En los 80, el rock duro y el heavy metal habían caído en la horterada y el ridículo más espectacular. No todas las bandas, claro, pero sí un buen número de grupos, de lo que se llamó Hair Metal, parecen parodias de bandas de rock duro más que auténticas bandas. Paralelamente, en los 80 y en los primeros 90, se empezó a asociar heavy metal y rock duro con el cine de terror. Como resultado, se empezaron a estrenar películas que no eran musicales, a pesar de incluir alguna actuación musical, en las cuales una banda de heavy se veía inmersa en alguna trama terrorífica, ya fuera como víctima o instigadora. Inevitablemente, siempre se escogían por norma para estas películas las bandas más ridículas y cutres dando como resultado delirios kitsch como Hard Rock Zombies (Krishna Shah, 1985) o Shock 'Em Dead (Mark Freed, 1991). Aunque hay excepciones, como la genial y ya comentada aquí La puerta (The Gate, Tibor Takács, 1986), la mayoría son films horteras y muy, muy -involuntariamente- divertidos.
Para vuestro disfrute durante el fin de semana, he escogido dos de los títulos más ridículos y cutres del género, ambos dirigidos por John Fasano.
Empezamos con Rock 'n' Roll Nightmare (1987) (o Edge of Hell, el título que aparece al principio de la película), una leyenda en cuanto a cine basura y comedia involuntaria se refiere. La película fue escrita, producida y protagonizada por Jon Mikl Thor (¡THOR!), un culturista y aspirante a estrella de la música heavy canadiense. Desde luego, el look lo tenía, el talento... bueno, eso ya es otro cantar.
La película se rodó directamente en vídeo a lo largo de una semana con un micropresupuesto, y se nota. Después de que una familia muera devorada por unas criaturas demoníacas, la casa en que vivían permanece deshabitada hasta que The Tritons se presentan allí para grabar su nuevo disco. Extraños eventos tienen lugar, criaturas hacen su aparición y os podéis imaginar el resto. Bueno, de hecho, no podéis, porque el film culmina con uno de los finales más ridículamente gloriosos y tramposos que he visto, ilustrado con una épica batalla que me hizo caer al suelo de la risa.
Todas las interpretaciones son bastante malas. Los actores sueltan sus diálogos con la convicción de un grupo de teatro de instituto, con la excepción de Mikl Thor (¡THOR!), que ofrece una interpretación más o menos aceptable y que se convierte en sublime en el mencionado clímax. Los interpretes son tan buenos actores como músicos y los números musicales que interpretan los Tritons, cuyas canciones en realidad también fueron producidas por Mikl Thor (¡THOR!), hacen que los Spinal Tap parezcan los Rolling Stone.
Pero las malas interpretaciones van a la par de la pésima dirección de John Fasano, tremendamente estática y plana, a lo cual no ayuda un pésimo montaje que alarga el final de las escenas demasiado y se asegura que el film carezca por completo de ritmo. Eso sí, para el presupuesto que tenían, los efectos especiales y los maquillajes están bastante bien. Menos en el glorioso, glorioso clímax.
La película, como ya habréis deducido, es tan absolutamente mala que es buena. No cesa en ningún momento de provocar risas y carcajadas, ya sea por una particularmente mala interpretación o un giro absurdo de guion. Diversión asegurada en esta cutre-maravilla, que al parecer ha adquirido un estatus de film de culto y un buen número de fans a juzgar por la cantidad de extras que incluye su edición en DVD.
Una tranquila y soñolienta ciudad en la que nunca pasa nada se ve revolucionada de la noche a la mañana con la llegada de los Black Roses, un grupo de rock muy popular entre la población adolescente del lugar. La mala fama que precede al grupo hace que los padres intenten boicotear las actuaciones del grupo, hasta que descubren que no se trata más que de otra banda de rock con fama de malos chicos pero inofensivos. Lo que estos padres no saben es que cuando abandonan el concierto, los Black Roses se transforman en auténticos demonios que se dedican a lavarle el cerebro a los adolescentes que muy pronto empiezan a extender el caos. El único que parece sospechar que algo extraño sucede es el profe guay de literatura Matt Moorhouse (John Martin).
Desde la experiencia de Rock 'N' Roll Nightmare, Fasano parece que aprendió una o dos cosas sobre dirección y edición, porque Black Roses (1988) es mucho mejor técnicamente hablando: la dirección no es tan plana y el montaje parece que no quiere sabotear la película. Contar con un presupuesto más o menos digno representó también una mejora en cuanto a efectos especiales y maquillaje, que reconozco me gustaron mucho en esta película. Particularmente me gustó una escena en la que un padre es devorado por un altavoz diabólico a causa de la música endemoniada que suena en el maléfico tocadiscos.
Sí, habéis leído bien, en esta peli un hombre adulto es absorbido por un altavoz diabólico del que surge una bestia infernal: esta peli es así de buena.
Mientras que los aspectos técnicos están bastante cuidados y ejecutados profesionalmente, los aspectos de diversión y comedia involuntaria nos lo proporciona un torpe guion, que coge una idea divertida y la convierte en una historia ridícula, y una colección de interpretes que hace que todo resulte más inverosímil. No todos los actores son malos, ya que hay algunos secundarios que hacen un trabajo, digamos, profesional. La ineptitud interpretativa se centra en los adolescentes (con una media de edad entre los 25 y los 30 años) de la función, los cuales no resultan convincentes ni como adolescentes; y en Sal Viviano que interpreta a Damien, el líder de los Black Roses, al cual te dan ganas de abofetear en cuanto empieza a actuar.
Las pequeñas viñetas protagonizadas por los "adolescentes" poseídos, los números musicales, los efectos ochenteros, la banda sonora... todos son elementos que se suman y dan como resultado otra de esas maravillas que es "tan mala que es buena". La lástima es que había material para hacer una interesante sátira mezclando terror y humor negro, pero el talento de los implicados hace que tengamos que conformarnos con una película divertida por lo absurda y ridícula que es. Hortera y cutre pero entretenida.
Cielos santo, estas películas parecen una abominable maravilla. La verdad es que me encantan esas películas que a pesar de ser malas son muy divertidas. Lo del altavoz me ha dejado un tanto descolocado... Y, a la vez, es lo que me ha convencido definitivamente a la hora de echarle un ojo tanto a esa película como a la anterior, jeje.
ResponderEliminarEn fin, como de costumbre, un buen artículo y una interesante recomendación.
Roy, carcajadas aseguradas con estas "maravillas".
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