La filmografía de Kinji Fukasaku combina el realismo y fantasía desatada sin perder coherencia. Conocido inicialmente por las películas sobre la yakuza, además de estas películas violentas, basadas en historias reales eliminando el romanticismo con que se retrataban a estos criminales en el cine, Fukasaku también sentía debilidad por la ciencia ficción y la fantasía. De ahí que fuera elegido para dirigir Los invasores del espacio (Uchu kara no messeji aka Message from Space, 1978).
El pacífico planeta Jillucia ha sido invadido por el belicoso Imperio Gavanas. Kido (Junkichi Orimoto) envía ocho semillas mágicas al espacio para que localicen unos héroes que logren el milagro de derrotar a los Gavanas. Kido manda a su nieta, la princesa Emerilda (Etsuko Shihomi), a que traiga a los héroes escogidos por las semillas. La princesa parte acompañada del guerrero Urocco (Makoto Satô) como protector y su viaje la lleva hasta la Tierra. Allí descubren que los héroes escogidos por las semillas tienen poco de heroicos. Además, el viaje de la princesa ha hecho que los Gavanas decidan que la Tierra será su próximo objetivo a conquistar.
El tremendo éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977) en Estados Unidos no pasó desapercibido a los jefes del estudio Toei, que decidió llevar una delegación a Estados Unidos para ver la película, entre los que estaba el director escogido para llevar a cabo la versión Toei del clásico de Lucas Kinji Fukasaku. Obviamente, no les debieron pasar desapercibidas las referencias al cine japonés, de modo que el único impedimento era lograr un nivel parecido de efectos especiales/visuales. Star Wars no se estrenaría hasta el verano de 1978 en Japón, así que no perdieron el tiempo para ponerse a trabajar en lo que acabaría siendo Los invasores del espacio, con un presupuesto que era la mitad del de Star Wars y aún así una gran producción para el nivel del cine japonés entonces, que lograron estrenar antes de que se estrenara el film de Lucas en Japón.
Fukasaku hizo la mismo que hicieron Star Crash, choque de galaxias (Starcrash, Luigi Cozzi, 1978) y Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980). Es decir, no tanto copiar la película de George Lucas como copiar la maniobra de Lucas: coger elementos clásicos y darles una ambientación espacial. En el caso de Fukasaku, una novela clásica japonesa, Nansō Satomi Hakkenden de Kyokutei Bakin publicada a principios del siglo XX, y darle un toque espacial. Más tarde, cuando la fantasía se puso de moda en la década de los 80, Fukasaku haría una versión más próxima al original en La leyenda de los 8 samurái (Satomi hakken-den, 1983). En la novela, la princesa de una provincia japonesa lanza unas semillas mágicas que serán recogidas por ocho samuráis que trabajarán juntos para salvar a la princesa. Fukasaku también aprovecha el argumento para introducir sus temas y preocupaciones, con lo que el resultado es más redondo que el de Batalla más allá de las estrellas (The Green Slime, Kinji Fukasaku, 1968). Para darle un toque más internacional, tres actores americanos se añadieron al reparto: el veterano Vic Morrow y los debutantes Philip Casnoff y Peggy Lee Brennan.
El resultado es una fantasía espacial que intenta imitar el estilo americano pero acaba siendo muy japonesa. Mezcla elementos de pura fantasía, como una nave espacial que es un barco del siglo XIX al que se le ha añadido un motor espacial, con una representación de una Tierra del futuro en ocasiones bastante sórdida. Colorida y entretenida de principio a fin, los toques bizarros y las imágenes que crea para el espectador explican porque se ha convertido en una película de culto. Los efectos especiales son bastante efectivos, aunque algo vintage a los ojos actuales.
Tras mucho tiempo siendo vista en copias de mala calidad, ahora se puede disfrutar de Los invasores del espacio en toda su gloria. Diversión garantizada para el espectador aventurero.
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