Durante los primeros años de la década de los ochenta se vivió una sobredosis de slashers debido al éxito de películas hoy clásicas como Viernes 13, San Valentín Sangriento o Prom Night. Esto provocó una saturación y un desgaste muy rápido de este subgénero del cine de terror, ya que cualquier productor ávido de dinero invertía en un slasher aplicando la fórmula "adolescentes idiotas + enmascarado que los mata uno a uno". Y, aunque algunos slashers de esta época son bastante buenos, también se estrenó mucha basura hoy olvidada.
El tiempo ha validado muchos títulos de esa época, pero en aquel momento los metieron a todos en el mismo saco: el oro con la morralla. Esto también provocó que se estrenaran parodias del género como Student Bodies de Mickey Rose tan pronto como 1981. El género rápidamente entró en decadencia debido a una excesiva repetición de la fórmula. Incluso revulsivos como Pesadilla en Elm Street de Wes Craven creaban sus propios baches por culpa de las secuelas e imitaciones. Este ciclo del slasher se repetiría a mediados de los noventa con el estreno de Scream hasta las parodias de Scary Movie (que de hecho era el título original de Scream).
Estrenada en plena decadencia del género, Terror en el instituto (Return to Horror High) de Bill Froehlich es posible que sea ahora más apreciada por su originalidad de lo que lo fue en el lejano 1987 en que vio la luz. El film se puede resumir rápidamente como una mezcla de Scream y Sospechosos Habituales, sólo que casi una década antes que ambas se estrenaran.
La historia arranca cuando un grupo de policías llega al Instituto Crippen donde un equipo que filmaba una película ha sido masacrado. Entre los supervivientes encuentran al guionista, que seguidamente empezará a explicarles que le ha sucedido a los técnicos y actores que precisamente se encontraban allí haciendo una película sobre los asesinatos que tuvieron lugar allí unos años antes.
Mezclando la comedia con el terror la película nos explica la historia de los asesinatos originales mediante flashbacks de los supervivientes de entonces, dentro de los flashbacks que explican los asesinatos actuales. La película juega, además, a mezclar la realidad de lo que sucedió con la versión que hacen de ella la gente de cine haciendo con ello un inteligente juego metalingüístico. A eso se le suma el sexo, la violencia y el gore que hicieron grandes a los ochenta. Y un joven George Clooney con un peinado ridículo. Nada mal para una modesta película de bajo presupuesto.
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