Tras décadas de plagios, imitaciones y copias, por fin Robert A. Heinlein recibía el crédito que se merecía en Alguien mueve los hilos (The Puppet Masters, Stuart Orme, 1994), adaptación de su novela Amos de títeres, obra seminal que inició su propio subgénero.
Publicada por primera vez en 1951, la trama de la novela enlazaba con los diversos miedos y paranoias que asolaban en aquel momento la sociedad americana: platillos volantes y espías rusos infiltrados (se juzgaba un importante caso en aquella época). De forma consciente o no, Heinlein inició un rico subgénero en el cual se representa la invasión extraterrestre como insidiosa y sutil, haciéndose con los humanos mediante infiltración en lugar de las bombásticas invasiones a lo Guerra de los mundos, que bebía del miedo a una invasión comunista. En 1990 se restauró la novela original, la cual había sufrido una fuerte censura en 1951 al considerarse algunos aspectos del libro demasiado polémicos y arriesgados (la edición restaurada es la que se publica actualmente en inglés).
Poco después de que apareciese la versión expandida sin censurar de la novela, se puso en marcha la adaptación cinematográfica. El resultado fue Alguien mueve los hilos, un film irregular pero que en su momento me gustó bastante cuando la vi por televisión (mi madre me avisó de que la emitían diciendo: "mira, dan una de esas de marcianos que te gustan"). Sin embargo, visto hoy día, me doy cuenta de algunas de sus carencias, aunque me sigue pareciendo muy entretenido. Parte de lo irregular de la película se le atribuyo a los guionistas, entre los que encontramos a la pareja Ted Elliott y Terry Rossio (guionistas de las películas de Piratas del caribe) y al señor David S. Goyer, que junto al director Orme se encargó del borrador final. La presencia de Goyer, con el cual he tenido mis más y mis menos con sus últimos trabajos (especialmente el que hizo en cierta película de un superhéroe volador), explica, desde mi punto de vista, la mezcla de momentos completamente estúpidos con hallazgos y momentos muy logrados.
Un aspecto de la película que es realmente fantástico es el del reparto, que incluye diversos nombres familiares para los aficionados al género como Keith David, Yaphet Kotto y Marshall Bell. Curiosamente, uno de los actores principales es Donald Sutherland, protagonista también de un clásico de la paranoia alienígena como La invasión de los ultracuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Philip Kaufman, 1978), basada en una novela y película, surgida después de que apareciese Amos de títeres, de la cual se estrenaba una nueva versión por la misma época.
Creo que lo mejor y lo peor que se puede decir de esta película es que seguramente solo gustará a los que somos aficionados a este género. Tiene un ritmo muy rápido, aunque no lo suficientemente rápido como para que no te des cuenta de sus inconsistencias. Por ejemplo, la manera bastante arbitraria en que tratan a los infectados, en ocasiones los capturan vivos y en otras los matan. Otros aspectos del film son bastante acertados, como la manera en que retrata como la invasión/infección sigue adelante a pesar de los esfuerzos humanos.
De modo que mi conclusión final es que es un film regular, con buenos momentos y que, a pesar de sus fallos, resulta entretenido para el aficionado al género. Os dejo con el tráiler italiano del film, porque me hace mucha gracia el título que le pusieron: ¡El terror de la sexta luna!
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