film contiene algunas escenas chocantes muy efectivas y otros momentos de humor negro también muy bien ejecutados.
Y ahora lo malo. La película tiene una estructura muy semejante a la de Audition, el tramo final es prácticamente igual. Por supuesto, las semejanzas es posible que surjan debido a que ambas se basan en novelas del mismo autor, pero teniendo en cuenta la influencia que ha tenido la película de Takashi Miike es obvio que ha tenido un fuerte impacto en la película de Nicolas Pesce, lo que provoca que Piercing resulte algo predecible y no tan impactante como cree ser. Pero el principal problema de esta película es que Pesce no acaba de crear la tensión que la historia le exije, casi como si esperara que la tensión ya la proporcionara la retorcida historia por ella misma.
En definitiva, Piercing cuenta con una interesante y morbosa historia, unas buenas interpretaciones, un fantástico diseño de producción y una gran banda sonora, pero también cuenta con un director que no crea tensión ni suspense. A pesar de todo creo que vale la pena por lo menos verla una vez, solamente por los elementos que sí funcionan.
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