Si El cuervo (The Crow, Alex Proyas, 1994) es la película que hubiera convertido en una estrella del cine de acción a Brandon Lee, si no hubiera trágicamente muerto durante el rodaje de la misma, no cabe duda que Rapid Fire (Dwight H. Little, 1992) es la película que demostró que Lee tenía madera de estrella y que llevó a que obtuviera el papel protagonista de El cuervo.
Tras un par de películas sin mucha importancia, Rapid Fire le ofreció la oportunidad a Brandon Lee de demostrar de lo que era capaz. No solo en lo que se refiere a la acción, sino como actor. Aquí interpreta a Jake Lo, un estudiante universitario que es testigo de un asesinato por parte de un capo mafioso. Esto hace que se convierta en el objetivo de mafiosos, agentes federales corruptos y de toda la policía cuando sea culpado del asesinato de un policía. Jake Lo contará con la ayuda de los policías Mace Ryan (Powers Booth) y Karla Withers (Kate Hodge), sin olvidar sus puños y piernas que son armas mortales.
El director Dwight H. Little había dirigido anteriormente la pasada de vueltas y brutal Señalado por la muerte (Marked for Death, 1990), en la que Steven Seagal se enfrenta a unos narcos jamaicanos que utilizan la magia negra y el vudú para acabar con sus enemigos. Mientras Seagal era en esa película el habitual superhumano del cine de acción, más una caricatura que una persona de verdad, en Rapid Fire Brandon Lee encarna a un personaje más humano y menos de dibujos animados. Se le añade un pasado traumático, relacionado con las protestas contra la dictadura china, que le añade un trasfondo dramático interesante. Este pasado hace que no mate con el abandono y la tranquilidad que otros héroes de acción de la época, sino que muestra su desagrado ante lo que se ve obligado a hacer. Repito, se construye un personaje que es más humano y más "realista", entendiendo que la cinta sigue siendo un espectáculo de acción exagerado y explosivo. Se agradece también la presencia de actores habituales en el cine de género como Powers Boothe y Kate Hodge, que resultarán familiares a los aficionados.
Rapid Fire se las arregla para desarrollar su trama ofreciendo escena de acción tras escena de acción. Se dedican los 90 minutos a ofrecer al fan del cine de acción un buen número de peleas, tiroteos y explosiones. Y aunque la historia sea simple y no muy original, es el marco adecuado para la acción y las patadas, que es lo que, al fin y al cabo, se busca en una película de estas características. Es esta habilidad para combinar la acción y la narrativa que hace que el film haya envejecido bastante bien, sigue siendo una satisfactoria inyección de adrenalina.
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