Dune (1984) de David Lynch es una película fallida pero fascinante. Fallida ya que arrastra demasiados fallos en su guión y su ejecución, y fascinante ya que contiene escenas e imágenes impresionantes.
Antes que nada aclarar que la versión cinematográfica, de 137 minutos, es la versión del director David Lynch. El resto de versiones extendidas y la versión televisiva, de 177 minutos, no corresponden a la visión de Lynch, por ello quiso eliminar su nombre de los títulos de crédito de estas versiones y cambiarlo por el de Allan Smithee, el pseudónimo utilizado por los directores de cine que no se sienten identificados o responsables del producto final (normalmente debido a discrepancias artísticas entre el estudio y el director). Así que me centro en la versión de Lynch, e ignoraré las otras. Aunque si tenéis curiosidad, la versión televisiva está incluida en la edición especial que editó Manga Films en España, versión que no respeta el formato cinematográfico y es full screen.
En fin, a lo que íbamos.
Dune no acaba de funcionar como película ya que quiso mantenerse demasiado fiel a la novela original de Frank Herbert en que se basa. El guion de Lynch es excesivamente literario, poniendo a todos los personajes voces en off donde oímos sus pensamientos, dando excesivas e innecesarias explicaciones... Todo esto mezclado a su vez con un impresionante diseño de producción y fantásticos efectos especiales que hacen que a pesar de todo te quedes a ver la película.
Seguramente os habéis fijado alguna vez, en manifestaciones o en el colegio, en esos carteles que al principio tienen la letra grande pero, cuando el autor se da cuenta que no tiene espacio suficiente, la letra se va haciendo más pequeñita para no salirse del espacio. El desarrollo de Dune es parecido.
Se alarga demasiado al principio, presentando personajes y explicando al espectador cada pequeño detalle por muy innecesario o intrascendente que sea, de modo que cuando llega la parte más interesante, la chicha de la historia, se comprime y la parte épica se acelera para llegar lo más deprisa posible al final. A grosso modo, la película invierte una hora en presentar los personajes y el universo que habitan, media hora para desarrollar la historia de estos personajes y media hora para concluirla. Como resultado, los aspectos más interesantes de la historia quedan sin desarrollar y las escenas épicas del final pierden fuerza ya que no hay una inversión emocional por parte del espectador, que está sentado esperando que todo acabe.
Creo que el intento de hacer una adaptación fiel de la novela hizo que Lynch escribiese un guion impropio de su talento. Más cuando pensamos que antes de Dune dirigió y contribuyó al guion de El hombre elefante (The Elephant Man, 1980). Hay que entender que una adaptación fiel de una novela no consiste en meter todo lo que pasa en ella tal cual, al contrario; una buena adaptación es la que respeta el espíritu de la historia a la hora de trasladarla de un medio a otro aunque para ello deba eliminar cosas de la novela, ya que hay elementos que funcionan en novela que no funcionan aplicados al cine. Intentar meterlo todo con calzador es tan perjudicial como eliminar aspectos fundamentales. Por ejemplo, L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997): como seguidor de James Ellroy os puedo asegurar que en la película se eliminan un montón de cosas de la novela, desde tramas secundarias a personajes a historias pasadas de los personajes, pero se mantiene fiel al espíritu e intención de la novela y eso hace que sea una buena adaptación de una novela bastante compleja.
Por otro lado, el fuerte de Lynch, que son las imágenes fascinantes, encuentra un fértil suelo en la historia de Dune, llenando la pantalla de personajes increíbles. Crea un mundo alucinante y, en algunos aspectos, surrealista, ayudado por un excelente equipo de maquilladores de efectos especiales italiano encabezado por el maestro Giannetto De Rossi, poblado por criaturas extrañas, cortesía de Carlo Rambaldi. Lo que hace doblemente frustrante que el guion no esté a la altura de los medios que tenía a su disposición.
También te hace pensar que habría pasado si la proyectada versión de Dune de Alejandro Jodorowsky se hubiese llevado a cabo. A mediados de los setenta Jodorowsky reunió a un montón de artistas para que empezaran a crear y diseñar naves, personajes y escenas para una adaptación de la novela de Frank Herbert que finalmente se quedó sin financiación. Aunque fue trabajando en ese proyecto que Dan O'Bannon, el guionista de Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979), conoció a H. R. Giger, el artista que diseñó la criatura de Alien, y cuando el proyecto se suspendió, O'Bannon regresó a Estados Unidos y se puso a escribir Alien llevado por la necesidad. O sea, que tal vez fue una suerte que Jodorowsky se quedara sin financiación para su Dune y pudimos disfrutar todos de esa obra maestra que es Alien.
El destino, que cabroncete es.
Volviendo a David Lynch y su Dune. Bueno, en realidad no tengo mucho más que decir. Os dejo con el tráiler, pero antes os pongo también una divertida crítica de Dune, que me hizo reír bastante.
A mí, para empezar, el libro me decepcionó un poco. No es que no me gustara pero había oído a un montón de gente catalogarlo como el mejor libro de ciencia ficción de la historia y, francamente, no me pareció para tanto (es el problema de crearte expectativas). En cuanto a la película, la decepción fue menor porque no esperaba nada y, por lo menos, el aspecto visual sí que me gustó. La peli peca de todo lo que has dicho y a mí me aburrió en algunos momentos.
ResponderEliminarSólo volvería a ver esta peli si editaran la versión de 5 horas de Lynch.
Un saludo.
Sí, el libro también es bastante decepcionante. Y me temo que no existe versión de 5 horas ni existirá.
ResponderEliminarSé que es una película que no gusta en general, esa es la experiencia que tengo con otra gente cuando tengo hablado de ella, y que tiene cosas fallidas como dices tu, Raül (me gustó la comparación que haces con las letras grandes que se escriben en una hoja y que llega un momento en el que las tienes que ir apretando y reduciendo de tamaño para que entre el resto); pero a mí me gustó bastante. Es cierto que es fascinante, y es cierto que si trabajaran más la parte final y no se pararan tanto en los prolegómenos explicando todo lo que explicaron, podría haber sido una obra maestra, para mí, así de claro. No entiendo la gente que dice que es muy lenta y aburrida; para mí esa gente nunca podrá entrar en el Espíritu del cine de Lynch.
ResponderEliminar¿Y cómo se podría haber arreglado todo eso? De dos maneras, creo yo, una: reduciendo el principio y sintetizarlo centrándose más en el tramo final; o dos: dejando prácticamente como está el inicio y la parte central, ahorrándonos alguna que otra explicación que podía sobrar, y le daría algo más de dinamismo, y (eso sigue igual que la primera manera de arreglarlo)desarrollar más el final en el planeta con los gusanos... de esta última forma la película se tendría que alargar en su metraje (esa sería la única dificultad para venderse mejor comercialmente, aunque yo, sin duda, lo preferiría). Muy buena entrada, Raül.
Javi, mi favorita de Lynch es Carretera Perdida, me parece absolutamente genial. Creo que el problema principal de Dune, como ya indico en el post, es que es demasiado Frank Herbert y muy poco Lynch, y el tramo final en el que podría haber brillado queda demasiado truncado.
ResponderEliminarCarretera perdida es de mejores para mí también, me gusta más que Mulholand drive (las comparaciones son inevitables), además de Blue Velvet (mi favorita) y El hombre elefante.
ResponderEliminarEs cierto que Dune no tiene demasiado de Lynch, pero lo poco que tiene es muy distinguible. La oscuridad que desprenden los personajes es Lynchiana hasta la médula, dan un caguele similar al caguele de personajes de pelis como Corazón salvaje o Blue velvet.