Nicholas Meyer, el director de la clásica Star Trek II: La ira de Kahn, pone a H.G. Wells (Malcolm McDowell) tras la pista de Jack el Destripador (David Warner). Wells viajará del Londres de 1893 al San Francisco de 1979 para atraparlo. Para ello usará una máquina del tiempo que acaba de inventar.
Meyer compró los derechos de la historia a su amigo Karl Alexander. Mientras Alexander terminaba la novela, Meyer fue escribiendo el guión; parecido a lo que hicieron Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke con 2001, una odisea espacial.
El principio de la película recuerda a la clásica y fantástica adaptación que hizo George Pal en 1960 de la novela de Wells The Time Machine, que aquí titularon: El tiempo en sus manos. Lo curioso es que los efectos especiales de la película de 1960 están mucho más logrados y son más creíbles que en la película de Meyer. Pero lo que más interesa a Meyer no es tanto la historia de suspense sino la historia de amor entre Wells y la joven del siglo XX Amy (Mary Steenburger). Una historia de amor que se reprodujo tras las cámaras, McDowell y Steenburger mantuvieron una larga relación tras completar esta película. En el DVD, McDowell comenta una escena durante la cual mientras el estaba fuera de cámara le confesó sus sentimientos a Steenburger, quedando la reacción de ella conservada para siempre en la película.
Otro de los aspectos que Meyer trata es el comentario social. La violencia en nuestra sociedad que Wells imaginaba erradicada para cuando se llegase a las últimas décadas del siglo XX. Wells (el real) fue un precursor del socialismo y de la igualdad entre hombres y mujeres. Si habéis leído La Guerra de los Mundos, recordaréis que Wells muestra compasión y empatía hacia los marcianos a pesar de las tropelías que cometen. En la superficial y violenta sociedad del siglo XX Wells se siente fuera de lugar, perdido. El Destripador, por otro lado, se adapta rápidamente a su entorno, sin pérdida de tiempo se vuelve a dedicar a sus actividades favoritas al poco de llegar a 1979.
Si bien se excede un poco el tiempo en mostrar a Wells en la típica situación de "pez fuera del agua", la película conserva su encanto, resultando en un agradable entretenimiento. Y si no habéis leído ninguna obra de H.G. Wells, ya iría siendo hora.
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