Original e interesante producción australiana de 1979, escrita por John Pinkney y dirigida por Rod Hardy. Su argumento gira en torno a los vampiros pero lo hace de una manera muy original. Aquí no tenemos castillos góticos con Christopher Lee merodeando, ni un/a cazador/a de vampiros en plena batalla contra el mal, ni tampoco románticos chupópteros de sangre haciendo suspirar a las adolescentes.
Lo que nos encontramos en Thirst es una eficiente organización empresarial.
Todo empieza cuando Kate Davis (Chantal Contouri) es secuestrada por una organización llamada Hyma. Allí es informada por el doctor Fraser (David Hemmings) de que ella es una descendiente de la condesa Bathory y que la han traído para que abrace su legado familiar y se una a ellos. Davis piensa que están todos locos e intenta escapar. Entonces los vampiros empiezan a hacer pasar a Davis por una serie de pruebas psicológicas e intentos de acondicionamiento que la harán ver la luz y unirse a ellos o la volverán loca.
Más que una película de terror de vampiros habitual se trata de una película de terror psicológico en la cual Davis lucha por mantenerse cuerda. De todas maneras, la película hace varios guiños a los títulos clásicos de vampiros. Por ejemplo, en una escena drogan a la pobre Davis que se despierta en un ataúd en el típico escenario gótico. El film también hace gala de un sano humor negro: en una de mis escenas favoritas vemos a unos vampiros venidos de diversas partes del mundo los cuales siguen a la típica guía turística en un tour por la procesadora de sangre y les va explicando como son usadas las "vacas de sangre" (humanos, claro) y la sangre es luego tratada con la máxima eficiencia y cuidado hasta su envasado en unos tetrabriks parecidos a los usados para envasar leche.
Un rasgo de la película me recordó a la clásica, inclasificable y genial El hombre de mimbre (The Wicker Man, Robin Hardy, 1973). No tanto su argumento o tono, que no tienen nada que ver la una con la otra, sino en que ambas crean escenas de suspense y amenaza sin utilizar la oscuridad y ni la noche. Gran parte de las escenas en Thirst transcurren en pleno día, algunas en el entorno frío e industrial de la fábrica procesadora de sangre. También en que, en un principio, los miembros de Hyma son siempre muy amables y solícitos con Davis a pesar de no dejarla salir de la "granja" de Hyma, igual que los habitantes de la isla de Summerisle resultan encantadores y seductores en el clásico de Hardy.
La mencionada "granja" es otro de los aciertos de la película. En el complejo de Hyma hay sitio para una piscina, pistas de tenis y otras comodidades de las que parecen disfrutar los "voluntarios" a donar su sangre. Algunos de estos "voluntarios" se dedican a pasearse con mirada ausente a la espera de que los ordeñen. Momento que la película muestra con una frialdad científica que lo hace tremendamente inquietante.
Finalmente, mencionar brevemente la estupenda banda sonora de Brian May (nada que ver con el guitarrista de Queen) que consigue añadir una capa de suspense a la película puntuando de forma maestra las escenas.
Teniendo en cuenta el panorama actual, casi resulta demasiado fácil hacer un paralelismo entre el vampirismo empresarial de la película y los grandes ejecutivos y empresarios de la llamada vida real. Pero por esta vez lo evitaré, por mucho que me tiente. Lo que sí es cierto es que la película es un soplo de aire fresco en un género muy explotado, aunque la película tiene 32 años. Fue editada en DVD no hace mucho en España, pero recomiendo la edición especial que editó Synapse Films hace 3 años, de importación. Y si nos remontamos más en el pasado, recuerdo ver la película en una vapuleada cinta de VHS, pero eso ya es para nostálgicos empedernidos.
La mencionada "granja" es otro de los aciertos de la película. En el complejo de Hyma hay sitio para una piscina, pistas de tenis y otras comodidades de las que parecen disfrutar los "voluntarios" a donar su sangre. Algunos de estos "voluntarios" se dedican a pasearse con mirada ausente a la espera de que los ordeñen. Momento que la película muestra con una frialdad científica que lo hace tremendamente inquietante.
Finalmente, mencionar brevemente la estupenda banda sonora de Brian May (nada que ver con el guitarrista de Queen) que consigue añadir una capa de suspense a la película puntuando de forma maestra las escenas.
Teniendo en cuenta el panorama actual, casi resulta demasiado fácil hacer un paralelismo entre el vampirismo empresarial de la película y los grandes ejecutivos y empresarios de la llamada vida real. Pero por esta vez lo evitaré, por mucho que me tiente. Lo que sí es cierto es que la película es un soplo de aire fresco en un género muy explotado, aunque la película tiene 32 años. Fue editada en DVD no hace mucho en España, pero recomiendo la edición especial que editó Synapse Films hace 3 años, de importación. Y si nos remontamos más en el pasado, recuerdo ver la película en una vapuleada cinta de VHS, pero eso ya es para nostálgicos empedernidos.
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