Nada como meterse de lleno dentro de un buen terror gótico, lleno de noches tempestuosas, pasajes secretos, soterradas perversiones sexuales y algún muerto o dos que regresan de la tumba. El horrible secreto del doctor Hitchcock (L'orribile segreto del Dr. Hichcock, Riccardo Freda, 1962) es una gran entrada dentro del género que se beneficia con contar con la reina del terror gótico Barbara Steele en un papel protagonista.
Londres, 1897. El reputado cirujano Bernard Hichcock (Robert Flemyng) ha obtenido gran prestigio gracias a su habilidad con el bisturí y su invención de un efectivo suero anestésico que hace posibles arriesgadas operaciones. El doctor Hichcock también utiliza el suero para llevar a cabo juegos sexuales necrófilos con su esposa Margaretha (Maria Teresa Vianello). Pero durante uno de estos juegos, sin querer, el doctor le provoca una sobredosis a su esposa y esta muere. Traumatizado por el suceso, el doctor abandona Londres. Doce años después regresa, aparentemente recuperado y acompañado de su nueva esposa, Cynthia (Barbara Steele). Desde el momento de llegar, Cynthia tiene la sensación de encontrarse bajo la sombra de la esposa fallecida del doctor y no tardará en tener la impresión de que su fantasma la acosa. Paralelamente, el doctor Hichcock empieza a sucumbir de nuevo a sus tendencias necrófilas con las pacientes fallecidas.
La trama necrófila es lo que dio infame notoriedad a esta película desde el momento en que se estrenó. Pero se ha mantenido como un clásico del género gracias a su enfebrecida manera de narrar la historia y cómo utiliza los diferentes elementos propios del género gótico. El guionista Ernesto Gastaldi empezó a escribir una historia más clásica, pero cuando los productores le pidieron algo más inquietante y macabro, Gastaldi decidió introducir la necrofilia, tan aparente como era posible en la época en que se rodó. Riccardo Freda obtuvo la dirección del film cuando se apostó con los productores que podía rodar la película en solo catorce días (o diez días, depende de la entrevista). Para ganar la apuesta y cumplir el contrato, Freda le imprimió un ritmo frenético al rodaje. También concentró el rodaje en una sola localización, una gran villa en la que se creó la mansión londinense del doctor Hichcock y también la morgue y las salas de operaciones en las que trabaja. Finalmente, para asegurarse de que terminaba el rodaje a tiempo, decidió no rodar alrededor de doce páginas del guion original de Ernesto Gastaldi. En estas páginas se encontraban las explicaciones y motivaciones de los personajes, lo que en algunos casos es positivo, porque lo deja a la imaginación del espectador, en otros negativo, porque algún personaje desaparece sin que se resuelva el por qué de su presencia.
Las condiciones de rodaje sirvieron para imprimirle al film un aire frenético (dura 87 minutos), cargando la pantalla de elementos macabros y perversos. La utilización de una única localidad para rodar toda la película le da un aire claustrofóbico, incluso en las escenas en el hospital, así como puede resultar desorientadora (de una manera positiva) ya que continuamente parecen surgir nuevas habitaciones y lugares desconocidos en la mansión.
El uso del nombre Hichcock no es gratuito. Originalmente la película se tituló Raptus, ya que en el cine de entonces se puso de moda la utilización de términos clínicos como títulos tras el éxito de Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960). Gastaldi también llenó el film de referencias a otras películas del maestro, siendo Rebeca (Rebecca, Alfred Hitchcock, 1940) la película que tuvo una mayor influencia en la trama y el estilo de El horrible secreto del doctor Hitchcock. Por supuesto, cuando vieron que se había utilizado el nombre Hichcock, los productores decidieron usarlo en el título y el poster para obtener una mayor popularidad, cambiando la manera en que se escribe ligeramente para evitar denuncias. Otra gran influencia en el film fue Edgar Allan Poe a través de las adaptaciones que estaba realizando entonces Roger Corman. Hacía poco que se había estrenado en Italia con gran éxito El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum, Roger Corman, 1961), que precisamente contaba con Barbara Steele entre las protagonistas, así que se intenta imitar su modelo.
Riccardo Freda cogió todos estos elementos del guion y los sacudió y presentó a su peculiar manera. De esta forma se convirtió lo que podría haber sido un simple pastiche, en una celebración del terror gótico que sigue entreteniendo y fascinando hoy día. En su día fue considerado poco más que basura sin interés, pero el tiempo ha demostrado que es uno de los títulos más memorables dentro del terror gótico.
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