Recientemente me leí un libro llamado Monstruos en el cine editado por Alberto Santos Editor dentro de su colección Nekrocine, que se trata de la reedición del libro de Sara Martín Monstruos al final del milenio pero con una nueva cubierta. El libro es un interesante ensayo en el cual se analiza la figura y representación de lo monstruoso desde los antiguos y primeros mitos hasta el cine de Hollywood actual. Dividido en diferentes apartados cada uno analizando diferentes arquetipos monstruosos, este ensayo contiene reflexiones interesantes en las cuales la autora analiza los diferentes significados y subtextos que encarnan los monstruos a través del tiempo. El caso es que es un libro que me gustó mucho y que recomiendo. Mientras lo leía me surgieron algunas dudas, así como mis propias reflexiones sobre algunos temas tratados, de manera que, aprovechando que Sara Martín es profesora universitaria en Barcelona y me era fácil contactar con ella, le escribí y aproveché para hacerle unas cuantas preguntas.
Uno de los mitos antiguos que mencionas en el libro, que marca el paso del matriarcado al patriarcado, es el de la vagina dentata, en el cual un valeroso héroe se enfrenta a alguna bestia o criatura poseedora de tan peculiar órgano. En la película Vagina Dentata (Teeth, Mitchell Lichtenstein, 2007) vemos como la poseedora de la vagina dentata es, de hecho, la heroína. ¿Cómo interpretas esta inversión de roles?
No he visto aún esta película pero sí una conferencia interesantísima dada por Marta Sagarra aquí en la UAB, en un congreso. Siempre he creído que el mito lo originó una mujer como medio de defenderse de una posible violación. No es, en todo caso, un tipo de empoderamiento (mira que es fea la palabra) que me guste porque, al fin y al cabo, se trata de violencia, en este caso contra los hombres. Preferiría que no fuera necesario ese mito…
Otro mito esencial en es el de Beowulf, que ha tenido diferentes adaptaciones. Las más recientes son Beowulf (Robert Zemeckis, 2007) y Outlander (Howard McCain, 2008). La primera es una adaptación más o menos fiel del mito original, pero la segunda es una monster movie con alegorías a la guerra de Irak y un héroe más humano, a pesar de su naturaleza alienígena, en la cual es el causante de su propia desgracia. A base de adaptaciones e interpretaciones, ¿es posible que estos mitos acaben perdiendo su significado o sentido original y acaben incluso representando lo opuesto a su intención original?
Hay otra versión más con Gerard Butler. Los mitos son creaciones colectivas, prolongadas en el tiempo. No tienen pues un único significado y como se puede ver por tu pregunta anterior, se usan y modifican para cada época. A mi más bien me preocupa que las películas hagan olvidar el poema épico original, porque por algo soy profesora de Literatura Inglesa; quizás sea lo contrario, y ayuden a publicitarlo. No me parece, en todo caso, que haya que adaptar Beowulf respetando el texto: a cada época debería corresponder una lectura, por supuesto.
-La versión con Gerald Butler es Beowulf & Grendel (Sturla Gunnarsson, 2005), que reconozco no he visto.
Teniendo en cuenta lo diferentes que resultan películas como Independence Day (Roland Emmerich, 1996) y Mars Attacks! (Tim Burton, 1996). A la hora de analizar las películas de invasiones alienígenas, ¿se ha de tener en consideración el factor nostalgia? Es decir, la manera en que diferentes directores se dedican a recrear las películas que vieron en su infancia. Y, en general, ¿se han de tener en cuenta las intenciones del director a la hora de analizar el subtexto de una película considerando la cantidad de ocasiones en que los directores niegan que su intención fuera más allá de hacer una película entretenida?
Pienso que todo texto, películas incluidas, transmite significados más allá de la intención de su creador – director, guionista, productor, etc. – e incluso muy variados según el espectador. Como no-americana veo en las películas de invasiones no tanto nostalgia sino el temor de los americanos a ver el fin de su predominio. Es una especie de deseo oculto de que si Estados Unidos cae, debería caer el planeta entero, algo así como una política de tierra quemada. De algún modo, se prefiere imaginar la destrucción total antes que perder el predominio. Un día conté esto en un congreso y de poco me mata … una americana.
Uno de los mejores momentos, desde mi punto de vista, de Hunter (Manhunter, Michael Mann, 1986) es cuando el doctor Lecter (Brian Cox) le dice a Will (William Petersen): ¿Sabes por qué me pudiste atrapar? Porque tú y yo somos iguales. ¿El cazador de monstruos corre el riesgo de convertirse él mismo en monstruo, parafraseando a Nietzsche?
Nunca he creído que las personas malvadas sean distintas de las buenas, sólo carecen de trabas morales. Para mi la prueba es la participación de tantos ciudadanos medios en el Holocausto judío. Por eso es tan difícil acabar con el mal, porque cualquiera de nosotros está capacitado para cometerlo. Y sí, desde luego, para atrapar a un monstruo hay que ponerse en su piel, empezando por aceptar su plena normalidad humana. No estamos tan lejos.
En El caballero oscuro (The Dark Knight, Christopher Notan, 2008), se analiza la relación entre el héroe y el villano. ¿Podemos deducir por esta película, y otras como Hunter mismo, que el héroe necesita al monstruo y al monstruo le atrae el héroe?
El héroe carecería de papel sin el villano, que es quien pone la acción en marcha. Si el villano no traspasa los límites morales, el héroe ni siquiera es héroe porque no tiene nada que hacer – sería sólo un buen tipo a la espera de que pase algo. En el caso de Batman, el problema es que el Joker reconoce esta dependencia mutua mientras que Batman la niega una y otra vez. En todo caso, esta película me horroriza porque teniendo la oportunidad de cederle el heroísmo a la ley, representada por el fiscal Harvey antes de que caiga en manos del Joker, ésta se pierde y se ensalza una vez más el papel del héroe solitario que no responde ante nadie, aunque esta vez le toque pasar a la clandestinidad.
Hellboy (Guillermo del Toro, 2004) parece ser la culminación de una tendencia a convertir los monstruos en héroes, que dataría de los años 80. ¿Son los monstruos los nuevos héroes?
Es que tenemos un serio problema: los héroes buenos de pies a cabeza nos aburren. Los que nos gustan tienen algún serio defecto o rozan lo monstruoso (de ahí la popularidad de Batman), así que ¿por qué no ir directamente al monstruo como héroe? El problema, claro, es que así no hay manera de propagar la idea de que hacer el bien es deseable, y yo creo que lo es. De hecho, es esencial.
A juzgar por lo que ha dado de sí la primera década del siglo XXI, ¿se podría decir que el zombi, o resucitado caníbal, es el primer monstruo representativo del nuevo milenio?
Uff, cómo me aburren los zombies… Sí, tienes razón. Para mi son una muestra más de la decadencia anglo-americana, que es la cultura de la que provienen estas figuras, un poco ligado con lo que decía de la invasión. Estos imperios o eximperios (Gran Bretaña, los Estados Unidos) son muertos vivientes y así lo connotan sus fantasías sobre zombies. También tiene mucho que ver esta pasión por el zombie con la excusa que dan para mostrar una violencia corporal de máximo grado y para permitirle al espectador vivir una fantasía secreta: sería genial poder tener una buena razón para coger un arma y exterminar a familia, vecindario y compañeros de trabajo… Por cierto: el resucitado caníbal no es técnicamente un zombi, ya que éstos no son caníbales sino pobres esclavos condenados a serlo tras la muerte. La figura corresponde más bien a la leyenda árabe de los necrófagos que en inglés se llaman ‘ghoul’ y que aparece en Las mil y una noches. No sé por que Romero usó zombi en lugar de ghoul.
-La figura del ghoul es bastante popular en Estados Unidos, y es mencionado a menudo en los cómics EC, pero creo que aquí no tanto. Me parece que la mayoría lo metemos todo en el mismo saco, pero siendo correctos las películas de zombis tendrían que ser llamadas pelis de ghouls. Zombis que sigan la tradición jamaicana hay más bien pocos, la mayoría en películas pioneras de los años 30 y 40. Más recientes serían el clásico de la Hammer La maldición de los zombies (The Plague of the Zombies, John Gilling, 1966) y La serpiente y el arco iris (The Serpent and the Rainbow, Wes Craven, 1988).
¿Te parece que, observando las diferentes interpretaciones que puede tener una misma película para diferentes críticos o ensayistas, muchas veces en los ensayos y críticas se refleja mejor la personalidad de la persona que analiza una película que la película en sí?
Sin duda, cada uno lleva el agua a su molino. Yo soy consciente de que en mis lecturas priman aspectos de género (masculino/femenino) y de estructura social, materialista, mientras que no me interesa nada, por ejemplo, el psicoanálisis. La diferencia es que en el ámbito académico en el que me muevo, que son los Estudios Culturales en inglés, ya se asume que una/o analiza cine desde una perspectiva personal y no universal y objetiva. Si no estás de acuerdo, ofreces una visión alternativa. En España quien opina de cine siente más bien a sentar cátedra, de manera objetiva e inapelable. Y así, sin diálogo, no se puede elevar el nivel de la crítica. Si, por ejemplo, no estás de acuerdo con lo que contesto a tus preguntas me parece perfecto porque no tengo la intención de que sea la única opinión; lo más que aspiro es a argumentar bien mis propias opiniones.
-Creo que lo mejor que podemos sacar de estas preguntas y respuestas es justamente propagar diferentes ideas y opiniones, bien argumentadas. Me parece enriquecedor seguir opiniones e ideas diferentes de las mías y escuchar un buen argumento ya que me estimula a crear buenos argumentos con los que defender mis ideas. Es decir, ¡El caballero oscuro me encanta! ;D
Freud dijo: “a veces un plátano es sólo un plátano” ¿Sobreanalizar una película es una trampa en la que es fácil o difícil caer?
Menudo era Freud viendo plátanos… Sí, un peligro evidente es sobreanalizar, queda claro. Para evitar caer en esa trampa, hay que dejar claro que aunque una película pudiera no tener la intención de transmitir un contenido tú, como crítico (o simple espectador), lo ves y te apetece explicarte. También ocurre que se populariza una teoría, una idea, un cambio social, etc. y a partir de ahí es inevitable ver cosas que antes no se veían. Piensa, por ejemplo, en la visión tradicional que se daba de Ben Hur hace décadas y la que se da hoy, y que necesariamente incluye la atracción oculta de Mesala por Ben Hur. A los fans más conservadores de esta película les parecerá que sobreanalizas el contenido, mientras que a los menos conservadores les parecerá imprescindible la lectura gay (que además enriquece mucho la película, creo yo). Me he salido del cine de terror, lo siento…
El cine de terror se ha calificado tanto de ser un género misógino como de ser un género feminista. ¿No es más acertado realizar estos análisis sobre películas en concreto y no generalizar?
Después de casi 20 años de hablar de feminismo, heroísmo y misoginia en el cine de terror según haya más o menos heroínas y/o víctimas, llego a la conclusión de que me interesa más hablar del problema de los límites a que se enfrentan las mujeres como guionistas y directoras. El cine de terror que hacen los hombres tiene de todo y, sí, ahora mismo prefiero no generalizar. Lo que no sé es qué cine de terror harían las mujeres porque no lo hacen (novelas sí que escriben, pero no me menciones la saga Crepúsculo… o te muerdo!). Igual sería un cine muy andrófobo, no sé. En todo caso, hay productos en el cine de terror valorables desde un punto de vista feminista (mi heroína sigue siendo la Clarice Starling de El silencio de los corderos) y otros atroces por su misoginia –no te cito uno porque los evito. Masoquista no soy.
-Aquí podríamos mencionar a Kathryn Bigelow y su clásica Los viajeros de la noche (Near Dark, 1987) o el irregular slasher Cut (2000) de Kimble Rendall. Pero la verdad es que no creo que las mujeres hagan películas diferentes de los hombres. Creo que la manera de enfocar una historia depende más de la personalidad de quién la hace que de una cuestión de género.
El cine fantástico, y el de terror en particular, parece funcionar como espejo para la sociedad que lo crea. ¿Es por ello que es un género tan criticado, que a la gente no le gusta lo que refleja?
Sin duda. Para mi ante un fenómeno como la saga Saw, lo adecuado no es echarse las manos a la cabeza, ni aplicar la censura sino preguntarse por qué tiene tanto éxito y analizar qué clase de sociedad necesita ese tipo de entretenimiento. Fenómenos como los de A Serbian film ya me superan pero, desde luego, yo no habría denunciado a Ángel Salas por mostrarla en Sitges, sino que habría montado un coloquio con los espectadores, a ver qué les había aportado semejante salvajada. Personalmente, he perdido el gusto por el cine de terror porque el puro gore me aburre; sin embargo, he descubierto que paso mucho más miedo y nervios con el cine bélico. Nada que haya en Saw, es comparable para mi a los veinte primeros minutos de Salvar al soldado Ryan. Eso sí, me lo pasé genial leyendo la larguísima novela de Dan Simmons, El terror, ya ves…
¡¡Gracias por darme la oportunidad de pensar un ratillo en estos temas!! Si alguien me quiere escribir, no estoy en Facebook, pero sí en Sara.Martin@uab.cat
Yo también disfruté del señor tocho de Dan Simmons, basado en hechos reales (!). En fin, dar las gracias de nuevo a Sara Martín por el tiempo empleado en responder mis preguntas y a vosotros recomendaros de nuevo el libro Monstruos en el cine.