A veces el mundo del cine puede ser bastante cruel con sus creadores. El 2007 moría Bob Clark junto a uno de sus hijos en un accidente de coche, por culpa de un conductor borracho que iba sin carnet y que se puso a circular en dirección contraria. Clark fue el director de Crimen en la noche (Deathdream aka Dead of Night, 1974), una interesante mezcla de drama y película de terror en la que unos padres reciben la noticia de que su hijo ha muerto en Vietnam y al cabo de unos días reciben en su casa a ese mismo hijo. Ese año, 1974, dirigió Black Christmas, la película que creó el género slasher y a día de hoy sigue siendo imitada. Luego, en 1982, basándose en sus propias experiencias de juventud, Clark escribió y dirigió Porky's, comedia que, junto a Desmadre a la americana (Animal House, John Landis, 1978), creó el género de comedia adolescente. Clark también dirigió Asesinato por decreto (Murder by Decree, 1979) en la que Sherlock Holmes investiga los asesinatos de Jack el Destripador. Es cierto que, a partir de mediados de los ochenta, su carrera entró en cierto estancamiento, pero poco antes de morir estaba en conversaciones con Howard Stern sobre un remake de Porky's y con Quentin Tarantino sobre un remake de su primera película, Niños, no jueguen con cosas muertas (Children Shouldn't Play with Dead Things), de la que me gustaría hablaros hoy.
Children Shouldn't Play with Dead Things (CSPDT, a partir de ahora) fue la película con la que Bob Clark debutó en el cine en 1973. Y me hice con ella cuando, para recuperarme de los excesos navideños y porque había llegado una película que tenía encargada, me fui a una tienda que vende películas raras y para cinéfilos de importación situada en un paraíso para los frikis como yo, ya que en dos calles te puedes encontrar tiendas dedicadas a los cómics, librerías especializadas y coleccionismo cinematográfico. Es casi la única razón por la que jamás me mudaré de Barcelona.
Como decía, me fui a esta tienda, adecuadamente llamada Freaks, y mientras miraba las novedades que tenían (novedades en sentido relativo: la edición inglesa en Blu-ray de Metropolis (1927) de Fritz Lang o la edición americana en Blu-ray de 3 discos de Apocalypse Now (1979) de Francis Ford Coppola, por ejemplo) me encontré con CSPDT en una edición especial: 35th Anniversary Exhumed Edition, editada por VCI. Sin pensarlo me la compré, a pesar de que lo único que sabía era que fue la primera película de Bob Clark y que mezclaba comedia y terror. Pero cuando noto un impulso tan súbito hacia una película, he aprendido a seguirlo sin dudar. Es como si, tras años de coleccionismo, hubiese desarrollado un sentido arácnido que me avisa de las películas que he de comprar sí o sí.
Por fin, tras mucho tiempo oyendo hablar de ella y al mismo tiempo sin saber nada, me puse a verla hace un par de noches.
Tenía entendido que CSPDT era una mezcla de comedia y terror, lo que me llevó a pensar que sería un poco del estilo de El regreso de los muertos vivientes (Return of the Living Dead, Dan O'Bannon, 1985). Por el contrario, CSPDT está dividida en dos partes: en la primera se concentra la comedia y en la segunda el terror.
La historia trata sobre un grupo de actores que va a una isla cementerio para preparar una obra. Al frente de la troupe está Alan (Alan Ormsby, también coguionista y encargado de los efectos de maquillaje), que ha decidido celebrar una ceremonia de magia negra para resucitar a los muertos. Sin embargo, tras gastar unas bromas pesadas a su grupo de actores, fracasa en su intento de resucitar a los muertos. Enfadado con el más allá por fallarle de esa manera, coge un cadáver y se dedica a ridiculizarlo, lo que acabará provocando la ira de los muertos.
La película, como señalaba antes, fue estrenada en 1973, lo que significa que no es una imitación de Dawn of the Dead (1978) de George A. Romero, como la mayoría de películas estrenadas luego. Obviamente, la película muestra cierta influencia del otro clásico de Romero: La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968), pero en cierto modo recuerda también a títulos de la Hammer como La maldición de los zombis (The Plague of the Zombies, John Gilling, 1966) y las clásicas historias de la E.C. Tanto el motivo sobrenatural como el de la venganza era el habitual hasta que Dawn of the Dead cambió los esquemas completamente. Es por ello que CSPDT tiene un aire propio y exclusivo, a lo cual también contribuye el maquillaje de Ormsby que resulta muy eficiente y tiene un look particular.
Si os interesa la evolución literaria y cinematográfica del zombi os recomiendo leer la antología de relatos La plaga de los zombis y otras historias de muertos vivientes, editada por Valdemar, en la que Jesús Palacios hace una selección de varios relatos de muertos vivientes que introduce con textos ensayísticos para mostrar la evolución del zombi en la ficción.
Volviendo a la película, nos encontramos en la primera parte con la parte más cómica y ligera en la que vemos como el odioso Alan maltrata, se burla e insulta a sus actores y actrices, a los que continuamente amenaza de dejar sin trabajo ni dinero si se van. Y ciertamente resulta bastante divertida, especialmente cuando hacen su aparición dos amanerados actores disfrazados de zombis. Pero cuando Alan empieza a hacer bromas con el cadáver Orville (Seth Sklarey), la atmósfera empieza a enrarecerse y hacerse más enfermiza. Esto culmina con el ataque histérico de Anya (Anya Ormsby), una actriz algo ida que de repente empieza a gritar implorando el perdón a los muertos. Es entonces que la parte terrorífica aprieta el pedal.
En su momento, la película fue calificada PG en Estados Unidos. PG es el equivalente aquí del "apta para todos los públicos". Por ello no me esperaba que la película fuese tan fuerte y sangrienta como acaba siendo. Clark maneja el suspense y el terror a la perfección, sobretodo cuando te coge desprevenido y vemos como nuestras expectativas e ideas sobre lo que va a pasar son desmontadas en unos minutos. Me gustó especialmente la escena en la que se ve a los muertos salir de sus tumbas, algo que encuentro a faltar en las películas de zombis actuales. Y como decía antes, el maquillaje de los zombis está muy conseguido considerando el mínimo presupuesto que tenían y los materiales que había entonces. Toda la parte final es destacable, y me hizo gracia el momento final que aparece en los títulos de crédito, un buen broche final.
Una vez los muertos hacen acto de presencia se acabó la diversión (de ja ja) y empieza otro tipo de diversión (de oh no, oh no). En definitiva, la película me sorprendió muy gratamente. Y aunque no es perfecta, también tiene sus fallos, el resultado final es muy recomendable, pura diversión "camp". Ahora mismo estoy con los extras y espero saber más de esta desconocida maravilla. Una auténtica película de culto, en el sentido que pasó desapercibida en su estreno original pero con los años se ha ido ganando fanáticos, si alguien la ha visto y tiene información jugosa sobre ella, que no dude en compartirla.
Children Shouldn't Play with Dead Things (CSPDT, a partir de ahora) fue la película con la que Bob Clark debutó en el cine en 1973. Y me hice con ella cuando, para recuperarme de los excesos navideños y porque había llegado una película que tenía encargada, me fui a una tienda que vende películas raras y para cinéfilos de importación situada en un paraíso para los frikis como yo, ya que en dos calles te puedes encontrar tiendas dedicadas a los cómics, librerías especializadas y coleccionismo cinematográfico. Es casi la única razón por la que jamás me mudaré de Barcelona.
Como decía, me fui a esta tienda, adecuadamente llamada Freaks, y mientras miraba las novedades que tenían (novedades en sentido relativo: la edición inglesa en Blu-ray de Metropolis (1927) de Fritz Lang o la edición americana en Blu-ray de 3 discos de Apocalypse Now (1979) de Francis Ford Coppola, por ejemplo) me encontré con CSPDT en una edición especial: 35th Anniversary Exhumed Edition, editada por VCI. Sin pensarlo me la compré, a pesar de que lo único que sabía era que fue la primera película de Bob Clark y que mezclaba comedia y terror. Pero cuando noto un impulso tan súbito hacia una película, he aprendido a seguirlo sin dudar. Es como si, tras años de coleccionismo, hubiese desarrollado un sentido arácnido que me avisa de las películas que he de comprar sí o sí.
Por fin, tras mucho tiempo oyendo hablar de ella y al mismo tiempo sin saber nada, me puse a verla hace un par de noches.
Tenía entendido que CSPDT era una mezcla de comedia y terror, lo que me llevó a pensar que sería un poco del estilo de El regreso de los muertos vivientes (Return of the Living Dead, Dan O'Bannon, 1985). Por el contrario, CSPDT está dividida en dos partes: en la primera se concentra la comedia y en la segunda el terror.
La historia trata sobre un grupo de actores que va a una isla cementerio para preparar una obra. Al frente de la troupe está Alan (Alan Ormsby, también coguionista y encargado de los efectos de maquillaje), que ha decidido celebrar una ceremonia de magia negra para resucitar a los muertos. Sin embargo, tras gastar unas bromas pesadas a su grupo de actores, fracasa en su intento de resucitar a los muertos. Enfadado con el más allá por fallarle de esa manera, coge un cadáver y se dedica a ridiculizarlo, lo que acabará provocando la ira de los muertos.
La película, como señalaba antes, fue estrenada en 1973, lo que significa que no es una imitación de Dawn of the Dead (1978) de George A. Romero, como la mayoría de películas estrenadas luego. Obviamente, la película muestra cierta influencia del otro clásico de Romero: La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968), pero en cierto modo recuerda también a títulos de la Hammer como La maldición de los zombis (The Plague of the Zombies, John Gilling, 1966) y las clásicas historias de la E.C. Tanto el motivo sobrenatural como el de la venganza era el habitual hasta que Dawn of the Dead cambió los esquemas completamente. Es por ello que CSPDT tiene un aire propio y exclusivo, a lo cual también contribuye el maquillaje de Ormsby que resulta muy eficiente y tiene un look particular.
Si os interesa la evolución literaria y cinematográfica del zombi os recomiendo leer la antología de relatos La plaga de los zombis y otras historias de muertos vivientes, editada por Valdemar, en la que Jesús Palacios hace una selección de varios relatos de muertos vivientes que introduce con textos ensayísticos para mostrar la evolución del zombi en la ficción.
Volviendo a la película, nos encontramos en la primera parte con la parte más cómica y ligera en la que vemos como el odioso Alan maltrata, se burla e insulta a sus actores y actrices, a los que continuamente amenaza de dejar sin trabajo ni dinero si se van. Y ciertamente resulta bastante divertida, especialmente cuando hacen su aparición dos amanerados actores disfrazados de zombis. Pero cuando Alan empieza a hacer bromas con el cadáver Orville (Seth Sklarey), la atmósfera empieza a enrarecerse y hacerse más enfermiza. Esto culmina con el ataque histérico de Anya (Anya Ormsby), una actriz algo ida que de repente empieza a gritar implorando el perdón a los muertos. Es entonces que la parte terrorífica aprieta el pedal.
En su momento, la película fue calificada PG en Estados Unidos. PG es el equivalente aquí del "apta para todos los públicos". Por ello no me esperaba que la película fuese tan fuerte y sangrienta como acaba siendo. Clark maneja el suspense y el terror a la perfección, sobretodo cuando te coge desprevenido y vemos como nuestras expectativas e ideas sobre lo que va a pasar son desmontadas en unos minutos. Me gustó especialmente la escena en la que se ve a los muertos salir de sus tumbas, algo que encuentro a faltar en las películas de zombis actuales. Y como decía antes, el maquillaje de los zombis está muy conseguido considerando el mínimo presupuesto que tenían y los materiales que había entonces. Toda la parte final es destacable, y me hizo gracia el momento final que aparece en los títulos de crédito, un buen broche final.
Una vez los muertos hacen acto de presencia se acabó la diversión (de ja ja) y empieza otro tipo de diversión (de oh no, oh no). En definitiva, la película me sorprendió muy gratamente. Y aunque no es perfecta, también tiene sus fallos, el resultado final es muy recomendable, pura diversión "camp". Ahora mismo estoy con los extras y espero saber más de esta desconocida maravilla. Una auténtica película de culto, en el sentido que pasó desapercibida en su estreno original pero con los años se ha ido ganando fanáticos, si alguien la ha visto y tiene información jugosa sobre ella, que no dude en compartirla.
11 comentarios:
La cosa es que ese cartel lo había visto antes...
¡no! Esta noche no son los Goya, son el 13 de febrero!
Vaya cosas que encuentras Raul,enhorabuena.
yo juraría que La noche de los muertos vivientes de Romero es de 1968.
Efectivamente, así lo pone en el post: La noche de los muertos vivientes es de 1968.
Gracias a tus comentarios la estoy bajando. :D
Bueno, esperaba que la gente se comprara la edición especial, pero si te gusta espero que lo hagas. ;D
La película se editó en su momento en España en VHS con el título de "La noche de los muertos vivientes 2" como explican aquí: http://www.retromemories.net/secuelas-bastardas-ii/
Gracias por la información, no tenía ni idea. La noche de los muertos vivientes debió ser un título popular, ya que Martin de Romero también se editó en VHS con el título La noche de los vampiros vivientes, que es como la encontré en un videoclub.
Confesaré que estuve a punto de tirar la toalla y dejar de ver esta peli luego de casi una hora de comedia adolescente y ni un sólo desmembramiento, pero como bien dice el amigo cinéfago, el último tramo de la cinta es completamente enfermizo y la acción acontece tan rápido que no da tiempo de digerirla. Clark incluso se da el lujo de incluir una escena con claras reminiscencias a Nosferatu (1920). Excelente resultado el conseguido con tan escaso presupuesto.
La estructura era bastante típica de la época: dejar toda la acción para el final. A pesar de todo, como dices, excelente resultado conseguido con pocos medios.
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