30 may 2025

Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco)

 


 

La década de los 70 del siglo XX en Italia fue especialmente conflictiva, parecido a lo que pasó en España tras la muerte del dictador y basura humana Francisco Franco. En Italia, esto se tradujo en un aumento en los secuestros y crímenes políticos, enfrentamientos entre bandas de extrema derecha e izquierda y diversos atentados terroristas. Teniendo en cuenta este ambiente, no es de extrañar que La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) causara un gran impacto cuando se estrenó en Italia en 1973. El éxito del clásico de Wes Craven llevó a muchos productores avispados a crear películas parecidas, en las que se mezclara el sexo y la violencia, pero, se ha de reconocer, sin caer en el plagio. Un perfecto ejemplo es la notable Violación en el último tren de la noche (L'ultimo treno della notte, Aldo Lado, 1975). Un título que me hizo pensar en repasar la película sobre la que trata este artículo. Trampa para un violador (La casa sperduta nel parco, Ruggero Deodato, 1980), en la que más obvia fue la influencia de La última casa a la izquierda ya que buscaron tener al actor protagonista del film de Craven: David A. Hess, pero la película de Deodato es una experiencia completamente distinta de la que ofrece la de Craven.

Tom (Christian Borromeo) y Lisa (Annie Belle), una pareja de clase alta, van a un taller mecánico, en un barrio alejado de los lugares que habitualmente transitan, para que les reparen el coche. Allí conocen a Alex (David Hess) y Ricky (Giovanni Lombardo Radice), que se autoinvitan a la fiesta a la que van Tom y Lisa, en la casa cerca del parque a la que alude el título original. Una vez allí, los miembros de clase alta que dan la fiesta empiezan a burlarse y abusar de Ricky. Alex, que al inicio del film vemos como viola a una mujer (Karoline Mardeck), no se toma a bien las burlas y, navaja en mano, convierte a los invitados en sus rehenes. Alex idea toda una serie de torturas y abusos sexuales para los habitantes de la casa, cada vez más violentos. Será una noche que nadie olvidará.

Los productores Franco Di Nunzio y Franco Palaggi quedaron muy impresionados con el film de Wes Craven, poniendo en marcha su película poco después de ver La última casa a la izquierda. Sin embargo, los guionistas Gianfranco Clerici y Vincenzo Mannino se inspiraron, para escribir su guion, en una película estrenada unos años antes de La última casa a la izquierda: El incidente (The Incident, Larry Pearce, 1967). En esta película, una pareja de maleantes acosa y toma como rehenes a los pasajeros de un vagón de metro, un reflejo de la parte más oscura de la Nueva York de la época. Cuando el proyecto llegó a manos del director Ruggero Deodato, que se puso a trabajar en él casi de inmediato tras terminar Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980), añadió otra inspiración para hacer el proyecto suyo.

En Italia, en 1975, tres jóvenes secuestraron, violaron y torturaron a dos jóvenes de 17 y 19 años. Mataron a la más joven, pero la otra sobrevivió al hacerse la muerta y lograr así escapar de sus captores. Este crimen causó una gran impresión no solo por lo monstruoso, también porque los culpables eran tres jóvenes de clase alta que acudían a una exclusiva academia privada católica, que colaboraban con grupos de extrema derecha (si bien el hecho de que eran fascistas se silenció durante el juicio), mientras que las dos chicas provenían de la clase trabajadora y acudían a una escuela pública. Unas implicaciones sociales que no pasaron desapercibidas, en especial durante una época tan politizada como la década de la que estamos hablando.  Deodato explica en una entrevista que sentía un enorme desprecio por estos jóvenes de clase alta, para mostrarlo se inspiró en este crimen, conocido como la masacre de San Felice Circeo que era donde estaba la villa en la tuvo lugar, procurando que su película fuera lo más realista posible.

El enfoque de Deodato hace que uno de los temas principales del film sea la lucha de clases, si bien tratado de manera que parece que el director nos dice que todos son igualmente terribles. Alex y Ricky, miembros de la clase baja, son presentados como criminales, aunque Ricky tenga algo de inocencia que Alex todavía no ha conseguido destruir. Por su parte, el resto de personajes, miembros de la clase alta, son presentados como víctimas, pero también como instigadores y, en algunos aspectos al llegar a la conclusión, incluso peores que Alex. Aparte de Ricky, que muestra ciertos escrúpulos y se niega a llevar a cabo algunas de las cosas que le pide Alex, y de Gloria (Lorraine De Selle), que también muestra ciertos escrúpulos y se planta ante el grupo, el único personaje completamente inocente es Cindy (Brigitte Petronio), que sufre uno de los momentos más brutales de la película a causa de esa misma inocencia. Esto hace que La casa sperduta nel parco sea un film cínico y nihilista, que nos sumerge en un mundo amoral en el que no hay héroes. No busca la satisfacción visceral de películas de venganza, es más incómoda y confrontativa.

Este era un enfoque habitual en el cine italiano de la época, al igual que era habitual usar canciones dulces en escenas brutales como contraste, en este caso Sweetly del compositor de la banda sonora Riz Ortolani. La misantrópica mirada que Deodato ya había empleado en Holocausto caníbal, que aparece también en películas de la época como Condenados a vivir (Joaquín Luis Romero Marchent, 1972), es más pronunciada en Trampa para un violador. Así, House on the Edge of the Park, como se conoce en el mercado anglosajón, es una película difícil de ver, pero poderosa, también gracias a un reparto que eleva algunos momentos de la película, como hacen David Hess y Annie Belle. No la recomiendo de forma indiscriminada, pero es toda una experiencia.

El tráiler de La casa sperduta nel parco es memorable también. Usaron el título en inglés y lo escribieron mal, algo que uno esperaría que sería uno de los puntos claves que querrían que le quedase claro al espectador.

 

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