Cuando salí del cine tras ver Arrástrame al infierno (Drag Me to Hell, Sam Raimi, 2009) tuve la sensación de que me había encontrado con un amigo del que hacía tiempo que no sabía nada. Era la sublime sensación de haberme reencontrado con el genial Sam Raimi de los primeros tiempos, antes de que fuera desgastado por las grandes productoras.
Tras la excelente Un plan sencillo (A Simple Plan, 1998), las siguientes películas de este director fueron poco menos que decepcionantes: la insulsa comedia romántica Entre el amor y el juego (For Love of the Game, 1999) -que es cierto que sólo la rodó para poder hacer Un plan sencillo pero no deja de ser decepcionante- y la mediocre Premonición (The Gift) (The Gift, 2000). Luego se dedicó a las películas de Spiderman, sobre las que tengo sentimientos encontrados y prefiero no alargarme demasiado sobre ellas, simplemente que durante una escena de la segunda -y creo que mejor de las tres- sí que se veían atisbos del Sam Raimi que recordaba -entonces- con cierta nostalgia. Tras la tercera, Raimi y Sony no se pudieron poner de acuerdo en como enfocar la siguiente entrega de Spiderman y Raimi acabó abandonando el proyecto, dedicándose a seguir produciendo películas malas mediante su sello Ghost House y a proyectos televisivos.
Y de repente nos llegó Arrástrame al infierno, una película que reunía todos los elementos que hicieron que nos enamoráramos de Raimi (hablando figuradamente) y su particular estilo de contar una historia.
Lo curioso de esta película es que aparentemente se realizó con un espíritu retro y fue calificada para mayores de 13 años pero resulta más intensa, demoledora y moderna que casi todas las películas de terror que se estrenaron el 2009. Además, después de haberla visto varias veces (una en el cine y luego varias en Blu-ray), también he descubierto que hay bastantes más cosas que transcurren por el fondo de lo que se ve a primera vista.
La película se abre con un logo antiguo de la Universal, el de 1980. Esta es una manera rápida y directa que tienen los directores de anunciar sus intenciones respecto a lo que vamos a ver y denota cierta actitud que acaba haciendo interesante la película (una de mis reglas personales es que toda película que empieza con un logo antiguo del estudio es buena -y hasta ahora no ha fallado-, siendo la excepción la penosa precuela/remake de La cosa (The Thing, John Carpenter, 1982) que puso el logo equivocado -el de los años 90- en lugar del mismo que aparecía en La cosa que es el que aparece en Arrástrame al infierno). La intención de Raimi queda bastante clara: ofrecer al público una película de terror hecha con la mentalidad roller coaster de los 80, mezclada con la intensidad de los 70.
Raimi muestra una habilidad asombrosa a la hora de crear un tono serio de terror pero, al mismo tiempo, provocar risas en el espectador. No se trata de una comedia, se trata de que la misma intensidad emocional y la exagerada naturaleza de las perrerías que le suceden a Christine Brown (Alison Lohman) toca diversos nervios, mezclando respuestas de miedo, asco, repugnancia y carcajada histérica, muchas veces todas al mismo tiempo.
Esta intensidad, esta fiereza y esta implacable forma de atacar al espectador (y a la pobre Christine) sorprende más aún teniendo en cuenta de que se trata de una película para mayores de 13 años. Las calificaciones no deberían decir nada sobre la calidad intrínseca de la película, pero en películas procedentes de Estados Unidos, lo hace. Y lo hace especialmente a partir de los años 90. Es a partir de entonces que surgen las películas de terror PG-13, destinadas a un público adolescente. Todas ellas sin excepción muy malas, ya que no estamos en los 70 y los 80, décadas en las cuales el hecho de que una película fuera para todos los públicos no era tan grave: Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975) es apta para todos los públicos y tremendamente efectiva aún hoy día. Pero las modernas PG-13 indican que son películas de terror pensadas para adolescentes, suaves y no demasiado exigentes, películas que no cruzarán ciertas líneas, películas que se resumen en una palabra: seguras. Y si hay algo que las películas de terror no han de ser son seguras. Es también por ello que estoy en contra de las reglas que se han de aplicar a la hora de entrar en algún subgénero del terror: las películas de terror no han de tener reglas.
Esto convierte Arrástrame al infierno en una película casi subversiva en el modo que cruza todas las líneas y rompe todos los tabúes imaginables. Arrástrame al infierno se descubre como una película que no es segura y en la que cualquier cosa es posible.
Esta actitud también se aplica a su heroína. Originalmente, el primer guion de Arrástrame al infierno fue escrito poco después de El ejército de las tinieblas (Army of Darkness, 1992), con Bruce Campbell en mente para el papel protagonista. Unos cuantos años más tarde, Sam Raimi y su hermano Ivan se pusieron a reescribir el guion para que fuera protagonizado por una mujer (originalmente iba a ser Ellen Page que -por suerte- abandonó la película en favor de otro proyecto). A pesar de ello, en Christine Brown podemos ver algunas de las características que adornaban el Ash de Bruce Campbell, más allá del castigo al cual es sometida a lo largo del film. Brown se rebela como una cobarde, una hipócrita que traiciona sus principios y además lleva a cabo acciones moralmente reprensibles. En definitiva, se parece más a una persona normal que las santas que habitualmente se encuentran en el cine de terror. Además, convertir a la protagonista en banquera hace que se toquen temas socialmente relevantes, pero de un modo bastante sutil (o tan sutilmente como puede hacerlo Sam Raimi).
Con un tono que recuerda a Terroríficamente muertos (Evil Dead II: Dead by Dawn, 1987), la película hace diversas referencias a otras cintas de terror, principalmente a la propia trilogía Evil Dead, pero en ningún momento se hace nostálgica o retro, mantiendo en todo momento apretado el acelerador. La película es emocionante, intensa, divertida y atmosférica, también gracias a la excelente banda sonora de Christopher Young, y proporciona al espectador una experiencia extremadamente disfrutable. Sin embargo, la película no acabó de funcionar en taquilla, lo que quizá llevó a Raimi a embarcarse en proyectos más seguros como producir un remake de Posesión infernal (The Evil Dead, 1981) y producir un remake de Poltergeist (Tobe Hooper(?), 1982). Es una lástima, porque hasta que vi Arrátrame al infierno no me di cuenta de lo que había echado en falta al viejo Sam Raimi.
Raimi muestra una habilidad asombrosa a la hora de crear un tono serio de terror pero, al mismo tiempo, provocar risas en el espectador. No se trata de una comedia, se trata de que la misma intensidad emocional y la exagerada naturaleza de las perrerías que le suceden a Christine Brown (Alison Lohman) toca diversos nervios, mezclando respuestas de miedo, asco, repugnancia y carcajada histérica, muchas veces todas al mismo tiempo.
Esta intensidad, esta fiereza y esta implacable forma de atacar al espectador (y a la pobre Christine) sorprende más aún teniendo en cuenta de que se trata de una película para mayores de 13 años. Las calificaciones no deberían decir nada sobre la calidad intrínseca de la película, pero en películas procedentes de Estados Unidos, lo hace. Y lo hace especialmente a partir de los años 90. Es a partir de entonces que surgen las películas de terror PG-13, destinadas a un público adolescente. Todas ellas sin excepción muy malas, ya que no estamos en los 70 y los 80, décadas en las cuales el hecho de que una película fuera para todos los públicos no era tan grave: Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975) es apta para todos los públicos y tremendamente efectiva aún hoy día. Pero las modernas PG-13 indican que son películas de terror pensadas para adolescentes, suaves y no demasiado exigentes, películas que no cruzarán ciertas líneas, películas que se resumen en una palabra: seguras. Y si hay algo que las películas de terror no han de ser son seguras. Es también por ello que estoy en contra de las reglas que se han de aplicar a la hora de entrar en algún subgénero del terror: las películas de terror no han de tener reglas.
Esto convierte Arrástrame al infierno en una película casi subversiva en el modo que cruza todas las líneas y rompe todos los tabúes imaginables. Arrástrame al infierno se descubre como una película que no es segura y en la que cualquier cosa es posible.
Esta actitud también se aplica a su heroína. Originalmente, el primer guion de Arrástrame al infierno fue escrito poco después de El ejército de las tinieblas (Army of Darkness, 1992), con Bruce Campbell en mente para el papel protagonista. Unos cuantos años más tarde, Sam Raimi y su hermano Ivan se pusieron a reescribir el guion para que fuera protagonizado por una mujer (originalmente iba a ser Ellen Page que -por suerte- abandonó la película en favor de otro proyecto). A pesar de ello, en Christine Brown podemos ver algunas de las características que adornaban el Ash de Bruce Campbell, más allá del castigo al cual es sometida a lo largo del film. Brown se rebela como una cobarde, una hipócrita que traiciona sus principios y además lleva a cabo acciones moralmente reprensibles. En definitiva, se parece más a una persona normal que las santas que habitualmente se encuentran en el cine de terror. Además, convertir a la protagonista en banquera hace que se toquen temas socialmente relevantes, pero de un modo bastante sutil (o tan sutilmente como puede hacerlo Sam Raimi).
Con un tono que recuerda a Terroríficamente muertos (Evil Dead II: Dead by Dawn, 1987), la película hace diversas referencias a otras cintas de terror, principalmente a la propia trilogía Evil Dead, pero en ningún momento se hace nostálgica o retro, mantiendo en todo momento apretado el acelerador. La película es emocionante, intensa, divertida y atmosférica, también gracias a la excelente banda sonora de Christopher Young, y proporciona al espectador una experiencia extremadamente disfrutable. Sin embargo, la película no acabó de funcionar en taquilla, lo que quizá llevó a Raimi a embarcarse en proyectos más seguros como producir un remake de Posesión infernal (The Evil Dead, 1981) y producir un remake de Poltergeist (Tobe Hooper(?), 1982). Es una lástima, porque hasta que vi Arrátrame al infierno no me di cuenta de lo que había echado en falta al viejo Sam Raimi.
Yo leí una teoría (muy creíble, por cierto) según la cual Arrástrame al infierno era una especie de alegoría sobre la anorexia. Que TODO lo que le ocurría a la chica durante la película no era más que un puñado de alucinaciones provocadas por un trastorno alimenticio grave.
ResponderEliminarEs una locura, pero cuando lo leí tenía muchísimo sentido, y de hecho lo sigue teniendo jaja
Dejando eso de lado, la película es una muestra de buen cine de terror actual, y el regreso del Sam Raimi que conquistó a sus fans con la trilogía Evil Dead.
Pues, que quieres que te diga, me parece una teoría absurda que imagino que la persona que la ideó estaría a dieta en ese momento! :D
ResponderEliminarTambién demuestra que se puede hacer una buena peli de terror sin (mucha) sangre y sin sillas de tortura.
Yo tambien la vi su vez en el cine... y realmente me esperaba algo ¿diferente? No sé, no digo que no me gustó, me encantó como a ti, pero el hecho de que me esperara un film de otro tipo de horror hizo que saliera contento. El toque cómico me pareció muy bueno. Es verdad que Raimi se reinvidica enormemente con esta pelicula. Y qué decir de su protagonista? Divina.
ResponderEliminarSaludos!
Pues sí que es divina la prota, ahora se puede ver que Ellen Page no habría encajado para nada en el papel.
ResponderEliminarEstoy contigo en lo de que Premonición fue algo desastre, y eso que tenía muchos de los ingredientes que Raimi suele manejar a las mil maravillas, pero nada, no le salió y no hubo que hacerle. No ocurre lo mismo con esta Arrástrame al infierno en donde vuelve su mejor versión, como dejas caer tu también. Entretenidísima. Estoy contigo en que de comedia nada, hay momentos de humor, pero el género es de terror. Para mí en este caso no ocurre como en la de Polanski El baile de los vampiros; ésta para mí si es de género de comedia y no terror.
ResponderEliminarUn plan sencillo para mí sigue siendo de sus mejores pelis, junto a Darkman y Posesión infernal (cuando la vi me acojonó lo suyo).
Muy buena la reflexión acerca del castigo al que son sometidos algunos de los personajes de las pelis de Raimi. La comparación en ese sentido de la prota de ésta con Campbell en El ejército de las tinieblas es muy acertada.
Por cierto, estuve mirando y no tienes lo del Liebster ese. Creí que te lo habría dado alguno de los que comentan habitualmente en tu blog. En fin, que no te puse por eso, si no tu hubieses entrado. Creo que la aclaración era oportuna…
Muy bueno el post, Raül.
Recuerdo que ya comentamos esta peli en tu blog, si no me equivoco. Y sí que me dieron el Liebster, fue Gonzo (de nuevo, si no recuerdo mal). El caso es que no soy muy amigo de las cadenas y tampoco sabía a quién dárselo para no hacerle un feo a los demás. Pero, vamos, que si no hay dinero de por medio tampoco pasa nada! :D
ResponderEliminarjaja muy cierto. Díselo a Michael Corleone ;-D
ResponderEliminarNo está mal esta película. Como bien dices, me recordó al Raimi de principios de los 80. Además, la cinta me asustó lo suyo, la verdad, jeje. Hubo momentos en los que su visionado se me hizo un tanto insoportable con la de sustos que me metía (y eso que no me suelo asustar a no ser que vea una peli de terror en la sala de cine).
ResponderEliminarDe todas formas, "Arrástrame al infierno" está lejos de la calidad de la trilogía "Evil Dead" (en realidad, cualquier película de terror lo está, jeje).
Tenemos de vuelta al Raimi de los viejos tiempos, el Raimi que mola, sí; pero "Arrástrame al infierno" se me antojó un tanto... ¿cómo decirlo? Simplona, eso es. Eso sí, ojo, se me antojó así en un segundo visionado; segundo visionado en el que ya no me sobresalté y en donde pude prestar más atención a lo que veía en pantalla más allá de los sustos basados en apariciones repentinas y demás. Algunos efectos especiales parecen salidos de una peli directa a video, y teniendo en cuenta lo buenos que eran los efectos de la primera Evil Dead (y eso que contó con poquísimo presupuesto), pues...
En fin, ya hablaré más detenidamente de esta peli algún día. Aún queda para que llegue en mi ciclo de cine de terror, jeje.
De todas formas, aunque me parezca simplona, no me parece mala. De hecho, me parece incluso un film notable, jeje. Y es que divertida es. Mucho.
hombre, Roy, no sé que decirte, creo que Evil Dead es muchísimo más simplona en cuanto a argumento que Arrástrame, aunque lo cierto es que ambas son básicamente un festival de sustos y ése es su único objetivo (un poco como la primera Phantasm). Además, Arrástrame tiene un subtexto del que carece Evil Dead. Y lo digo como fanático de Evil Dead (sólo tienes que leer el post que le dediqué).
ResponderEliminarY lo de los efectos especiales, ¿hace mucho que no ves Evil Dead? Arrástrame fue también una producción de bajo presupuesto, así que para el dinero que tenían está bastante bien. Y yo no diría que los efectos de Evil Dead sean buenos (los maquillajes cambian continuamente, se notan las prótesis, etc.) pero sí son efectivos. Y, de nuevo, soy fan de Evil Dead, no hablo así para desmerecerla.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBueno, decía lo de "simplona" en el sentido de que, tras verla, me quedé con una sensación de: "¿y ya está?" No sé, será que me esperaba mucho (demasiado) del regreso de Raimi al género que le vio nacer como director.
ResponderEliminarYo también vi esta película en el cine y antes de entrar deseaba que Raimi hubiese hecho algo como Evil Dead y no como Premonición y por suerte acerté. En el fondo agradecí que volviese a sus primeros filmes, y también a que la protagonista fuera egoísta. Y el final también muy acertado.
ResponderEliminarMe han entrado ganas de volver a verla, comprobar de paso si el entusiasmo me nubló un poco el juicio en su momento.
Pues la versión en Blu-ray es "la versión del director", esto es: la misma película sin los cambios que se vieron obligados a hacer para obtener el PG-13 en Estados Unidos. Pequeñas cosas, no se convierte en un festival gore ni nada por el estilo.
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