Es posible que los lectores más jóvenes desconozcan el gran impacto que supuso el estreno de The Ring (El círculo) (Ring, Hideo Nakata, 1998) en las salas de cine. Esta perturbadora e inquietante película fue la precursora de una oleada de películas de terror japonesas, género conocido también como J-Horror, tras años de inexistente distribución de cine de género japonés. Y me refiero distribución a nivel mayoritario: claro que en festivales se veía cine japonés y que los aficionados podían encontrar de vez en cuando alguna película de terror japonesa editada en vídeo, pero tras el estreno y éxito de The Ring, las películas de terror japonesas llenaron las salas de cine, muchas veces acompañadas de los inevitables remakes americanos que nunca alcanzaban el nivel de inquietud y miedo de los originales. De esta oleada de películas de terror japonesas, una de las que mejor se ha conservado y sigue siendo interesante es Pulse (Kairo) (Kairo, Kiyoshi Kurosawa, 2001).
Escrita también por Kiyoshi Kurosawa, Kairo nos cuenta una historia de terror que, en cierto modo, se adelantó en el tiempo en el efecto que tendría internet en la sociedad. El argumento gira en torno a un grupo de personas que descubre una extraña página web que les pregunta si quieren conocer a un fantasma. Extrañas presencias y sucesos empiezan a tener lugar al mismo tiempo que empieza a haber un gran número de desapariciones.
Kurosawa, director también de Cure (1997), utiliza los fantasmas tanto de forma literal como alegórica. El film habla sobre la soledad y el aislamiento, cosas que se verán magnificadas con la llegada de internet y, sobretodo, las redes sociales. Por ello, algunos de sus fantasmas no son gente llegada del más allá, sino personas que se han caído por las grietas sociales, olvidadas por el mundo. Pero esto es un film de terror, así que también hay presencias sobrenaturales acechando a los protagonistas.
Como es la norma en este tipo de películas, la atmósfera que crea de miedo e inquietud es realmente fantástica, lograda no solo por los encuadres y la fotografía, también con la banda sonora y el diseño de sonido (que prácticamente desaparece en la pobre versión doblada). Este estilo de terror japonés, en contraste con el más brutal y sangriento que hasta entonces era más conocido, logra crear inquietud con los recursos más sencillos y simples. Al menos en apariencia, ya que aunque parece bastante simple, es obvio que solo los japoneses saben crear este tipo de inquietud minimalista si tenemos en cuenta las fotocopias americanas.
Kairo vista hoy día sigue siendo perturbadora y capaz de dar miedo. Por ello, la mejor y peor manera de verla es solo en una casa vacía en mitad de la noche. Si os atrevéis, claro.
2 comentarios:
Tengo que ser sincero, me pareció mala. Mas alla de alguna escena tensa y como refleja la soledad, hoy en dia no creo que tenga el mismo impacto dado la abundante cantidad de redes sociales que existe. Creo que es una buena idea pero que se pudo a ver ejecutado de mejor forma.
Bueno, el panorama era muy distinto en aquella época, pero el mensaje de la soledad a través de internet creo que sigue vigente, aunque esa soledad sea a través de más redes sociales. Pero, en fin, si no te gustó, no te gustó.
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