Una de las aportaciones más importantes de Roger Corman al cine fue su ciclo Poe, una serie de ocho películas que adaptaban varios relatos de Edgar Allan Poe y una novela de H. P. Lovecraft. Estrenadas entre 1960 y 1964, son grandes ejercicios de terror gótico que fueron un inesperado éxito de taquilla en su momento. De entre estas, La obsesión (The Premature Burial, Roger Corman, 1962) es la más infravalorada.
Emily Gault (Hazel Court) acude al hogar ancestral de Guy Carrell (Ray Milland) para intentar convencerlo de que reconsidere su decisión de romper el enlace entre ambos. Guy le explica a Emily que está enfermo, apresado de un terrible miedo a ser enterrado vivo convencido de que ha heredado una enfermedad de su padre. A Emily eso no le importa, le ama y quiere ayudarle a superar su enfermedad. Se casan, pero la obsesión de Guy por ser enterrado vivo va empeorando... ¿O es que hay alguien que pretende matar a Guy atormentándolo psicológicamente?
Tras un desacuerdo financiero, Roger Corman decidió romper su relación con Samuel Z. Arkoff y James H. Nicholson, quienes dirigían American International Pictures, conocida como AIP, y producir la nueva adaptación de Poe de forma independiente. Para ello se asoció con Pathé, un laboratorio que se dedicaba también a la distribución. Este movimiento significó que no podía contar con Vincent Price, bajo contrato con la AIP, y por ello escogió a Ray Milland como protagonista. La ausencia de Price es uno de los motivos por lo que esta película no está tan bien valorada como el resto del ciclo Poe. Lo cierto es que tanto Price como Milland eran demasiado mayores para el personaje protagonista, pero Milland hace un excelente trabajo, dándole un toque de realismo dramático que casa muy bien con la historia. Y si se pierde a Price, por otro lado se incorporó la actriz de culto Hazel Court que luego participaría en varias películas de la serie. Por supuesto, lo irónico es que, decididos a no perder una serie de películas que estaban aportando grandes beneficios a su compañía, Arkoff y Nicholson adquirieron Pathé, con lo que sin saberlo Corman se encontró de nuevo trabajando para la pareja de productores. Solucionada su disputa económica, el trío siguió trabajando junto con gran éxito. Y, claro, eventualmente Corman se convirtió en un productor de gran éxito y jefe de su propio estudio.
El relato original de Poe es muy breve, pero además no tiene una gran historia en su centro. Se basa en la descripción de la angustia del protagonista por ser enterrado vivo y qué le sucede cuando cree vivir esa experiencia. Esto obligó a los guionistas Charles Beaumont y Ray Russell a expandir enormemente el relato construyendo una gótica historia con elementos ya tratados en la anterior El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum, Roger Corman, 1961). Es decir, aquí se repite la trama de un inocente atormentado hasta que se vuelve loco y la oscuridad se apodera de él. Este argumento ya familiar es otra de las razones por las que esta es una de las entradas más infravaloradas de la serie.
Sin embargo, La obsesión, dejando de lado prejuicios, es una fantástica historia de terror gótico. El estilo más realista de Milland hace que la secuencia en la que, como es de esperar, es enterrado vivo su personaje sea muy efectiva y funcione a la perfección, con un guiño al gran clásico Vampyr (Carl Theodor Dreyer, 1932). La ambientación en una mansión perpetuamente rodeada de niebla, le aporta una atmósfera ideal a la macabra trama. Finalmente, el trepidante y dramático tramo final es una excelente conclusión para la tensión que se ha ido acumulando hasta ese momento.
Todas las entregas de este ciclo son memorables y se han convertido en clásicos. La obsesión, en contra de lo que se opinó durante muchos años, no pierde por la ausencia de Price y es una digna aportación al ciclo.
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