26 jul 2011

Cuando el cine español molaba de verdad


Recientemente cayeron en mis garras dos títulos de interesante lectura para el aficionado: Spanish Horror y Spanish Exploitation, ambos de Víctor Matellano y publicados por T&B Editores.

En Spanish Horror, Matellano hace un sucinto recorrido por el cine fantaterrorífico español, empezando a partir de 1967, cuando el éxito de taquilla de La marca del hombre lobo de Enrique Eguiluz, protagonizada por el gran Jacinto Molina alias Paul Naschy, provocará que se empiecen a rodar películas de terror de manera continuada en España. También se trata los ejemplos anteriores de cinematografía terrorífica, así como un repaso por los nombres más importantes e interesantes del género.

En Spanish Exploitation, Matellano hace un recorrido (y reivindicación) del cine exploitation rodado en España, dividiéndolo en tres grandes apartados: sangre, sexo y balas. Es un libro más amplio y rico que el anterior, ya que aparte del fantaterror cañí se tratan otros géneros y estilos, y cuenta con interesantes entrevistas a modo de interludio entre cada sección. Además ofrece unas completas filmografías con los títulos más importantes de cada apartado.

Muchas de las películas que se comentan en ambos libros las podéis encontrar reseñadas en este vuestro blog. Por lo tanto, si os interesaron las reseñas que hice sería bastante aconsejable que os compréis ambos ejemplares. Pero si sólo os podéis (o queréis) comprar uno, yo elegiría Spanish Exploitation, porque es más amplio y ofrece mucha más información, además de muchas anécdotas y jugosas historias (como las vicisitudes de rodar una película de Tarzán por los alrededores de Madrid). He de reconocer que el hecho de que Matellano dedicase capítulos especiales de Spanish Exploitation a La invasión de los zombis atómicos (Incubo sulla città contaminata, Umberto Lenzi, 1980), a Los ritos sexuales del diablo (José Ramón Larraz, 1982) y a la imprescindible, maravillosa, sublime, psicotrónica Mil gritos tiene la noche (Juan Piquer Simón, 1982) (reseñadas aquí, aquí y aquí) hizo que se ganase todas mis simpatías y respeto, así como que me decidiera a recomendar sus libros.

También recomiendo más el segundo libro al tratar otros fenómenos cinemáticosociales españoles como el cine "S" y las comedias del destape, o el cine quinqui, cuyos protagonistas acababan igual o peor que los personajes que interpretaban.

Aparte de ser un recorrido por los nombres que contribuyeron a crear la etapa más prolífica e imaginativa de la cinematografía española, también se insinúa el por qué de la decadencia del cine español a partir de los 80, decadencia de la que no empieza a salir hasta mediados-finales de los 90. En 1983 entra en vigor la Ley Miró, según la cual se cambia la financiación del cine y se empiezan a regular las subvenciones. En la práctica significó que todo aquel cine que no casase con la idea de lo que tenía que ser el cine español se quedase fuera. Así, el cine "de calidad" contaba con todas las facilidades, el resto se vio obligado a crear productos de presupuesto ínfimo para el mercado del vídeo. La efectividad de esta ley se puede comprobar con las siguientes cifras: entre 1971 y 1973 se ruedan hasta 80 películas de terror, en 1988 se ruedan 2 (estas cifras las he sacado de los libros de Matellano).

Otra razón para la progresiva decadencia del cine español (que creo ya hemos superado en gran parte) la podemos ver en las entrevistas que se pueden leer en Spanish Exploitation. He aquí un fragmento -resumido- seleccionado de la entrevista a José Ramón Larraz:

Una vez le dije a uno de televisión tras hacer la serie Goya, "mira cómo me pone la crítica..." y él me respondió "pero cómo quieres que te ponga, si has hecho cine para Frade...". Aquello me sentó como un tiro. Le contesté "¿qué mierda de democracia es esta? ¿Que yo no puedo hacer cine para Frade? Porque se supone que es de derechas y yo de izquierdas y... ¿Por eso no puedo hacer cine para ese productor? ¿Pero esto qué es?" Y luego me he enterado de que era verdad, que influía... Eso y el que había hecho terror aunque fuese en Inglaterra y Estados Unidos... (...) Yo con Frade era así. (...) Nunca me discutió el precio y no me debe un duro. Me daba igual si era facha o no. Me contrataba y punto. Yo no hice ninguna para Querejeta, ni tampoco lo conocí, pero si me hubiese propuesto una de las suyas la habría hecho. Soy un profesional. Pero no, aquí hay que ser un idealista.

Otro fragmento bastante significativo, extraído de la entrevista a Jesús Franco:

En España se hace poquito cine de género y mal situado. Porque es un cine de género, que no quiere ser de género. Quiere ser más importante, más serio. ¡Pero si no tiene que ser serio! Recuerdo una frase de Orson Welles que le dijo a unos tíos del Nuevo Cine Español, que invitó a comer y les dijo, delante de mí: "Espero que os quitéis toda esa importancia de vosotros mismos. Coño, haced un cine divertido, que esté bien, un poquito de ritmo, un poquito de gracia, que eso sienta bien a todos...".

En Spanish Exploitation también hay anécdotas bastante divertidas, pero ésas es mejor que las descubráis vosotros mismos al leer el libro y os echéis unas risas como hizo servidor. Para completar este artículo, nada mejor que comentar un título de la época que todavía no hubiese aparecido por aquí. Me he decidido por:


La versión que comentaré es la internacional, con sangre y sin ropa, no la versión que se vio dentro de España, con ropa y sin mucha sangre. Tenedlo en cuenta.

Como en la mayoría de las películas escritas por Jacinto Molina alias Paul Naschy, en El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1973) nos encontramos con elementos clásicos conocidos por el aficionado al género pasados por el tamiz único y personal de Naschy, pareciendo así completamente originales.

La película arranca en el siglo XV en Francia, donde vemos como Alaric de Marnac (Paul Naschy) y su fiel amante Mabille de Lancré (la bellísima Helga Liné) son condenados por prácticas mal vistas en la época como comer carne humana, beber sangre y sacrificar bebés y jovencitas a Satán. Llevan a cabo la condena André Roland (Víctor Alcázar) y el hermano de Alaric, Armand (Paul Naschy) sobre los que cae una maldición que lanzan los condenados. Pasan siglos, años y modas. Nos encontramos en el presente (de 1973), donde Hugo (Paul Naschy) y Maurice (Víctor Alcázar), dos buenos amigos, deciden pasar un tiempo de calidad con sus respectivas novias Sylvia (Betsabé Ruiz) y Paula (Cristina Suriani). Tras una infausta sesión de espiritismo, deciden ir a la mansión familiar de los Marnac, donde Hugo cree pueden encontrar la cabeza de Alaric. Allí se encontrará Hugo con un antiguo amor, Sylvia (Emma Cohen). Y es también donde la maldición lanzada por Alaric se hará realidad cuando éste surja de la tumba y, junto a su amada Mabille, se dedique a resucitar muertos y devorar corazones.

Hay varias cosas a destacar en esta película. Una de ellas es el shock que para el espectador actual puede ser ver al entrañable Luis Ciges arrancarle el corazón a María José Cantudo (o como fue conocida en la época: La Cantudo). Otra escena impresionante es cuando Helga Liné, que se pasa la película muy ligera de ropa, le arranca el corazón a un pobre desgraciado, desgarrando primero la piel y dejando a la vista el músculo, cosa que no sé por qué me dio mucho repelús.

Aparte de estas escenas sangrientas y las escenas en las que Helga Liné y Emma Cohen muestran sus encantos alegremente, la película resulta absorbente por la manera en que continuamente están pasando cosas. Hay un ritmo constante, con el cual Aured dirige escenas mezclando terror gótico con romanticismo. Este estilo destaca en momentos como en el que Maurice tiene una visión mientras pinta un cuadro o el de la llegada de los resucitados a la mansión Marnac, donde Hugo y Sylvia intentan hacerles frente. Estos resucitados tienen un aspecto muy conseguido utilizando mínimos recursos. Además, el desarrollo de la historia presenta algunos giros argumentales sorprendentes, o por lo menos lo fueron para mí.

En definitiva, 90 minutos llenos de entretenimiento, sangre y carne como para satisfacer al más exigente. De nuevo os recomiendo los libros, tanto como para iniciaros en esta peculiar época cinematográfica española como para conocer nuevos títulos y profundizar en los conocidos. Y esta película es también un punto de partida bastante divertido. Os dejo el tráiler americano de El espanto surge de la tumba. Fijaos que en la escena en que Liné sale de su ataúd lo hace vestida con un traje negro, mientras que en la versión internacional lo hace vestida, es un decir, con una bata de seda transparente.

6 comentarios:

Dr. Gonzo dijo...

He tenido ambos libros en mis manos. Las cubiertas que tienen hacen que te fijes en ellos desde lejos jaja No los he leido, pero por el tema que tratan, me parecen dos obras bastante originales y necesarias.

Raúl Calvo dijo...

¿Los has tenido en tus manos y no los has leído? Muy mal, muy mal. Te los has de leer o por lo menos mirar las fotos. Creo que el de Spanish Exploitation es mejor. Y sí que son necesarios.

Einer dijo...

No conocía estos libros pero tienen buena pinta. Habrá que echarles un ojo.

Raúl Calvo dijo...

Claro que sí, así sabréis como Félix Rodríguez de la Fuente casi consigue que unos actores acaben devorados por leones. ¿Y qué me decís de El espanto surge de la tumba? Está bastante bien, si se me permite decirlo.

Nacho mendoza dijo...

Después del mal sabor de boca que me dejo Malasaña 32, es un placer encontrarse con una película española como el espanto. Naschy esta increíble con esa mirada penetrante y sus uñas largas,también la tensión que tienen los protagonistas por estar atrapados tan lejos de su ámbito habitual como es la ciudad.
Lo único que le criticaría es alguno errores de filmación como el corte abrupto después de la sesión de espiritismo por ejemplo y el nulo nivel de actuación de Cristina Suriani.

Raúl Calvo dijo...

La verdad es que es una lástima que se tenga que recurrir a ediciones extranjeras para ver en condiciones un clásico como El espanto surge de la tumba. La edición americana es sin censura y completa con aspecto ratio adecuado. Claro que eso no arregla las dotes interpretativas de parte del reparto, pero hay cosas que no tienen arreglo.