Entre 1978 y 1980 se estrenaron diversas películas que marcaron el inicio de la fiebre slasher. Lo interesante de estos títulos es que, al contrario de lo que sucede a partir de 1980/81, no funcionaban basados en una formula establecida, sino que imitaban algunos elementos y añadían otros. Un ejemplo de ello es esta película de ridículo título en castellano, Satanás, el reflejo del mal (The Boogey Man, Ulli Lommel, 1980).
Los pequeños Lacey (Natasha Schiano) y Willy (Jay Wright) observan a su madre (Gillian Gordon) pasar el rato con su amante (Howard Grant). Esto no le hace mucha gracia a la pareja, que decide atar a Willy a la cama, unos maltratos que imaginamos no es la primera vez que tienen lugar. Lacey libera a su hermano, este coge un cuchillo y mata al amante de su madre. Veinte años después, Lacey (Suzanna Love) y su hermano Willy (Nicholas Love) viven felizmente en una granja propiedad de sus tíos. Lacey está casada y tiene un hijo. Todo parece perfecto, aunque Willy muchas veces actúa de forma algo desequilibrada. Pero lo peor está por llegar: el vengativo fantasma del amante asesinado sale libre del espejo en el que estaba atrapado y empieza a matar a todo aquel que tiene cerca.
Para una película que no llega ni a la hora y media de duración, lo cierto es que The Boogey Man tiene una sinopsis bastante complicada. Podéis observar que parece más una tradicional cinta de terror, el clímax desde luego lo es, pero en ella encontramos presente elementos típicos del slasher, como las escenas en las que el espíritu se dedica a matar adolescentes (¡y un niño!). Es esta curiosa mezcla de elementos, así como algunas escenas bastante notables, las que hacen que esta película me resulte curiosa e interesante. Por otro lado, no da una explicación de cómo el fantasma del amante llega a quedar atrapado en el espejo, un detalle absurdo que me hace bastante gracia.
Viéndola da la sensación de que la idea para la película fue concebida siguiendo películas de terror sobrenatural de los 70 como La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976), para luego mezclarla con el slasher que entonces batía records en taquilla. Así escrito parece mucho más interesante de lo que realmente es, pero es uno de los motivos por los que esta película me hizo gracia en su momento. Hoy se puede disfrutar como una curiosidad de una época irrepetible.
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