El rencuentro de David Cronenberg con el éxito masivo de taquilla fue La Mosca (The Fly, 1986); la historia del científico Seth Brundle (Jeff Goldblum) que por error mezcla sus genes con los de una mosca común experimentando con la teletransportación para horror de su novia Veronica (Geena Davis).
"La mosca" es el cuento que abre Relatos del antimundo (Nouvelles de l'Anti-Monde, mi edición es de Planeta) una antología de cuentos del escritor francés George Langelaan. El relato fue llevado al cine en 1958 en una película dirigida por Kurt Neumann y protagonizada por el maestro Vincent Price. Esta primera versión es bastante fiel al cuento original e incluso mantiene la nacionalidad francesa de los protagonistas, algo poco habitual en las adaptaciones americanas de relatos extranjeros. La película tiene algunos momentos memorables pero no deja de ser algo tontorrona, cosa que tampoco le quita encanto. Es un buen título para los amantes de la cifi de los cincuenta y fans de Vincent Price (que también aparece en las continuaciones que se hicieron).
A mediados de los ochenta se decidió hacer un remake de la cinta. El proyecto estaba producido nada menos que por Mel Brooks y contaba con un guión original de Charles Edward Pogue. Este proyecto fue ofrecido a David Cronenberg que lo aceptó ya que el guión contenía elementos que él mismo había tratado en sus anteriores films; empezó entonces a trabajar en el guión para acabar de darle el toque definitivo.
La Mosca de Cronenberg es una película de horror. Pero el horror no reside en los ataques de una criatura monstruosa sino en la experiencia que sufre un hombre que ve como se está transformando en un proceso sobre el cual no tiene ningún tipo de control. Como la adolescencia. Al igual que en anteriores películas de Cronenberg, aquí no hay villanos ni personajes malvados, todos se acaban convirtiendo en héroes.
La película destaca especialmente por la representación que hace de la transformación o metamorfosis que sufre Seth. Los efectos de la criatura estuvieron a cargo de Chris Walas, que en 1989 dirigió una segunda parte: La Mosca II (The Fly II), no demasiado interesante.
Esta es una película perfecta para iniciarse en la filmografía de Cronenberg ya que trata alguno de sus temas habituales, como la revolución del propio cuerpo contra uno mismo, y resulta bastante accesible para el neófito. De hecho, si no recuerdo mal, fue la primera o de las primeras películas de Cronenberg que vi.
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