Tras unos días viendo película tras película de Stanley Kubrick, fantaterror 70 y alguna aburrida película post-apocalíptica, necesitaba algo ligero y divertido para despejar la cabeza. En una conversación que tuve con una sólo-amiga hace poco, afloró La boda de mi mejor amigo (My Best Friend's Wedding, P.J. Hogan, 1997). Esta siempre me pareció una película muy divertida, y llevaba mucho, mucho tiempo sin verla. Perfecta para "deskubrickearse" un poco.
Originalmente fui a ver esta película al cine arrastrado por una amiga de entonces. La verdad es que una comedia romántica con Julia Roberts no es que fuese mi primera opción a la hora de ir al cine. Además, estaba dirigida por P.J. Hogan, el director de La boda de Muriel (Muriel's Wedding, 1994), película que empezaba como una comedia y que luego se convertía en un dramón de agárrate y no te menees. Ver La boda de Muriel fue como ligar con una persona muy atractiva para descubrir que tiene un tremendo mal aliento o que es de ésas que cuando besa con lengua la hace girar a toda velocidad dentro de tu boca, creando un efecto muy desagradable. Sin embargo, me sorprendió lo mucho que me gustó y me reí con La boda de mi mejor amigo. Tanto que hasta me compré la banda sonora, que descansa hoy día entre mis discos de Black Sabbath y los de The Cramps.
Hay varias cosas que me han llamado la atención al volverla a ver tras un tiempo. Primero, el grano. No sé si es que ya me estoy malacostumbrando por el Blu-ray, pero me ha sorprendido al principio la cantidad de grano que había en la imagen de la película. El DVD es de gran calidad, pero comparado con la imagen del Blu-ray sale perdiendo. Es como cuando hice el cambio de VHS a DVD, que luego al volver a ver una película en vídeo me quedo sorprendido de que pudiese ni siquiera distinguir lo que pasa por la poca calidad de imagen.
Otras cosas que me llamaron la atención en este sentido. Una es que la protagonista ¡fuma! Hay un montón de tabaco en esta película. Eso y unos enormes teléfonos móviles. Y estamos hablando del 97, no de los armatostes de los 80, pero igualmente. Enormes. Y otra sorpresa que me llevé al volver a verla: ¡Paul Giamatti! Sale haciendo un breve papel. Cuando la vi, claro, todavía no era el Paul Giamatti que conocemos ahora y había olvidado completamente que sale aquí.
Creo que la principal razón por la que me gustó esta película es que es casi una anti-comedia romántica. El argumento gira en torno a Julianne (Julia Roberts), la cual se da cuenta de que está enamorada de su mejor amigo Michael (Delmot Mulroney) cuando este le cuenta que se va a casar con la bella Kimberly (Cameron Diaz). Y no se trata de que Kimberly sea una arpía y Julianne va a salvar a Michael de una mala relación. No, no. Son perfectamente felices. La película se cuenta desde el punto de vista de "la mala".
Este ánimo punk, de dar rienda suelta a nuestros peores sentimientos y disfrutarlos, creo que ha hecho que el film mantenga su popularidad, y haya también generado copias malas como La boda de mi novia (Made of Honor, Paul Weiland, 2008) -que admito que no la he visto pero el argumento es exactamente el mismo, cambiando el sexo de los protagonistas-. Es, además, un film que evita los lugares comunes y los tópicos -o los utiliza para darles la vuelta-, además de contar con buenos diálogos (en VO) y una excelente plétora de actores secundarios.
Las subversivas intenciones de la película quedan claramente establecidas en la soberbia secuencia de los títulos de crédito. Cuando la vi por primera vez en el cine, solamente empezar esta secuencia pensé: "Uau, esta peli me va a gustar". Fijaos bien, y veréis a lo que me refiero con subversivas intenciones:
Al principio se puede creer que es así de cursi. Pero a medida que avanza la secuencia, la coreografía y los gestos de las intérpretes nos damos cuenta de que en realidad se ha hecho en clave irónica. Es un guiño al espectador, una manera de decir: vamos a reírnos de todo esto.
Otra secuencia bastante alegórica tiene lugar cuando Julianne lleva a Michael y Kimberly a un bar de karaoke, sabiendo que a Kimberly no le gustan nada (más bien los teme). Julianne intenta excluir a Kimberly, aludiendo una serie de chistes privados y anécdotas que comparte con Michael (algo que me ha pasado a mí y es muy desagradable, aunque confío fuera inintencionado). Luego Julianne obliga a Kimberly a cantar. A Kimberly le aterra porque canta fatal y teme la humillación. Y, ciertamente, al principio lo hace muy mal y se gana varios comentarios nada halagadores por parte de la concurrencia. Sin embargo, la forma en que se acaba soltando hace que acabe conquistando al público a pesar de que canta como si estrangularan a un gato. Algo que resume muy bien los placeres culpables: algo que tu sabes que es malo, pero que te gusta por X razones.
Esta escena sirve también para ejemplificar como La boda... es casi un musical. Hay varias escenas en que, de forma realista, los personajes cantan o la música forma parte de la escena. Escenas que te ilustran como sería un musical en "la vida real". La escena más memorable en este sentido es cuando, durante una comida y para humillar a Julianne, su amigo George (estupendo Rupert Everett) arrastra con él a toda la mesa cantando Say A Little Prayer. También es de notar que gran parte de las canciones, ya sean versiones o las originales, son composiciones de Hal David y Burt Bacharach.
Una estupenda comedia que cumple su objetivo: hacernos pasar un rato divertido. La única, junto a Cuando Harry encontró a Sally... (When Harry Met Sally..., Rob Reiner, 1989), de las llamadas comedias románticas que me ha gustado.
Esta película nunca había despertado el menor interés en mí, pero si es digna de estar en tu blog le tendré que dar una oportunidad.
ResponderEliminarMmm, yo no sé si el hecho de estar en mi blog es algo que dignifique una película. Al fin y al cabo, soy el mismo al que le gustó Apocalipsis caníbal.
ResponderEliminarA mí también me gustó Apocalipsis Caníbal jaja hasta a tengo en dvd!
ResponderEliminarEstamos enfermos.
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