9 nov 2020

Segunda oportunidad: The Spirit


 

La primera vez que vi The Spirit (Frank Miller, 2008) no pude pasar de la primera media hora, me causó un inmediato rechazo. Pero, pasado el tiempo, le he cogido el gusto a esta muy odiada película. ¿Cómo ha sido posible? Para empezar, intentar olvidar que es una adaptación de una obra fundamental en la historia del cómic, creada por un maestro que revolucionó el lenguaje de este arte. Y tener un sentido del humor bizarro también ayuda.

Antes, un poco de contexto. Al inicio del siglo XXI se empezaba a gestar una nueva era en el cine basado en cómics. Normalmente se relaciona cómics y cine con superhéroes, pero en 2005 se estrenó con gran éxito Sin City: Ciudad del pecado (Sin City, Robert Rodriguez, Quentin Tarantino, Frank Miller). La película, aprovechando las nuevas técnicas digitales, trasladaba las páginas del clásico de Frank Miller a la pantalla con gran fidelidad, así se creó un gran espectáculo visual que asombró a los espectadores. Como antiguo fan de Frank Miller (y digo antiguo porque para mí dejó de tener interés como autor a partir precisamente de entrar en el siglo XXI), Sin City me encantó. Esta exitosa adaptación fue seguida de otro gran éxito basado en una obra de Miller: 300 (Zack Snyder, 2006). De nuevo, una fiel adaptación que revalorizó el nombre de Frank Miller como un valor seguro en taquilla. Fue en este momento de subidón que se le ofreció a Miller escribir y dirigir una versión cinematográfica de la clásica creación de Will Eisner The Spirit.

No voy a intentar resumir en unas pocas líneas la gran importancia de Eisner en el desarrollo del lenguaje del cómic, la creación de las novelas gráficas y que el cómic se viera como un arte también dirigido a los adultos. Baste decir que gran parte del cómic moderno se basa en los cimientos que Eisner sentó en las historias protagonizadas por The Spirit, que empezaron a publicarse en 1938. En relación a este artículo sí que hay que mencionar que ya había habido varios intentos de llevar esta obra a la pantalla, como una película de animación que no pasó de las primeras fases de producción y un telefilme de 1987, protagonizado por Sam Jones, que fue concebido como un episodio piloto de una serie que no existió.

Cuando supe que Frank Miller sería el guionista y director de una adaptación de The Spirit en el mismo estilo usado en Sin City, no me fue muy difícil profetizar un fracaso. Como ya he mencionado, el Miller de esta época no era el mismo de sus momentos de gloria. Su estilo se había ido simplificando y brutalizando, sus historias ya no tenían el interés y la complejidad que me convirtieron en fan suyo. Además, el estilo visual minimalista de Sin City no encajaba para nada con la riqueza visual de las aventuras de The Spirit. De ahí que no me sorprendiera en absoluto la recepción que tuvo el film, que fue destrozado por la crítica y un sonoro fracaso de taquilla. De hecho, fue un fracaso tan brutal que puso fin a la carrera de Miller como director, volviendo únicamente a dirigir junto a Robert Rodriguez Sin City: Una dama por la que matar (Sin City: A Dame to Kill For, 2014) (otro fracaso de crítica y taquilla, este no lo entendí porque es una fiel adaptación del cómic en que se basa, si te gustó Sin City lo lógico es que también te gustara esta película).

Años después, me he enfrentado de nuevo a esta película. Y lo hice con una nueva perspectiva. Decidí olvidarme del Spirit que conocía. Como adaptación, The Spirit es tremendamente infiel, cambiando completamente el personaje, tanto el look, como la personalidad e incluso se le otorgan unos poderes curativos a lo Lobezno que el personaje nunca tuvo. De hecho, The Spirit no era más que un justiciero sin ningún tipo de poder o habilidad especial. Así, a pesar de algún guiño visual, de adaptar una histora clásica del personaje y alguna frase que hace referencia a la obra de Will Eisner, esta película es puro Frank Miller. Así que lo mejor es olvidarse de que se trata de una adaptación, no estar continuamente señalando todas las maneras en que se aleja de la obra de Eisner.

No, esta película no hay que verla como una adaptación de The Spirit. O como una típica cinta de acción neo noir. Esta película hay que verla como una comedia absurda. Está llena de bizarros toques de humor que, si estás del adecuado ídem, resultan bastante divertidos. Por lo menos, en esta ocasión me resultaron divertidos, aunque Miller como director en solitario fuera bastante inepto. Tal vez vivimos unos tiempos tan terribles, que incluso The Spirit es capaz de ofrecer alivio. En fin, no tengo excusa, volví a ver esta película y me lo pasé bien. A lo mejor es señal de que el Apocalipsis se acerca.

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