Antes de profundizar en el clásico El otro (The Other, Robert Mulligan, 1972) me gustaría aclarar algo a todos los listillos y listillas que con aire de suficiencia se giran, en cierto momento de la película, para indicar como ellos y ellas ya lo veían venir. Esta reacción está provocada por la marabunta de películas que, tras el éxito de El sexto sentido (The Sixth Sense, M. Night Shyamalan, 1999), pretendían descolocar al espectador con un "sorprendente" giro final que creo a su vez un montón de espectadores y espectadoras que gustan de indicar lo listos que son al adelantarse a la revelación, como si fuera algo tan difícil. Este clásico no pretende eso ni pertenece a esta serie de películas, la revelación tiene lugar cuando aún queda bastante para que acabe y llegue el auténtico horror final. Así que ahorraos la suficiencia. Gracias.
La película, para aquellos que no la hayan visto, gira en torno a los gemelos Perry (Chris y Martin Udvarnoky), que durante el verano de 1935 serán el centro de varios asesinatos cercanos a la granja donde viven. De manera semejante a lo que comentamos sobre el clásico de Frank Henenlotter ¿Dónde te escondes, hermano? (Basket Case, 1982), estos gemelos parecen representar la psique humana en el sentido de que uno, el malvado asesino, sería el id, únicamente preocupado por satisfacer sus necesidades placenteras, y el otro, el inocente, sería el super-ego, el sentido moral que busca imponerse. El ego racional que intenta mantener un equilibrio entre ambos sería la abuela Ada (Uta Hagen).
De todos modos, imagino que esta interpretación estaría lejos de la mente del autor Thomas Tryon, que escribió la novela y la adaptó al cine.
Dejando de lado interpretaciones varias, El otro es un fantástico clásico del terror psicológico. Sorprende la habilidad de Mulligan en ese sentido. Ésta es la única película del género que realizó el director de Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, 1962), sin contar sus experiencias televisivas. La habilidad consiste tal vez en contar la historia como una fábula onírica más que como la típica película de suspense. También ayuda la excelente banda sonora de Jerry Goldsmith, aunque gran parte de la misma desapareció en el proceso de editar la película.
El otro se mantiene como una de las más inquietantes películas que se han hecho nunca con un niño asesino. El pequeño psicópata que se dedica a jugar a su particular "juego" no está justificado de ninguna manera: es pura maldad. Al contrario que sucede con otras películas del estilo como La mala semilla (The Bad Seed, Mervyn LeRoy, 1956), que justifica la maldad de la pequeña niña como algo heredado de sus padres, aquí no se buscan explicaciones pseudocientíficas para darle un sentido a la maldad del gemelo, el otro, que pudiera aliviar la inquietud del espectador, así como su terrible final resulta muy chocante y único en la época que fue realizada la película. Tal vez es la influencia y el éxito de esta película que hizo que, tras pasar un tiempo tras el estreno de El otro, tanto la ausencia de explicaciones como el oscuro final serían algo más común (aunque tampoco tanto) en el cine de terror, abandonando la moralidad impuesta por la censura de la época.
Tanto clásico del género como del cine, El otro es una película inquietante y, de manera subversiva, perturbadora. Sin necesidad de sangre ni grandes sustos cada cinco minutos, Mulligan nos introduce en el mundo de los gemelos Perry y no nos suelta hasta la terrible conclusión. Y si la veis junto a The Pit (Lew Lehman, 1981) os podéis montar una gran sesión de niños homicidas.
De todos modos, imagino que esta interpretación estaría lejos de la mente del autor Thomas Tryon, que escribió la novela y la adaptó al cine.
Dejando de lado interpretaciones varias, El otro es un fantástico clásico del terror psicológico. Sorprende la habilidad de Mulligan en ese sentido. Ésta es la única película del género que realizó el director de Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, 1962), sin contar sus experiencias televisivas. La habilidad consiste tal vez en contar la historia como una fábula onírica más que como la típica película de suspense. También ayuda la excelente banda sonora de Jerry Goldsmith, aunque gran parte de la misma desapareció en el proceso de editar la película.
El otro se mantiene como una de las más inquietantes películas que se han hecho nunca con un niño asesino. El pequeño psicópata que se dedica a jugar a su particular "juego" no está justificado de ninguna manera: es pura maldad. Al contrario que sucede con otras películas del estilo como La mala semilla (The Bad Seed, Mervyn LeRoy, 1956), que justifica la maldad de la pequeña niña como algo heredado de sus padres, aquí no se buscan explicaciones pseudocientíficas para darle un sentido a la maldad del gemelo, el otro, que pudiera aliviar la inquietud del espectador, así como su terrible final resulta muy chocante y único en la época que fue realizada la película. Tal vez es la influencia y el éxito de esta película que hizo que, tras pasar un tiempo tras el estreno de El otro, tanto la ausencia de explicaciones como el oscuro final serían algo más común (aunque tampoco tanto) en el cine de terror, abandonando la moralidad impuesta por la censura de la época.
Tanto clásico del género como del cine, El otro es una película inquietante y, de manera subversiva, perturbadora. Sin necesidad de sangre ni grandes sustos cada cinco minutos, Mulligan nos introduce en el mundo de los gemelos Perry y no nos suelta hasta la terrible conclusión. Y si la veis junto a The Pit (Lew Lehman, 1981) os podéis montar una gran sesión de niños homicidas.
Gran película (con un jovencíllo John Ritter dando vueltas por ahí) y profundamente inquietante. Hablando de niños asesinos, aún recuerdo que, cuando en los 90 se estrenó ese bodrio llamado "El Buen Hijo", los medios especializados no dejaban de "compararla" con "El Otro". Cosas de la mercadotecnica, porque aquello (especialmente debido al inefable Macaulay Culkin, porque Elijah Wood, como siempre en su etapa infantil, estaba excelente), aquello, digo, no había por dónde cogerlo.
ResponderEliminarY volviendo a "El Otro", cojonudos montaje y fotografía.
Un saludo mapatxil (y perdón por la digresión).
Y añado: quizá la secuencia en la que se explica, mediante flashback, el detonante de la tragedia, sea una de mis favoritas de la historia del cine.
ResponderEliminarEs que me voy acordando de cosillas, jejeje...
No la he visto, pero me están entrando bastantes ganas. Este hombre es el de Matar a un ruiseñor y no creo que haga cualquier tontería. Mola lo de que no se de una explicación a esa maldad. En Psicosis, de hecho, es lo que menos me gustó: esa pedagogía que nos sirve el psiquiatra al final de lo que es a grandes rasgos la mente de Norman Bates y porqué actuó como lo hizo.
ResponderEliminarNo me acordaba de que en La mala semilla se dieran explicaciones genéticas heredadas de esa inclinación a hacer daño. La peli me la apunto sin duda. Un saludo y buena entrada, Raül.
Se puede ver como un acto sin motivación intrinseca, como sucede con muchos desequilibrados en Estados Unidos que siendo buenos vecinos y padres ejemplares un día salen y terminan ocasionando matanzas, pero incluso ahí suele haber un análisis, no andamos por ahí simplemente sino tratamos de conocer lo que nos rodea como es normal, una respuesta de que es pura maldad porque pues le nace, suena bastante primario, quizás por ello es más fácil copiar esa imagen. Es cierto que lo del Sexto Sentido es un caso aislado, en los Otros también funcionó bien, pero cuando el uso se vuelve mecánico o mero recurso termina siendo como dices, incluso a Shyamalan le ha funcionado mal volverlo a intentar. Un abrazo.
ResponderEliminarPD: No es polémica, solo un punto de vista. Aunque ya suene obvio y redundante me gusta agradecer cuando algo es valioso, me parece buena tu recomendación.
Mario.
Mapatxe77, se me hace raro John Ritter sin las pavas de Apartamento para 3. Lo de El buen hijo mejor ni mencionarlo, mejor centrarse en lo positivo. Por ejemplo, la escena del flahsback. De hecho toda la película está llena de grandes momentos en cuanto a movimientos de cámara y montaje se refiere. Es lo que la hace un clásico, entre otras cosas.
ResponderEliminarJavi, en Psicosis lo hicieron porque en aquel entonces ya que el gran público no habría entendido nada. Los censores ni siquiera sabían que era un travesti y pensaban que era una obscenidad. Pero tienes razón en que es la escena más floja de la película. Espero que disfrutes El otro cuando la veas, es bastante fácil de encontrar en DVD.
Mario, en lo que se refiere al arte, prefiero que no haya explicaciones ya que resulta más efectivo a la hora de crear una reacción en el espectador. Y también porque las explicaciones suelen todas las mismas: desequilibrio mental, psicopatías varias o un tumor cerebral como el que tenía Charles Whitman, responsable de la masacre en Texas de 1966. Cuando en el arte no hay explicaciones creo que invita a reflexionar al propio espectador.
Creo que esperaba mas por lo que leí de ella.Capas que si era un poco mas cruda funcionaria mejor, aunque reconozco que la ultima parte se pone todo muy tenso con lo del bebe.
ResponderEliminarEs un film muy de su época, más pensado como drama que como película de terror.
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