Una de las cosas que más me ha sorprendido mientras buscaba información sobre esta película es que es apta para todos los públicos en su país de origen: Estados Unidos. Consultando en imdb.com he descubierto que en Finlandia fue prohibida en 1984 y en Inglaterra fue calificada en el momento de su estreno X, luego para mayores de 18 años y en el 2004 para mayores de 15 años. Lo que parece evidente es que éste clásico escrito y dirigido por Larry Cohen puede que no muestre violencia en pantalla pero no por ello deja de ser una película perturbadora.
Supe de la existencia de Estoy vivo (It's Alive, 1974) cuando tenía 13 años, leyendo Fangoria presenta: La guía del cine de terror (edición española de Fangoria presents best & bloodiest horror video), y en aquel entonces sólo fueron necesarias tres palabras para que sintiera la imperiosa necesidad de ver esta película: bebé asesino mutante.
Los Davis, Frank (John P. Ryan) y Lenore (Sharon Farrell), esperan emocionados el nacimiento de su segundo hijo. Cuando llega el momento, van directos al hospital. En la sala de espera, Frank aguarda a que llegue su hijo al mundo. Entonces, unos gritos de socorro le atraen a la sala de maternidad. Allí descubre que el equipo médico ha sido brutalmente asesinado. Y todo apunta a que su hijo recién nacido es el culpable de los asesinatos.
Uno de los grandes logros de Larry Cohen es que consigue que te tomes en serio y que te creas la premisa un tanto ridícula de un bebé asesino. Claro que no se trata de un bebé normal y corriente: se trata de un bebé mutante, posiblemente por culpa de un nuevo fármaco que Lenore tomó y que la compañía aseguraba que era perfectamente seguro. Un poco como lo que sucedió con la talidomida. Una referencia nada casual, aunque el tema principal del film sea el aborto.
Pero como decía, la habilidad de Cohen para crear escenas de suspense, ayudado por la estupenda banda sonora de Bernard Herrmann, es la que hace que no te rías de la película y te encuentres absorbido por ella. Además, a pesar de que Rick Baker hizo un trabajo excelente en la creación del bebé mutante, éste no aparece mucho en pantalla y los ataques suceden principalmente fuera de cámara, con lo cual te ayuda a creer lo que está pasando. Lo que también hace que sea una película más perturbadora que si se mostrasen los ataques del bebé en pantalla, desde mi punto de vista. De este modo, es tu imaginación la que crea las terribles masacres del bebé mutante en un despliegue de efectos que difícilmente podía tener la película.
Otro de los aspectos que resultan interesantes es el retrato que se hace del drama de los padres, Frank y Lenore, y los sentimientos ambivalentes que tienen respecto a su hijo mutante asesino. La mezcla de odio y amor hacia el bebé hace que la relación entre ambos sufra. Como el hecho de haber creado semejante monstruo también les afecta. La culpa y la inseguridad los devoran por dentro, aparte de no poder evitar los sentimientos paternales que se despiertan en ellos.
La película tuvo un tremendo éxito, y cuatro años más tarde Larry Cohen escribió y dirigió Sigue vivo (It Lives Again aka It's Alive 2, 1978). En esta ocasión, los Scott, Eugene (Frederic Forrest) y Jody (Kathleen Lloyd), son los futuros padres de uno de los bebés mutantes que han ido apareciendo desde que se dio a conocer el primer caso. Durante ese tiempo se han creado dos facciones enfrentadas, una a favor de mantener los bebés mutantes con vida encabezada por Frank Davis (John P. Ryan, de nuevo), el padre del primero de estos bebés mutantes; la otra tiene como objetivo acabar con ellos.
En lugar de repetir de nuevo la misma historia con diferentes padres, se centra más en una batalla ideológica con los bebés mutantes en el centro. Es este aspecto el que resulta más interesante, sobretodo cuando vamos viendo la dificultad de tomar una decisión que sufren los Scott a medida que se acerca la fecha del nacimiento de su hijo. Por otro lado, se explora también la subtrama iniciada en la anterior película alrededor de la compañía farmacéutica que posiblemente sea la culpable del nacimiento de estos bebés.
De forma algo tardía llegó en 1987 La isla de los vivos (It's Alive III: Island of the Alive). La película fue de nuevo escrita y dirigida por Larry Cohen, pero por desgracia no resulta tan interesante como las dos anteriores. Pensada para ir directamente a ser estrenada en vídeo, la película cuenta como por decisión judicial se decide llevar los bebés mutantes a una isla y abandonarlos allí. Pasado un tiempo, Stephen Jarvis (Michael Moriarty), padre de uno de estos bebés mutantes, dirigirá una expedición para ver que ha sido de estos bebés.
El principal problema de la película es que se convierte en una comedia. Cohen explica en el audiocomentario que acompaña la película en DVD, que las anteriores entregas de la serie fueron hechas durante su "período oscuro" y que esta entrega responde a un momento en el que estaba más inclinado hacia la comedia. Pero es esta comedia la que hace que la película resulte absurda y aburrida. También se desaprovecha la oportunidad de explorar como podría ser una evolución interesante de los bebés en niños: los "vivos" son iguales que los bebés sólo que más grandes. Una lástima, porque las dos anteriores entregas prometían bastante.
En el 2008 se estrenó un remake de la película en la que participó el propio Cohen en el guion, pero no he tenido oportunidad de verla así que no sé si vale la pena o no. Lo que sí vale la pena es ver la original, si no lo habéis hecho, ya que es un pequeño clásico cargado de suspense, una película sobre un bebé asesino mutante que realmente funciona de forma totalmente seria, cosa que tiene más mérito que si se tratase con ironía.
2 comentarios:
Si querias terror y sangre ¡toma 2 tazas!
Es perfecta para unos amigos que han tenido ahora un niño hace unos dias,asi podran dormir tranquilos
¿no? jajaja.
Y la película además es apta para todos los públicos, o sea que los niños también pueden coger ideas turbias...
Publicar un comentario