El chiste dice: Cinco segundos después de la invención de la cámara, se inventaron las películas exploitation.
Eddie Muller, historiador cinematográfico, en American Grindhouse.
Con el inicio de la década de los 60, llega la revolución cinematográfica de la Nouvelle Vague. Ha partir de entonces el cine se escinde en dos tendencias generales: el cine de entretenimiento (nunca me gustó la denominación "cine comercial") y el cine artístico (no me parece exacta la denominación "cine de autor"). Al final de la escapada (À bout de souffle, Jen-Luc Godard, 1960) es la película más representativa de este movimiento que, haciendo guiños y referencias al cine clásico americano, dinamitaba la narrativa y las convenciones de lo que había sido el cine hasta entonces.
Eddie Muller, historiador cinematográfico, en American Grindhouse.
Con el inicio de la década de los 60, llega la revolución cinematográfica de la Nouvelle Vague. Ha partir de entonces el cine se escinde en dos tendencias generales: el cine de entretenimiento (nunca me gustó la denominación "cine comercial") y el cine artístico (no me parece exacta la denominación "cine de autor"). Al final de la escapada (À bout de souffle, Jen-Luc Godard, 1960) es la película más representativa de este movimiento que, haciendo guiños y referencias al cine clásico americano, dinamitaba la narrativa y las convenciones de lo que había sido el cine hasta entonces.
Podríamos decir que el cine de entretenimiento está dedicado a estimular las emociones de los espectadores y está pensado para un público mayoritario, mientras que el cine artístico está pensado para estimular el intelecto de los espectadores y está pensado para un público minoritario.
En un mundo ideal, los beneficios del cine de entretenimiento se usarían para financiar películas artísticas más arriesgadas, como sucedía en Italia durante los 60, pero no sucede así y muchos cineastas han de sudar la gota gorda para poner en pie sus proyectos, si estos son arriesgados o poco ortodoxos.
También se ha desarrollado la idea, entre diferentes espectadores, de que una tendencia es mejor que la otra, dependiendo de los gustos de cada uno. Además, dentro del cine de entretenimiento proveniente de Hollywood, se tiene la tendencia a creer que una película hecha con mucho dinero es mejor que otra hecha con poco dinero.
Todas estas distinciones, así como la teoría del autor y las clasificaciones de géneros, me importan bien poco. Y me importan bien poco por la simple razón de que llega un punto, tras ver cientos de películas, que te das cuenta que estas distinciones sólo son útiles para los académicos y los críticos. Cuando uno se convierte en un continuo explorador del universo cinematográfico se da cuenta de que las generalizaciones y las clasificaciones sólo sirven para darte razones por las que no ver una película. Yo creo que son necesarios tanto el cine de entretenimiento como el artístico y que no son mutuamente exclusivos, todo lo contrario. Cineastas como David Cronenberg o David Lynch, e incluso Russ Meyer y Sergio Leone, demuestran que se puede hacer cine artístico y personal al mismo tiempo que se hacen películas entretenidas.
Esta actitud me ha provocado discusiones tanto con amantes del cine de entretenimiento como del artístico, ya que mucha gente suele adoptar una tendencia y defenderla a ultranza como la única realmente válida. Pasa un poco como con los cómics: mientras he de defender el cómic de superhéroes frente a seguidores del cómic independiente y alternativo que creen que los superhéroes no son más que basura imperialista, también he de defender el cómic independiente y alternativo frente a consumidores de los cómics de superhéroes que consideran el cómic alternativo puro onanismo mental.
Es también esta actitud la que imagino que me acabó convirtiendo en un fanático del cine exploitation de los 60 y 70. El cine exploitation muestra por un lado una descarada intención comercial, al mismo tiempo que, debido a su limitado presupuesto y ser hechas al margen de Hollywood, llega a sitios y produce imágenes de naturaleza salvajemente surrealista. Así, entre un montón de películas que apenas merecen ser denominadas así, te puedes encontrar con auténticas joyas.
Sobre la exploitation y los cines grindhouse trata el documental American Grindhouse (Elijah Drenner, 2010) que acaba de ser editado en DVD.
Uno de los temas más interesantes que trata el documental es como las líneas que separan la exploitation del cine "serio" son cada vez más borrosas. Especialmente a partir de los 70, la separación entre cine de artístico, de entretenimiento y la explotation se difuminará con la llegada de directores como Steven Spielberg y Martin Scorsese, que hacen identificables películas a un tiempo personales y mainstream.
Ya en el brillante documental Schlock! The Secret History of American Cinema (Ray Greene, 2001) se apunta como el cine de Hollywood asimila y adapta las temáticas del cine exploitation y de serie B debido a los buenos resultados económicos que dan, de ahí que se estrenen filmes como El padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, 1972) y Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975): películas cuyo argumento las mete dentro de la exploitation y la serie B, pero realizadas con los valores de producción asequibles a los grandes presupuestos hollywoodienses. American Grindhouse profundiza en este tema y, al igual que Schlock!, analiza las diferentes sociedades americanas que se ven reflejadas en el cine: la ideal (e irreal), la sociedad tal y como se supone que debería ser, en el cine de los grandes estudios; la real y la que se encuentra en la calle, también exagerada y distorsionada, en el cine independiente y exploitation.
Este documental también trata sobre la diferencia entre grindhouse y exploitation: la primera hace referencia a un tipo específico de local cinematográfico cuyo nombre proviene de la tradición del burlesque y los locales de strip-tease, la segunda a un tipo de cine. Distinción que se hace necesaria debido a la confusión de los términos originada por el proyecto Grindhouse (2007) de Quentin Tarantino y Robert Rodriguez.
Pero lo mejor de todo es que este documental significa un viaje fantástico a un universo que nos ofrece maravillosas, horribles, perversas, ingenuas, degeneradas, sublimes, divertidas, aterradoras y simplemente bizarras películas. También resulta esclarecedor e instructivo. Nos revela, por ejemplo, que el famoso "es sólo una película" de la campaña publicitaria de La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) fue inventado por el gran Herschell Gordon Lewis para la campaña publicitaria de su film Color Me Blood Red (1965) (para otras contribuciones al cine de Lewis consultad la etiqueta dedicada a él, a vuestra derecha).
Además, el documental está lleno de grandes vivencias y anécdotas ofrecidas por los entrevistados. Por ejemplo: Joe Dante explicando como, mientras veía una película en uno de estos cines, hubo un asesinato pero ni él quería irse, porque quería ver la película, ni la policía detuvo la proyección. Otro de los muchos momentos a destacar es el hilarante fragmento protagonizado por la crítica e historiadora cinematográfica Kim Morgan, que declara en la parte de la película dedicada a analizar el género de las mujeres en prisión: "A las mujeres les gusta ver a otras mujeres desnudas haciendo cosas. Lo siento, es algo que les gusta. No les representa ningún problema, les gusta. Y les excita, también." Es divertido más que nada por la reacción que provoca en los entrevistadores y que vemos reflejada en su cara.
En definitiva, American Grindhouse es divertido e informativo, además de revelador en muchos aspectos. Si compartís un poco mis gustos, correréis a buscarlo tras ver el tráiler y el tipo de películas que comenta (que en el documental aparecen sin censurar, por supuesto):
Uno de los temas más interesantes que trata el documental es como las líneas que separan la exploitation del cine "serio" son cada vez más borrosas. Especialmente a partir de los 70, la separación entre cine de artístico, de entretenimiento y la explotation se difuminará con la llegada de directores como Steven Spielberg y Martin Scorsese, que hacen identificables películas a un tiempo personales y mainstream.
Ya en el brillante documental Schlock! The Secret History of American Cinema (Ray Greene, 2001) se apunta como el cine de Hollywood asimila y adapta las temáticas del cine exploitation y de serie B debido a los buenos resultados económicos que dan, de ahí que se estrenen filmes como El padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, 1972) y Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975): películas cuyo argumento las mete dentro de la exploitation y la serie B, pero realizadas con los valores de producción asequibles a los grandes presupuestos hollywoodienses. American Grindhouse profundiza en este tema y, al igual que Schlock!, analiza las diferentes sociedades americanas que se ven reflejadas en el cine: la ideal (e irreal), la sociedad tal y como se supone que debería ser, en el cine de los grandes estudios; la real y la que se encuentra en la calle, también exagerada y distorsionada, en el cine independiente y exploitation.
Este documental también trata sobre la diferencia entre grindhouse y exploitation: la primera hace referencia a un tipo específico de local cinematográfico cuyo nombre proviene de la tradición del burlesque y los locales de strip-tease, la segunda a un tipo de cine. Distinción que se hace necesaria debido a la confusión de los términos originada por el proyecto Grindhouse (2007) de Quentin Tarantino y Robert Rodriguez.
Pero lo mejor de todo es que este documental significa un viaje fantástico a un universo que nos ofrece maravillosas, horribles, perversas, ingenuas, degeneradas, sublimes, divertidas, aterradoras y simplemente bizarras películas. También resulta esclarecedor e instructivo. Nos revela, por ejemplo, que el famoso "es sólo una película" de la campaña publicitaria de La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Wes Craven, 1972) fue inventado por el gran Herschell Gordon Lewis para la campaña publicitaria de su film Color Me Blood Red (1965) (para otras contribuciones al cine de Lewis consultad la etiqueta dedicada a él, a vuestra derecha).
Además, el documental está lleno de grandes vivencias y anécdotas ofrecidas por los entrevistados. Por ejemplo: Joe Dante explicando como, mientras veía una película en uno de estos cines, hubo un asesinato pero ni él quería irse, porque quería ver la película, ni la policía detuvo la proyección. Otro de los muchos momentos a destacar es el hilarante fragmento protagonizado por la crítica e historiadora cinematográfica Kim Morgan, que declara en la parte de la película dedicada a analizar el género de las mujeres en prisión: "A las mujeres les gusta ver a otras mujeres desnudas haciendo cosas. Lo siento, es algo que les gusta. No les representa ningún problema, les gusta. Y les excita, también." Es divertido más que nada por la reacción que provoca en los entrevistadores y que vemos reflejada en su cara.
En definitiva, American Grindhouse es divertido e informativo, además de revelador en muchos aspectos. Si compartís un poco mis gustos, correréis a buscarlo tras ver el tráiler y el tipo de películas que comenta (que en el documental aparecen sin censurar, por supuesto):
4 comentarios:
Ya van dos documentales que tengo ganas de ver y de momento no he podido por no haberse editado en España.
El cine de explotación es un tema que me interesa mucho desde que Tarantino y Rodriguez me lo descubrieron con sus célebres Death Proof y Planet Terror.
Y me resulta curioso como hoy en día se siguen produciendo pelícuas del mismo estilo (la productora Asylum, por ejemplo), pero sin ninguna clase de carisma ni el más mínimo atisbo de interés artístico.
Bueno, parte del problema es que hay productoras que se dedican a copiar los grandes éxitos de Hollywood, mientras que entonces era Hollywood el que iba copiando lo que hacían los independientes. Y también que ahora, irónicamente, cuestan más de encontrar películas interesantes entre la marabunta existente de títulos.
Me gustan estas peliculas,siempre me divertian mucho sobre todo las de blaxplotation,las que he odiado o al menos no las soporto son las de gore.
Hay géneros y estilos para todos. Es lo bueno que tienen. Lo curioso es que la gente no se da cuenta de como películas como El halcón maltés en su momento eran también exploitation.
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