Las películas de culto suelen ser películas de bajo presupuesto. Producciones modestas que en su momento, debido a dificultades de distribución o de otra índole, quedaron sepultadas por el poderío de Hollywood o se estrenaron en un mal momento. Pero, ocasionalmente, también se producen, de forma completamente involuntaria, películas de culto de gran presupuesto. Títulos que, a pesar de todos los medios a su disposición que tienen los grandes estudios de Hollywood, fueron sonoros fracasos. Filmes ignorados por el público y destrozados por la crítica que, al cabo de unos cuantos años, se ven reivindicados gracias a los fieles fans que han acumulado a lo largo de los años. A este segundo tipo de películas de culto pertenece El gran Halcón (Hudson Hawk, Michael Lehmann, 1991).
El enrevesado argumento del film arranca con el recién salido de prisión "Halcón" Hudson (Bruce Willis), el mejor ladrón de guante blanco de su generación. Ni siquiera ha salido de prisión cuando le ofrecen un trabajo aparentemente simple: robar una pequeña estatua de caballo de una empresa de subastas. A partir de aquí, Halcón y su compañero Tommy Five-Tone (Danny Aiello) se verán envueltos en una complicada trama en la que se mezclan mafiosos, espías y una malvada pareja de multimillonarios: Minerva y Darwin Mayflower (Sandra Bernhard y Richard E. Grant).
Este era un proyecto muy personal para Bruce Willis. Willis y Robert Kraft habían creado el personaje, primero en forma de canción y luego desarrollando una historia a su alrededor. Esta historia fue luego cambiada y transformada a lo largo de diversos guiones. Joel Silver fue el productor que finalmente puso en marcha la película con guion de Steven E. de Souza, guionista con el que tanto Willis como Silver habían trabajado en La jungla de cristal (Die Hard, John McTiernan, 1988). A Silver y Willis les gustó mucho Escuela de jóvenes asesinos (Heathers, Michael Lehmann, 1988), así que contactaron con su director para que se pusiera al frente de Hudson Hawk. Decisión que llevó a que la película se acabara convirtiendo en un título de culto.
Michael Lehmann trajo consigo al guionista de Heathers, Daniel Waters. La idea de Silver y Willis es que Lehmann y Waters convirtieran Hudson Hawk en una comedia siguiendo el estilo de Heathers, ya que Willis quería regresar a la comedia con la que se había hecho popular en la serie Luz de luna (Moonlighting, 1985-89) y eso exactamente es lo que hicieron: cogieron una típica cinta de acción hollywoodiense y le dieron un baño de humor bizarro y locura. Mucho más demente que lo que Willis y Silver se esperaban, de modo que llamaron de vuelta a Steven E. de Souza para que le diera algo de sentido a la historia. Pero ya era demasiado tarde para "normalizar" la película. El rodaje fue además bastante complicado para Lehmann, atrapado entre los egos de Silver y Willis.
El film fue promocionado con una campaña de marketing mediocre y fea, que lanzaba la idea de que Hudson Hawk era una cinta de acción como las anteriores películas protagonizadas por Bruce Willis, que no le hizo ningún favor. Fue masacrada por la crítica y el público le dio la espalda ya que no era la película que se esperaban. En Europa le fue algo mejor, sin ser un gran taquillazo tampoco fue un desastre. Aunque imagino que también hubo ciertas reacciones contrarias como en Estados Unidos. Recuerdo que me interesó verla porque recordaba a Willis de las anteriores Jungla de cristal y me sorprendió lo diferente que era de esas películas, aunque para mí eso no fue un problema.
Resulta obvio que las razones por las que fracasó en su día son las mismas por las que se ha convertido en una cinta de culto. Son las razones por las que me divierto de principio a fin con este film: su humor bizarro y sus personajes alocados. La película le da la vuelta al cine de acción y los clichés que lo forman: la habitual escena de robo se convierte en un número musical, parodia los villanos megalómanos de las películas de James Bond y tiene personajes absurdos como el espía que encarna David Caruso Kit Kat, un mudo camaleón.
Hudson Hawk es una comedia bizarra que satiriza el cine de acción, de la misma manera que Lehmann y Waters satirizaron la comedia adolescente con Heathers. No es lo que buscaba el estudio, aunque Willis parece que está bastante contento con el film en la actualidad, y parece ser que no es lo que buscaba el público. Pero es el tipo de película que busco, una deliciosa dosis de locura para mantener la cordura en estos tiempos.
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