Cuando uno piensa en la ciencia ficción japonesa de los sesenta lo primero que le vienen a la cabeza son las megapopulares películas de monstruos que cuentan las aventuras y desventuras de Godzilla, Gamera y el resto de criaturas tamaño XXL dedicadas a destruir maquetas. Sin embargo la ciencia-ficción japonesa también era capaz de ofrecernos sobrias y atmosféricas películas como Goke, Body Snatcher from Hell (Kyuketsuki Gokemidoro, 1968), dirigida por Hajime Sato. Si bien es un título (y quiero decir literalmente título) que no carece de cierto chillón glamour con el que siempre podemos contar en las producciones fantásticas japonesas.
Quentin Tarantino tomó prestado el look de esta película para una escena de Kill Bill: Vol.1 (2003) y su argumento recuerda en parte al de la serie Perdidos pero lo cierto es que es una de esas películas de las cuales se oye mucho hablar pero de la cual hay poca oportunidad de ver. Hasta hace bien poco era difícil de conseguir y solo en DVD de importación.
Los pilotos de un avión japonés de camino a Osaka miran con estupor el cielo color sangre que les rodea. Los pasajeros no parecen excesivamente preocupados por ello hasta que un pájaro se suicida lanzándose contra una de las ventanillas. Sin embargo, las cosas todavía van a empeorar: se recibe en cabina una llamada avisando de que hay una bomba en el avión. El piloto (Hiroyuki Nishimoto) manda al copiloto Sugisaka (Teruo Yoshida) a que registre las bolsas de los pasajeros, cosa que hace con la ayuda de la azafata Kuzumi (Tomomi Sato). Así conocemos a los pasajeros que nos acompañaran durante el resto de la película: la señora Neal (Kathy Horan); el señor Mano (Eizo Kitamura), un senador; el exportador de armas Tokiyasu (Nobuo Kaneko) y su esposa Noriko (Yuko Kusunoki); el doctor Momotake (Kazuo Katô), un psiquiatra que disfruta mucho observando toda la situación; el biólogo Sagai (Masaya Takahashi); un misterioso hombre (Hideo Ko) y un joven (del que no he encontrado el nombre del personaje ni del actor que lo encarna). Durante el registro se descubre que el hombre misterioso lleva consigo un rifle y se supone que es un asesino francotirador (aunque él no ha puesto la bomba), es entonces que el hombre ataca al copiloto Sugisaka y se introduce en la cabina para obligar a que el avión cambie el rumbo. Es entonces que más pájaros se matan lanzándose contra el avión y aparece un extraño objeto rodeado de una potente luz que provoca que el avión se estrelle. Después del choque, Sugisaka descubre que el piloto y el hombre misterioso están muertos pero el resto ha sobrevivido. Incluido el joven que ha puesto la bomba que huye para esconderla. Por la radio oyen que los buscan de manera infructuosa ya que no saben que se desviaron de curso y les dan por muertos. Pero como Tokiyasu grita de manera histérica ellos no están muertos y de hecho se van a enfrentar a una pesadilla que les hará desear estarlo.
Uno de los (pocos) defectos que tiene Goke es que insiste demasiado en publicitar su mensaje pacifista de manera que hay momentos en los que se impone a la trama que incluye varias referencias a la Segunda Guerra Mundial y a la guerra de Vietnam. Es como si los guionistas Kyuzo Kobayashi y Susumu Takaku no estuviesen seguros de que sus intenciones quedasen lo suficientemente claras y te machacan con su mensaje anti-belicista hasta la saciedad. Es un caso parecido a lo que hizo Narciso Ibáñez Serrador en ¿Quién puede matar a un niño? (1976), en la cual Serrador introduce imágenes documentales al principio de la película para que nos quede claro de que va la cosa. No tengo nada contra el mensaje pacifista pero cuando parece que cada cinco minutos uno de los personajes habla de lo terrible e inhumana que es la guerra se hace algo pesado, ya sabemos que es terrible e inhumana. Otro "pero" que se puede encontrar a la película radica en la caracterización de los personajes, algo exagerada y falsa en ocasiones. Se plantean bien las situaciones de tensión y conflicto, cuyo único objetivo parece ser mostrar cuán bajo puede caer el género humano (excepto Sugisaka y Kuzumi que se mantienen libres de pecado durante la película), pero algunas de las situaciones caen en el ridículo. Por ejemplo, Tokiyasu chantajea con la poca agua que les queda al senador Mano para que confiese a los demás pasajeros el chanchullo de corrupción que tenían montados entre los dos mientras Mano suplica y llora por un poco de agua. El caso es que Mano reacciona como si llevasen días perdidos en el desierto cuando en realidad sólo llevan unas pocas horas allí, lo cual hace que la escena pierda credibilidad a pesar de intentar justificarlo diciendo que Mano ha bebido mucho whisky y eso lo ha deshidratado.
Pero vayamos con los aciertos de la película. Goke es un film de ciencia ficción pero con unos toques de terror. La ambientación con ese cielo color sangre ya la hace destacar sólo empezar, pero realmente destaca en los momentos en los que muestra su amenaza extraterrestre. Una especie de masa proteíca gris que se introduce dentro de sus huéspedes convirtiéndolos en vampiros que chupan toda la sangre de sus víctimas. A medida que el número de supervivientes se va reduciendo va aumentado la tensión y el miedo, exacerbado además por no saber o querer saber lo que está pasando. Es en estas secuencias que el espectador se ve absorbido por el suspense de la historia que se desarrolla ante nuestros ojos.
Así, a pesar de sus fallos, Goke es una película tremendamente interesante de ver ya sea por su estética o por las imágenes únicas que crea para el espectador. Os dejo aquí una de esas escenas, cuyo inicio no incluido muestra un fallo de guión, que resulta un aperitivo de lo que os podéis encontrar.
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