8 dic 2023

Demonios asesinos (Yôkai hantâ: Hiruko aka Hiruko the Goblin)

 

Entre Tetsuo, el hombre de hierro (Tetsuo, 1989) y Tetsuo II: El cuerpo de martillo (Tetsuo II: The Body Hammer, 1992), sus dos títulos más conocidos, el director Shin'ya Tsukamoto estrenó Demonios asesinos (Yôkai hantâ: Hiruko aka Hiruko the Goblin, 1991), menos conocida pero igualmente interesante. La película adapta el manga de Daijirô Morohoshi Yokai Hunter, bastante popular en Japón, pero hasta ahora inédito en nuestro país.

Hieda Reijirou (Kenji Sawada) es un profesor de arqueología desacreditado por sus teorías sobre la existencia real de criaturas y monstruos que se creen mitológicos. Hieda recibe una carta de su cuñado Takashi Yabe (Naoto Takenata), donde le comenta el descubrimiento de una tumba ancestral cerca de un colegio, ahora cerrado por las vacaciones de verano. Cuando Hieda llega se encuentra que Hieda ha desaparecido misteriosamente junto a la estudiante Tsukishima Reiko (Megumi Ueno). Masao (Masaki Kudou), el hijo de Takashi y enamorado de Tsukishima, también se encuentra en el colegio intentando averiguar qué ha sido de los desaparecidos. Hieda y Masao se enfrentarán juntos a los demonios que han salido de la tumba hasta entonces oculta.

El título castellano Demonios asesinos puede dar la impresión de que nos encontramos ante una película de terror, ya sea al estilo J-Horror o con más sangre y gore. Pero, aunque hay elementos de terror y alguna escena inquietante, la película de Tsukamoto tiene muchos elementos de comedia y del cine de aventuras. Un cóctel de géneros al que hay que añadir la influencia del cine fantástico americano a la hora de presentar criaturas propias de la mitología japonesa. La comedia la proporcionan principalmente los dos protagonistas, en especial el torpe Hieda. Equipado con una serie de armas de creación casera, como una versión japonesa del cazafantasmas Tristanbraker, la primera reacción de Hieda ante la presencia del demonio que caza en el colegio cerrado es la misma que tendría yo: salir corriendo. A pesar de todo, sus conocimientos serán muy útiles y se acabará convirtiendo en un héroe. Mientras, Masao se enfrenta a un importante destino tras descubrir diversos secretos familiares. El terror y las aventuras se dan de la mano en la exploración del colegio cerrado y la aparición de Hiruko, que cuando posee a una persona ésta se convierte en una cabeza con patas de insecto, como una araña infernal.

El resultado es una película que mezcla terror japonés con Gremlins (Joe Dante, 1984) y Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981). Inquietante y muy divertida al mismo tiempo, entretenida de principio a fin, Demonios asesinos es también coherente y sólida, a pesar de la dispar mezcla de géneros, gracias al tono consistente y la energética dirección de Tsukamoto. Es el extraño caso de una película que gustará tanto al aficionado a la cultura pop japonesa, al aficionado al terror o a alguien que no está demasiado interesado en ninguna de las dos cosas. Un título fantástico en más de un sentido.

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