5 feb 2021

Los Resucitados


 

Imaginad, si queréis, que entráis en una oscura sala de cine. Allí empezáis a ver película tras película, hasta que llega un punto en que estáis tan cansados que ocasionalmente, sin daros cuenta, se os cierran los ojos y al abrirlos de nuevo estáis algo desorientados: "¿qué estoy viendo? ¿qué está pasando? ¿sigo soñando o estoy despierto?" Así se resume, para mí, la experiencia de ver la película maldita Los Resucitados (Arturo de Bobadilla, 2017). Un frenesí de onírico placer.

El film se inspira en la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, pero las leyendas de Bécquer son solo el punto de partida para lo que es un homenaje al fantaterror español, invocando a los templarios de Amando de Ossorio que aparecen en, por citar las dos primeras entregas, La noche del terror ciego (1971) y El ataque de los muertos sin ojos (1973), pero sobre todo la obra de Paul Naschy con directas referencias como los nombres de algunos personajes. Y, por supuesto, la hazaña de tener al propio Paul Naschy interpretando al Caminante, personaje que ya interpretó en El Caminante (Jacinto Molina, 1979).

Llegados a este punto, normalmente ya habría hecho una breve sinopsis de la película. Pero es una película difícil de resumir en unas pocas líneas de manera que uno se haga una idea aproximada de qué trata. Podría hacer como hace la carátula del DVD, que simplemente resume mucho de lo que pasa, pero tampoco da una idea de la experiencia en la que se sumerge al espectador. Veréis, el film se rodó en 1995, en vídeo y lo que parece 16mm, justo en plena oleada de videocine. Con la llegada de cámaras de vídeo más accesibles para el gran público, con tamaños cada vez más manejables, se produjo una explosión de cortos y películas rodadas con bajo o nulo presupuesto que se estrenaban en los videoclubes o eran vendidas directamente por sus creadores. Es así como nacieron películas como La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos (Antonio Blanco, Ricardo Llovo, 1993). Directores que se habían movido siempre en el underground y los bajos presupuestos también se apuntaron, como Jess Franco que por entonces estrenó Killer Barbys (1996). Este fue un fenómeno mundial, pero en España coincidió que el inicio de una nueva apreciación del cine español de los 70 y la reivindicación de figuras como los citados Paul Naschy y Jess Franco, que iba ligado también con la explosión de la música independiente en España, con grupos que hacían homenaje al fantaterror. Es en este ambiente que nace Los Resucitados.

Lo que diferencia Los Resucitados de otras películas de la época, sin tener en cuenta a Jess Franco, es que el trabajo de Arturo de Bobadilla en diversas revistas de cine y su amor por el fantaterror le proporcionó acceso a actores como Paul Naschy y Antonio Mayans, así como a un joven Santiago Segura. La película, como ya he dicho, se rodó en 1995 pero luego desapareció misteriosamente sin dejar rastro.

Veinte años después, la película reaparece pero muda, así que se debe hacer un doblaje del film, lo que crea la oportunidad de traer al proyecto actrices clásicas del género como Lone Fleming y Sandra Alberti, además de tener a Héctor Cantolla como doblador del fallecido Naschy. Cantolla fue el doblador escogido por Naschy para que lo doblara a él en la época en que el cine no se rodaba con sonido directo, siendo su voz la que aparece, por ejemplo, en El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1973)El Retorno del Hombre Lobo (Jacinto Molina, 1980) y El carnaval de las bestias (Jacinto Molina, 1980). Sin embargo, no se pudo recuperar todo el material rodado, quedando algunas escenas por restaurar.

Con tanto homenaje y guiño al fantaterror, uno se esperaría una película con una narrativa clásica. Pero aunque el film se ambienta en el siglo XVII y arranca de forma más o menos tradicional, el film acaba derivando en un alucinante viaje en el que de repente aparecen personajes, luego desaparecen, se hacen flashbacks dentro de flashbacks, se intercalan escenas oníricas con "reales", avanzando el film siempre de manera tan frenética como caótica. No por nada solo dura 69 minutos.

El resultado es una experiencia única y fantástica. Una película sin igual, a pesar de tanta referencia, que se despliega ante el espectador como un poema visual. Cargada de misterio y fantasía, Los Resucitados no es una película para todo el mundo, pero la recomendaría si sois fans del género y de películas bizarras y salvajes como Arrebato (Iván Zulueta, 1980) o La posesión (Possession, Andrej Zulawski, 1981).

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