En 1971 se estrenaba Harry, el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971), uno de los personajes más famosos, junto a El hombre sin nombre de la Trilogía de los Dólares de Sergio Leone, de todos los interpretados por Clint Eastwood y un héroe clásico del cine de acción. Sin embargo, el policía Harry Callahan no surgió de la nada.
En 1968 Don Siegel dirigió La jungla humana (Coogan's Bluff), en la cual Clint Eastwood interpreta a otro duro policía, éste de Arizona, que va a Nueva York por un caso y donde sus métodos chocaran con la manera de hacer de los chicos de la gran ciudad, en una película que casi parece un ensayo para la futura Harry, el sucio. Pero uno de los antecedentes más interesantes de Harry, el sucio es otro policía de San Francisco: Bullit, al cual Steve McQueen dio vida en la homónima película dirigida por Peter Yates en 1968. Es interesante ya que por primera vez vemos a un policía ejerciendo el papel que tradicionalmente llevaba a cabo el detective privado.
En los inicios de la novela negra y las historias policíacas pulp, no había mucha diferencia entre policías, detectives privados y justicieros vigilantes. Todo eso cambió con la llegada de Raymond Chandler y su estilo irónico único. Chandler era comunista y muchas de sus ideas políticas impregnaron los relatos y novelas protagonizadas por Phillip Marlowe. En las novelas (de las cuales recomiendo Adiós, muñeca y El largo adiós) de Chandler, el sistema y las fuerzas de la ley son corruptas y Marlowe es el único que se mantiene incorruptible e insobornable, aunque el resultado final de sus esfuerzos no siempre salga a la luz o tenga final feliz, de ahí su actitud cínica. Del mismo modo que Marlowe se movía siguiendo únicamente las directrices de su código moral, Bullit actúa de modo parecido aunque por ello se enfrente a sus superiores, más interesados en mantener las apariencias y evitar la mala publicidad.
Lo interesante también tanto de Bullit de Yates como de Harry, el sucio de Siegel es que se sitúan en un término medio en cuanto a los tipos de historia policíaca que había hasta entonces. Se podrían dividir en dos: orden, novelas, series y películas en las cuales hay un crimen del que no se sabe el sospechoso y que al final se resuelve perfectamente sin ambigüedad de ningún tipo y todo vuelve a la normalidad; y caos, en las cuales los protagonistas viven sumergidos dentro del mundo criminal y las transgresiones pueden o no resolverse y en ocasiones hay un grave coste para su protagonista. Lo que Yates y Siegel transmiten en sus obras es: el sistema está corrupto y podrido por la política pero hay agentes del orden que nos protegerán del caos. Aunque el precio que han de pagar estos agentes a veces sea alto, como veremos más adelante.
Harry, el sucio presenta un interesante arco dramático protagonizado por su personaje principal. La película está dividida en dos partes. La primera nos presenta una trama habitual en la que el psicópata Scorpio (Andrew Robinson) lleva a cabo una serie de crímenes que son investigados por Harry Callahan y su compañero Chico González. Mientras vemos como los policías trabajan siguiendo una rutina policial y métodos habituales, vamos conociendo a Harry Callahan mediante escenas que no tienen nada que ver con la trama principal.
De todas estas escenas, la más famosa es la del atraco al banco. Harry llega a un restaurante para desayunar y mientras se sienta pide al encargado que llame a la policía ya que se está cometiendo un atraco (aunque Harry usa el código policíal, claro) para a continuación ponerse a desayunar tranquilamente confiando en que la patrulla llegue a tiempo. Y cuando suena la alarma del banco, Harry va a detener a los criminales ¡como si fuera todo una simple molestia que le impide desayunar tranquilo! Sabemos ya que Harry es un policía que lleva tiempo en la fuerza, que no se está por tonterías y que le precede una fama que es buena o mala dependiendo del lado de la ley en el que estés. Aquí aprendemos otra cosa de Callahan: Harry siempre camina en línea recta, lo cual nos indica que es implacable. Luego, mientras le curan unas heridas, averiguamos que se ha quedado viudo no hace mucho, lo que nos indica que el trabajo de policía es lo único que llena su vida. En esta parte de la película se concentran también las dosis de humor que contiene, como cuando Harry disuade a un suicida de una forma bastante peculiar (escena en la que Eastwood cambia la voz de manera que resulte más cómica) y que luego seria homenajeada en la película Arma Letal (Lethal Weapon, Richard Donner, 1987) o cuando es confundido por un pervertido espía. Incluso hay un momento en el cual mientras vigilan a ver si llega Scorpio, Harry se distrae espiando con unos prismáticos a una jovencita desnuda en su apartamento que recibe a un grupo de amigos.
Sin embargo, la película hace un giro cuando Scorpio secuestra a una niña de catorce años y obliga a Harry a recorrer media ciudad para que le entregue el dinero a cambio de dar la localización de la niña. Así, tras la tensión de llegar a tiempo a cada punto de control, la pelea con Scorpio durante la cual su compañero es herido y que Scorpio intente matarlo tras decirle que dejará morir a la niña; Harry cruza la línea. Entra sin autorización en el estadio donde vive Scorpio y le tortura para averiguar dónde ha dejado a la niña. Es en este momento, que tiene lugar en mitad de un campo de fútbol americano, cuando Harry empieza a torturar a Scorpio que nos alejamos de ambos personajes. La cámara alza el vuelo, alejándonos de un momento y una escena que nos indica que ya no estamos en una película de acción policial normal y corriente.
Mientras Harry observa como recuperan el cadáver de la pobre Ann Marie Deacon nosotros observamos a Harry. En lo que queda de película ya no hay más notas de humor y se empiezan a plantar las semillas para un anticlímax nada habitual en este tipo de películas. Harry tiene los habituales enfrentamientos con sus superiores y se le añade la frustración de que por sus acciones ilegales Scorpio quedará libre. Aquí se produce un momento bastante significativo, que tiene lugar durante una conversación entre Harry Callahan y la esposa de su compañero (Lyn Edgington), en la cual averiguamos cómo murió su mujer. Tras decirle a la esposa que entiende que quiera que Chico deje de ser policía por lo duro y difícil que es, ella le pregunta que por qué sigue Harry como policía. A lo que él responde:
-No lo sé. De verdad que no.
La culminación de este cambio de tono llega con el enfrentamiento final con Scorpio. Tras hacer la repetir de nuevo el famoso diálogo que previamente había soltado al ladrón de bancos (interpretado por Albert Popwell, actor que aparece en tres películas más de Harry, el sucio haciendo diferentes papeles en cada una), llega la predecible muerte de Scorpio, tras el duelo de rigor. Sin embargo, mientras en otras películas este es el momento de la victoria donde se espera cierta satisfacción tras la muerte del villano, el momento aquí tiene un sabor agridulce. No hay sensación de victoria o triunfo. Mientras oye los coches de la policía llegar, Harry saca su placa, la mira reflexionando y luego la tira al lago. Este momento representa la pérdida de fe de Harry en el sistema, ya que sugiere que tras los eventos sucedidos dejará de ser policía. Esta idea fue ignorada con el objetivo de hacer más películas con el personaje, pero resulta interesante dramáticamente tener a un héroe que se cuestiona lo que ha hecho previamente en la historia.
Naturalmente, Harry, el sucio fue un gran éxito de taquilla porque supo conectar con el zeitgeist que en aquellos momentos dominaba la sociedad americana. Harry Callahan era la expresión del malestar social, la frustración y desconfianza de los ciudadanos hacía un sistema por el que se sentían traicionados en un momento en el cual se experimentó un importante aumento en los índices de criminalidad. Aunque cuando vi por primera vez esta película yo tenía unos doce años, y simplemente me pareció una buena película de acción. Tampoco me extrañaron los métodos de Harry después de ver como John McClane, Indiana Jones o James Bond ni parpadeaban a la hora de acabar con todos los villanos que se les pusieran por delante.
En los inicios de la novela negra y las historias policíacas pulp, no había mucha diferencia entre policías, detectives privados y justicieros vigilantes. Todo eso cambió con la llegada de Raymond Chandler y su estilo irónico único. Chandler era comunista y muchas de sus ideas políticas impregnaron los relatos y novelas protagonizadas por Phillip Marlowe. En las novelas (de las cuales recomiendo Adiós, muñeca y El largo adiós) de Chandler, el sistema y las fuerzas de la ley son corruptas y Marlowe es el único que se mantiene incorruptible e insobornable, aunque el resultado final de sus esfuerzos no siempre salga a la luz o tenga final feliz, de ahí su actitud cínica. Del mismo modo que Marlowe se movía siguiendo únicamente las directrices de su código moral, Bullit actúa de modo parecido aunque por ello se enfrente a sus superiores, más interesados en mantener las apariencias y evitar la mala publicidad.
Lo interesante también tanto de Bullit de Yates como de Harry, el sucio de Siegel es que se sitúan en un término medio en cuanto a los tipos de historia policíaca que había hasta entonces. Se podrían dividir en dos: orden, novelas, series y películas en las cuales hay un crimen del que no se sabe el sospechoso y que al final se resuelve perfectamente sin ambigüedad de ningún tipo y todo vuelve a la normalidad; y caos, en las cuales los protagonistas viven sumergidos dentro del mundo criminal y las transgresiones pueden o no resolverse y en ocasiones hay un grave coste para su protagonista. Lo que Yates y Siegel transmiten en sus obras es: el sistema está corrupto y podrido por la política pero hay agentes del orden que nos protegerán del caos. Aunque el precio que han de pagar estos agentes a veces sea alto, como veremos más adelante.
Harry, el sucio presenta un interesante arco dramático protagonizado por su personaje principal. La película está dividida en dos partes. La primera nos presenta una trama habitual en la que el psicópata Scorpio (Andrew Robinson) lleva a cabo una serie de crímenes que son investigados por Harry Callahan y su compañero Chico González. Mientras vemos como los policías trabajan siguiendo una rutina policial y métodos habituales, vamos conociendo a Harry Callahan mediante escenas que no tienen nada que ver con la trama principal.
De todas estas escenas, la más famosa es la del atraco al banco. Harry llega a un restaurante para desayunar y mientras se sienta pide al encargado que llame a la policía ya que se está cometiendo un atraco (aunque Harry usa el código policíal, claro) para a continuación ponerse a desayunar tranquilamente confiando en que la patrulla llegue a tiempo. Y cuando suena la alarma del banco, Harry va a detener a los criminales ¡como si fuera todo una simple molestia que le impide desayunar tranquilo! Sabemos ya que Harry es un policía que lleva tiempo en la fuerza, que no se está por tonterías y que le precede una fama que es buena o mala dependiendo del lado de la ley en el que estés. Aquí aprendemos otra cosa de Callahan: Harry siempre camina en línea recta, lo cual nos indica que es implacable. Luego, mientras le curan unas heridas, averiguamos que se ha quedado viudo no hace mucho, lo que nos indica que el trabajo de policía es lo único que llena su vida. En esta parte de la película se concentran también las dosis de humor que contiene, como cuando Harry disuade a un suicida de una forma bastante peculiar (escena en la que Eastwood cambia la voz de manera que resulte más cómica) y que luego seria homenajeada en la película Arma Letal (Lethal Weapon, Richard Donner, 1987) o cuando es confundido por un pervertido espía. Incluso hay un momento en el cual mientras vigilan a ver si llega Scorpio, Harry se distrae espiando con unos prismáticos a una jovencita desnuda en su apartamento que recibe a un grupo de amigos.
Sin embargo, la película hace un giro cuando Scorpio secuestra a una niña de catorce años y obliga a Harry a recorrer media ciudad para que le entregue el dinero a cambio de dar la localización de la niña. Así, tras la tensión de llegar a tiempo a cada punto de control, la pelea con Scorpio durante la cual su compañero es herido y que Scorpio intente matarlo tras decirle que dejará morir a la niña; Harry cruza la línea. Entra sin autorización en el estadio donde vive Scorpio y le tortura para averiguar dónde ha dejado a la niña. Es en este momento, que tiene lugar en mitad de un campo de fútbol americano, cuando Harry empieza a torturar a Scorpio que nos alejamos de ambos personajes. La cámara alza el vuelo, alejándonos de un momento y una escena que nos indica que ya no estamos en una película de acción policial normal y corriente.
Mientras Harry observa como recuperan el cadáver de la pobre Ann Marie Deacon nosotros observamos a Harry. En lo que queda de película ya no hay más notas de humor y se empiezan a plantar las semillas para un anticlímax nada habitual en este tipo de películas. Harry tiene los habituales enfrentamientos con sus superiores y se le añade la frustración de que por sus acciones ilegales Scorpio quedará libre. Aquí se produce un momento bastante significativo, que tiene lugar durante una conversación entre Harry Callahan y la esposa de su compañero (Lyn Edgington), en la cual averiguamos cómo murió su mujer. Tras decirle a la esposa que entiende que quiera que Chico deje de ser policía por lo duro y difícil que es, ella le pregunta que por qué sigue Harry como policía. A lo que él responde:
-No lo sé. De verdad que no.
La culminación de este cambio de tono llega con el enfrentamiento final con Scorpio. Tras hacer la repetir de nuevo el famoso diálogo que previamente había soltado al ladrón de bancos (interpretado por Albert Popwell, actor que aparece en tres películas más de Harry, el sucio haciendo diferentes papeles en cada una), llega la predecible muerte de Scorpio, tras el duelo de rigor. Sin embargo, mientras en otras películas este es el momento de la victoria donde se espera cierta satisfacción tras la muerte del villano, el momento aquí tiene un sabor agridulce. No hay sensación de victoria o triunfo. Mientras oye los coches de la policía llegar, Harry saca su placa, la mira reflexionando y luego la tira al lago. Este momento representa la pérdida de fe de Harry en el sistema, ya que sugiere que tras los eventos sucedidos dejará de ser policía. Esta idea fue ignorada con el objetivo de hacer más películas con el personaje, pero resulta interesante dramáticamente tener a un héroe que se cuestiona lo que ha hecho previamente en la historia.
Naturalmente, Harry, el sucio fue un gran éxito de taquilla porque supo conectar con el zeitgeist que en aquellos momentos dominaba la sociedad americana. Harry Callahan era la expresión del malestar social, la frustración y desconfianza de los ciudadanos hacía un sistema por el que se sentían traicionados en un momento en el cual se experimentó un importante aumento en los índices de criminalidad. Aunque cuando vi por primera vez esta película yo tenía unos doce años, y simplemente me pareció una buena película de acción. Tampoco me extrañaron los métodos de Harry después de ver como John McClane, Indiana Jones o James Bond ni parpadeaban a la hora de acabar con todos los villanos que se les pusieran por delante.
Lo mejor que trajo consigo el estreno de Harry, el sucio es Harry, el fuerte (Magnum Force, Ted Post, 1973), continuación que considero superior a la primera, ya que mientras Siegel creó un entretenido thriller policial, la película de Ted Post es superior cinematográficamente hablando no sólo por la enérgica dirección de Post sino por un guion que contiene interesantes reflexiones dramáticas y políticas cortesía de dos guionistas de lujo como son John Milius (guionista de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979)) y Michael Cimino (director y guionista de El cazador (The Deer Hunter, 1978)).
En esta película Harry Callahan se enfrenta no a un psicópata malo porque sí sino a un escuadrón de la muerte formado por un grupo de policías que ha decidido ejercer de juez, jurado y, especialmente, verdugo. Para ello se dedican a pasearse por la ciudad ejecutando a cualquier criminal rico que se les ponga a tiro.
La premisa se le ocurrió a John Milius, aunque en algún sitio se le atribuye la idea original a otro grande: Terrence Malick, mientras trabajó brevemente en el guion de la primera película, pero no he podido confirmar la información así que me quedo con la que he podido comprobar. Milius comenta en una entrevista que se le ocurrió la idea tras escuchar las acusaciones de que Harry Callahan era un extremista que se tomaba la justicia por su cuenta. Decidió entonces enfrentar a Harry con un grupo de policías que son realmente lo que se le acusaba de ser a él. También tenemos una película en la cual Harry Callahan se parece más a un ser humano real.
Esta entrega también muestra un guion mejor trabado, en el cual todo lo que sucede en pantalla tiene que ver con la historia principal de manera más o menos sutil. Pero lo mejor es cuando Harry se confronta con el escuadrón de la muerte, y resume sus ideas políticas de manera contundente:
"Odio el maldito sistema, pero mientras no venga alguien con una idea mejor que tenga sentido, lo respetaré."
En realidad, Harry Callahan no es un personaje de derechas ni de izquierdas, no tiene una ideología política. Lo único que le interesa es hacer cumplir la ley, todo lo demás le da igual como demuestra este otro momento. Transcurre cuando Harry le pregunta a su compañero Early Smith (Felton Perry) por unos policías que son excelentes tiradores:
Harry: ¿Les conoces?
Early Smith: Llegaron a la Academia después que llegara yo. Siempre iban juntos a todos sitios, como pegados con chicle. Todos pensaban que estaban enamorados.
Harry: Te diré una cosa. Si todos dispararan como ellos, no me importaría que todo el maldito departamento fuera marica.
También conocemos algo más de Harry, el ser humano. La película invierte algo de tiempo en que conozcamos como es Harry cuando no está de servicio. La razón de ello es que, tras el estreno de la primera entrega, muchas mujeres escribieron cartas a la productora pidiendo una próxima película con el personaje en la cual las mujeres le intentaran seducir a él, no al contrario. De ahí que un par de mujeres le tiren los tejos a Harry, el cual se deja seducir con facilidad, todo hay que decirlo.
Pero, como digo, lo más interesante de la película es como juega con la noción de que pasaría si de repente un grupo de policías empezara a actuar como justicieros del Oeste. Aquí radica la razón por la que considero que ésta es la mejor película de la saga, no sólo como pieza de entretenimiento sino por el contenido de la película más allá de las peripecias policiales.
Es una lástima que tras tan sobresaliente continuación la siguiente entrega de las aventuras de Harry Callahan sea menos que brillante. Harry, el ejecutor (The Enforcer, James Fargo, 1976) es una película entretenida pero que no alcanza las cotas de brillantez de ninguna de las dos anteriores entregas. El argumento cuenta como Callahan se encarga esta vez de perseguir a un grupo de terroristas de extrema izquierda. La gracia está en que esta vez le ponen de compañero a una mujer: Kate Moore (Tyne Daly, a la que algunos recordaréis de la serie policíaca Cagney y Lacey). Como es habitual, Harry al principio está en contra pero luego su compañera se acabará ganando su respeto, una idea que ya aparece en la primera película, en la que Harry acepta de manera reluctante un compañero nuevo y luego se hacen amigos; y que formará la génesis del subgénero conocido como buddy movies, películas en que dos personajes diferentes son emparejados y vemos como acaban uniendo sus fuerzas. Otra cosa que se repite es Harry arreglando los desaguisados que provocan sus jefes y superiores. En esta ocasión, el capitán McKay ataca a un grupo político de izquierdas afroamericano convencido por razones racistas que son los culpables. Luego, Harry intenta convencer al jefe de este grupo, Mustapha (Albert Popwell en su tercera aparición en la serie), de que les ayude dándoles información.
Una entrega rutinaria que resulta entretenida básicamente por el buen hacer de Clint Eastwood.
La cuarta entrega de la serie recupera el pulso en una historia que, de nuevo, toca personalmente a Harry Callahan.
Impacto súbito (Sudden Impact, 1983) fue la única de toda la serie dirigida por Clint Eastwood. La película empieza con una mujer asesinando a un hombre en un coche. Se trata de Jennifer Spencer (Sondra Locke). Por otro lado, Harry es obligado a tomarse unas vacaciones tras provocar la muerte de un importante jefe mafioso. Jennifer y Harry coincidirán en el pequeño pueblo de San Paulo donde iniciarán una relación romántica mientras Jennifer lleva a cabo una sangrienta venganza.
Como ya comenté en su momento, la película guarda no pocas similitudes con La violencia del sexo (I Spit on Your Grave aka Day of the Woman, Meir Zarchi,1978). La ambigüedad moral y procurarse justicia uno mismo sin contar con el sistema forman la base de una película en la cual las víctimas pasan a ser ejecutores y viceversa: no hay mucha diferencia entre lo que hace Harry para vengar la muerte de su compañero (Albert Popwell, de nuevo) y lo que hace Jennifer para vengar la violación que sufrieron ella y su hermana. La historia entra así de lleno en el subgénero de la venganza (del cual tenéis algunos ejemplos bajo la etiqueta "venganza") y la justicia vigilante, aunque de una manera más elegante que muchas de las películas del género.
Eastwood se rodeó de colaboradores habituales, como suele ser la norma con él, para hacer una película que resulta interesante ya que se aparta ligeramente de la fórmula habitual e introduce un conflicto personal en Harry Callahan, lo cual hace que sea una de las entregas más interesantes junto a las dos primeras.
Es una lástima que la quinta y última película de la serie no explotase del todo las buenas ideas que ofrece. La lista negra (The Dead Pool, 1988) fue dirigida por Buddy Van Horn, un colaborador de Eastwood habitual, especialista en las escenas que requieren, pues eso, especialistas. Tal vez sea por ello que la película se centra más en la acción y deja de lado los interesantes conceptos que se plantean en el guion de Steve Sharon, Durk Pearson y Sandy Shaw. Además, la película cuenta con grandes actores como Liam Neeson y Patricia Clarkson.
Una de las cosas más interesantes es que la película parodia los tópicos de las anteriores películas de la serie, siendo el ejemplo más famoso la escena en la cual Harry y su compañero Al Quan (Evan C. Kim) huyen en coche perseguidos por un coche teledirigido, parodia de las típicas persecuciones de coches. Sin embargo, aspectos más interesantes, como la manera en que los medios de comunicación explotan el morbo y la violencia, son mencionados brevemente de pasada pero nunca explorados y la película concluye apenas pasados 85 minutos, como si tuviera prisa por acabar. Un final, por cierto, que no tiene mucho interés ya que el enemigo al que se enfrenta Harry Callahan no está a la altura de él o de la serie, con lo que se le resta mucha emoción al clímax.
La película es recordada por la breve aparición que hace un entonces desconocido Jim Carrey haciendo de estrella del rock y por la presencia de auténticas estrellas del rock como los Guns N' Roses, cuya canción Welcome To The Jungle fue usada en un memorable momento de la película en la cual se filma un falso videoclip y la banda hace también un breve cameo.
En fin, es una lástima que la última entrega de la serie resulte hasta cierto punto decepcionante. Contiene buenas ideas pero resulta frustrante que no sean ejecutadas.
Pedazo de entrada.
ResponderEliminarNo hace mucho me compré el pack en dvd que incluye todas las películas de Harry y estoy encantado.
las ví todas de golpe, a película por día (aunque las habia visto con anterioridad)
A mi parecer, las mejores son las 3 primeras. Las penultima es regular, y la ultima me pareció pesima, y eso que partía de una buena idea original, pero...
La escenita del coche perseguido por el coche de juguete me pareció fuera de lugar.
Pero las 3 primeras entregas son muy grandes.
Siento predilección por los personajes de este tipo. Justicieros tipo Charles Bronson o The punisher. Tios duros que no confian en la ley (ahí es donde me siento identificado) y deciden liarla por su cuenta. Harry no llega a ese extremo, pero seguro que lo desea jaja
Un saludo!
¿Es la edición que incluye la placa de Harry y el dvd extra? No veas como presumí por la uni con mi placa de Harry el sucio.
ResponderEliminarAunque yo no compararía Harry Callahan con el Charles Bronson de Death Wish y El Castigador, ya que Harry se mueve dentro de la ley, aunque a veces se salte las normas.
Si, esa es la edición que tengo. Aún no me ha dado por fardar con la placa de harry, pero gracias por la idea jaja
ResponderEliminarYa, sé que Harry no es comparable con Frank Castle o el Bronson de Death wish, perom lo que quiero decir es que todos tiene en común el factor "politicamente incorrecto", cosa que me encanta.
Todo lo políticamente incorrecto es bienvenido.
ResponderEliminarMenudo repaso a la saga. La edición que comentáis es espectacular. ¿Dónde la pillaste, Gonzo?
ResponderEliminarLa cuatro y la cinco no las he visto, pero las 3 primeras son increíbles.
Un saludo.
Se puede encontrar en Blu-ray en la fnac, pero creo que no es la misma que salió en dvd, que aparte de las ediciones especiales de todas las películas incluía: un libro, postales, póster de San Francisco con las localizaciones de la película, dvd extra con documentales sobre Clint Eastwood, reproducción de documentos y reproducción de la placa de Harry Callahan. Por lo menos en la página web no pone que lo incluya. Tal por Amazon aún quede alguna.
ResponderEliminareiner, la compré en el mediamarkt hace año y medio o así.
ResponderEliminarGracias. Estaré atento a ver si la veo.
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