Tan cierto como que no hay que juzgar un libro por su portada es que, en ocasiones, no hay que juzgar una película por su póster. Tomad como ejemplo The Velvet Vampire (Stephanie Rothman, 1971), cuyo póster parece promocionar una sangrienta película de terror al puro estilo exploitation aunque en realidad el film no tiene nada que ver con lo que vende el póster.
Tras los títulos de crédito vemos a Diane LeFanu -referencia al escritor Sheridan LeFanu-, interpretada por Celeste Yarnall (a la que recordaréis por su papel en el episodio clásico de Star Trek La manzana), pasear tranquilamente por la calle. Es entonces atacada por un motorista que intenta violarla. Diane lo mata sin problemas, se lava la sangre de las manos y sigue tranquilamente su paseo. En la galería de arte de Carl Stoker (Gene Shane) -referencia al escritor Bram Stoker- están los amigos de éste Lee y Susan Ritter (Michael Blodgett -al que recordaréis, espero, por su papel en El valle de los placeres [Beyond the Valley of the Dolls, Russ Meyer, 1970]- y Sherry Miles). Allí conocen a Diane, la cual los invita a su casa en el desierto. Ambos aceptan, pensando pasar un entretenido fin de semana, sin saber que Diane es una vampiresa (de las sobrenaturales, no de las de sábado por la noche) que planea un mortal juego de seducción con ambos de protagonistas.
The Velvet Vampire es una de esas raras mezclas entre arte y exploitation que vieron la luz durante la década de los setenta. El film huye del estilo gótico y sobrecargado del cine de vampiros de la época, que en aquel momento empezaba ya a declinar peligrosamente hacia la autoparodia mientras la Hammer daba ya sus últimos coletazos. Es este el inicio de las películas de vampiresas lesbianas, como la estupenda Las amantes del vampiro (The Vampire Lovers, Roy Ward Baker, 1970), cuando ya las películas de Drácula habían perdido todo interés, sólo hay que ver Las cicatrices de Drácula (Scars of Dracula, Roy Ward Baker, 1970) o Drácula 73 (Dracula A. D. 1972, Alan Gibson, 1972), y se intenta darle nueva sangre al género.
Este film de Stephanie Rothman destaca por darle un aire contemporáneo y moderno a la historia, introduciendo elementos que luego se harían bastante populares en las películas y novelas recientes de vampiros (excluyendo las biografías de Anne Rice y el romanticismo teen de Stephenie Meyer). Diane es una vampiresa sin colmillos que se pasea tranquilamente bajo el duro sol del desierto, cuyo vampirismo parece tener una base más biológica que sobrenatural. Eso no quita que Diane conserve rasgos del vampiro clásico sobrenatural como sus tremendos poderes hipnóticos y de persuasión.
Si hoy en día no son habituales las directoras de cine, más raro aún lo era en los setenta. La mayoría de estas directoras, además, tuvieron su primera oportunidad en las producciones de Roger Corman, el cual no se puede negar que tenía ojo para detectar talento, como es el caso de Rothman. Ésta aprovecha al máximo los limitados recursos que tenía a su disposición, haciendo gala de una gran economía narrativa (ahorrándole al espectador todo aquello que resulta redundante o que no necesita saber) mezclada con un tremendo ojo a la hora de componer imágenes. Resulta especialmente interesante como se cuenta la historia siguiendo dos planos: el plano real, donde vemos que les sucede a los personajes y como algunos van mordiendo el polvo, y el onírico. Como salidas de la portada de un disco de Pink Floyd, se nos presentan diversas secuencias oníricas que reflejan, comentan y predicen lo que les va pasando a los personajes principales. Son los sueños que tienen y comparten Lee y Susan bajo la influencia de Diane.
Teniendo en cuenta que se trata de una producción del legendario Roger Corman, sorprende la clase y el estilo con el que está hecha (normalmente Corman se guardaba la clase y el estilo para las películas que él mismo dirigía). Las escenas de desnudos están hechas con bastante elegancia y también se muestra cierta contención a la hora de mostrar sangre. Celeste Yarnall borda el papel de Diane, muy misteriosa y atractiva, así como Blodgett sigue su línea de chulerío simpático. Sherry Miles es la pata que cojea, siendo bastante irritante y ofreciendo una pobre interpretación a pesar de que tenía a su drama coach presente en el set durante todo el rodaje.
Curiosa e interesante película. Por cierto, agradecería que si alguien sabe donde se puede encontrar la banda sonora de The Velvet Vampire me lo diga.
The Velvet Vampire es una de esas raras mezclas entre arte y exploitation que vieron la luz durante la década de los setenta. El film huye del estilo gótico y sobrecargado del cine de vampiros de la época, que en aquel momento empezaba ya a declinar peligrosamente hacia la autoparodia mientras la Hammer daba ya sus últimos coletazos. Es este el inicio de las películas de vampiresas lesbianas, como la estupenda Las amantes del vampiro (The Vampire Lovers, Roy Ward Baker, 1970), cuando ya las películas de Drácula habían perdido todo interés, sólo hay que ver Las cicatrices de Drácula (Scars of Dracula, Roy Ward Baker, 1970) o Drácula 73 (Dracula A. D. 1972, Alan Gibson, 1972), y se intenta darle nueva sangre al género.
Este film de Stephanie Rothman destaca por darle un aire contemporáneo y moderno a la historia, introduciendo elementos que luego se harían bastante populares en las películas y novelas recientes de vampiros (excluyendo las biografías de Anne Rice y el romanticismo teen de Stephenie Meyer). Diane es una vampiresa sin colmillos que se pasea tranquilamente bajo el duro sol del desierto, cuyo vampirismo parece tener una base más biológica que sobrenatural. Eso no quita que Diane conserve rasgos del vampiro clásico sobrenatural como sus tremendos poderes hipnóticos y de persuasión.
Si hoy en día no son habituales las directoras de cine, más raro aún lo era en los setenta. La mayoría de estas directoras, además, tuvieron su primera oportunidad en las producciones de Roger Corman, el cual no se puede negar que tenía ojo para detectar talento, como es el caso de Rothman. Ésta aprovecha al máximo los limitados recursos que tenía a su disposición, haciendo gala de una gran economía narrativa (ahorrándole al espectador todo aquello que resulta redundante o que no necesita saber) mezclada con un tremendo ojo a la hora de componer imágenes. Resulta especialmente interesante como se cuenta la historia siguiendo dos planos: el plano real, donde vemos que les sucede a los personajes y como algunos van mordiendo el polvo, y el onírico. Como salidas de la portada de un disco de Pink Floyd, se nos presentan diversas secuencias oníricas que reflejan, comentan y predicen lo que les va pasando a los personajes principales. Son los sueños que tienen y comparten Lee y Susan bajo la influencia de Diane.
Teniendo en cuenta que se trata de una producción del legendario Roger Corman, sorprende la clase y el estilo con el que está hecha (normalmente Corman se guardaba la clase y el estilo para las películas que él mismo dirigía). Las escenas de desnudos están hechas con bastante elegancia y también se muestra cierta contención a la hora de mostrar sangre. Celeste Yarnall borda el papel de Diane, muy misteriosa y atractiva, así como Blodgett sigue su línea de chulerío simpático. Sherry Miles es la pata que cojea, siendo bastante irritante y ofreciendo una pobre interpretación a pesar de que tenía a su drama coach presente en el set durante todo el rodaje.
Curiosa e interesante película. Por cierto, agradecería que si alguien sabe donde se puede encontrar la banda sonora de The Velvet Vampire me lo diga.
Me parece bastante interesante ese Roy Ward Baker. Tengo que ponerme con El Dr Jekyll y su hermana Hyde. Estoy flipando, ¿sabes que Ward Baker hizo una con Marlilyn Monroe titulada Niebla en el alma y coprotagonizada por Richard Widmark?
ResponderEliminarMe parece interesante la peli que comentas. Me producen un morbo especial este tipo de pelis, y si las vampiresas son lesbianas tanto mejor; además comentas que tiene un toque y tiene cosas destacables… producción Corman con aspectos que recordaban películas de la Hammer. Pues me la apunto, Raül.
Buen post
PD: A ver si puedo conseguir más de Roy Ward Baker
Ten en cuenta que Ward Baker era un director profesional, que dirigía lo que le proponían. Es decir, que sus películas son buenas dependiendo bastante del guion y el material que pusieran a su disposición. Es por eso que este tipo de directores artesanales (que lo hacían desde un punto de vista profesional, más que artístico) tienen tanto pelis muy buenas como muy malas. En todo caso, la de Jekyll y su hermana Hyde es de las buenas.
ResponderEliminar¿de esta película no has hablado ya en el blog? No sé si ha sido aquí o en otro lugar, pero recuerdo haber leído alguna reseña.
ResponderEliminarPues aquí no. Puede que la confundas con otra peli que comenté hace un tiempo: El rojo en los labios, que se estrenó el mismo año.
ResponderEliminarMe ha molado la historia. La buscaré. Una dosis de vampirismo lésbico de vez en cuando sienta bien.
ResponderEliminarBueno, esta no es exactamente de vampiresas lesbianas. Para eso las aquí comentadas Las amantes vampiro y Las hijas de Drácula.
ResponderEliminarLa ví en mi infancia, nunca la olvide!! Y saben que? La acabo de comprar en dvd!👏👏
ResponderEliminarFelicidades. Disfrútala con una bebida fría.
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