Death Machines (Paul Kyriazi, 1976) es un entretenido film de acción de artes marciales que originalmente fue promocionado como si fuera una cinta de ciencia ficción. Por supuesto, eso aseguró su fracaso en taquilla pero, con el tiempo, los amantes del cine de acción la fueron descubriendo.
Madame Lee (Mari Honjo) planea hacerse con todo el negocio de asesinatos y extorsión de la ciudad. Para ello, tiene a su disposición a tres máquinas de matar: una caucásica (Ronald L. Marchini), una asiática (Michael Chong) y una afroamericana (Joshua Johnson). Entrenados para alcanzar cotas sobrehumanas de fuerza y resistencia, estos tres súperasesinos se las arreglan para exterminar a los asesinos de las bandas mafiosas de la ciudad. Sus actividades no pasan desapercibidas por la policía, claro, y el teniente Clay Forrester (Ron Ackerman) intenta acabar con estos asesinos. Para ello tiene la ayuda de Frank (John Lowe), único superviviente de una de las masacres de los tres asesinos.
Rollerball (Norman Jewison, 1975) y La carrera de la muerte del año 2000 (Death Race 2000, Paul Bartel, 1975) fueron grandes éxitos de taquilla. Así que cuando el director Paul Kyriazi presentó su película a Crown International, estos decidieron venderla como si también fuera una película futurista distópica del mismo estilo. De ahí el póster y el tráiler (abajo) que nada tienen que ver con la historia que cuenta Death Machines. Además, la distribuidora también ordenó añadir una escena a lo Dr. No al inicio de la película, que no lleva a ninguna parte. Como ya he dicho al principio, en lugar de garantizar su éxito, estas absurdas maniobras lo único que hicieron fue asegurar su fracaso en taquilla.
Una lástima, porque, para los interesados en el cine de artes marciales, esta película puede resultar bastante interesante y divertida. Aunque su historia es más o menos predecible, su ejecución desde luego no lo es. Para empezar, los tres mudos asesinos son las auténticas estrellas y el espectador los acompaña en sus absurdas masacres. No son muy sutiles, creen firmemente en matar una mosca con tres o cuatro tanques y unos misiles, para estar seguros. Los supuestos héroes, un policía rebelde y un pánfilo y deprimido testigo, no hacen más que correr detrás de los tres asesinos. Al parecer, la historia originalmente era que Frank se enfrentase a los tres asesinos y fuera un habitual héroe de acción, pero el director no creyó que sería creíble por el físico de John Lowe que este acabara el trío de villanos (¿por qué lo contrató entonces? Es un misterio).
Pero como decía, la manera de contar su historia es lo que hace esta película entretenida y ofrece grandes momentos de absurdo. Uno de mis favoritos es cuando estos supuestos genios del asesinato deciden acabar con su objetivo estrellando un camión en el restaurante en que está comiendo la víctima, dejándoselo muy fácil para escapar. No es una película para todo el mundo, pero los interesados en la exploitation y el cine de artes marciales puede que queden bastante satisfechos.
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